Sin saber quien soy.

Parte sin título 4

"Este día es tan parecido al día que te fuiste madre" susurro al dejar rosas blancas en la lapida.

Rebecca Salamanca Walt.

Buena amiga, hija, madre y mujer.

Dios la tenga en su gloria.

Se nota que la lapida la mando hacer una amiga de ella de religión católica.... Ruedo los ojos al pensarlo. Que injusta es la vida madre, que tu ida de cuerpo físico sea el día de mi cumpleaños, hoy a mis quince años, aun me duele tu partida, perdóname por no venir a dejarle flores a un montón de tierra yo se que aquí no estás tú, pero lo hice hoy para hacer feliz a mi abuela, ella si cree esas cosas, es ilógico que estés aquí en un lugar al que nunca venias, sacabas cualquier excusa para evitar los cementerios, siempre creías de mal gusto pisar la tierra de un muerto.

Es absurdo que mi abuela crea que permanecen aquí los muertos, o sea, ¿seguro todas las almas estarán pendientes cuando sus seres queridos los van a visitar? No habrá algo más interesante que hacer en ese "más allá" en vez de estar esperando a ver si le traen un ramo y presumir a los otros muertos que le llevaron un ramo que costo más que otro... resulta gracioso después de todo.

Mi vida después de todo no ha ido tan mal, sigo siendo la marginal del colegio pero es mejor así, no entiendo la rutina en que viven el resto de las chicas, citas, novios, rupturas, citas, novios, rupturas... que circulo vicioso tan decadente. Los estudios se me han hecho tan fáciles y tan tedioso las visitas al sicólogo, creen que mi comportamiento de alejarme de las personas es un mecanismo de defensa mío involuntario, para no perder más seres queridos... se les nota la ignorancia que padecen.

Mis abuelos viven conmigo y han respetado todos mis deseos con respecto a la casa, monetariamente no nos ha ido tan mal, las pensiones de ellos nos han hecho sobrevivir. Apolo es el único que me ha acompañado en la escuela y gracias a él no he caído en la obesidad, pues casi todos los días ha cumplido su promesa de entrenar juntos. En fin... solo faltas tú y tus comentarios absurdos para hacer reír a la gente, tus locuras madre, mi abuelo siempre ha dicho que tú tenías esa alma joven y yo un alma vieja, que vine a tu vida a retenerte de tus locuras y hacerte recapacitar.

Lo único que me agobia en las noches son las pesadillas y los recuerdos de tus últimos días, ese maldito cáncer comiendo tu cerebro, haciéndote todo ese mal, tus lagunas mentales, tus desmayos, tu sufrimiento a vernos a nosotros sufrir por ti... odio cada día en el que sufriste, tu alma nunca debió de sufrir.

Dentro de dos años terminare la escuela, ganare esa beca para ir a estudiar lo que siempre has querido, y que en el fondo lo deseo. Deseo poder curar a personas, no permitir que dejen sus familias, si existe un Dios que controle a su antojo la vida, que me de ese Don para poder salvar.

Los doctores dijeron en los últimos exámenes mi cerebro está funcionando perfectamente sin ninguna enfermedad o inicios del asqueroso cáncer. Tu cáncer fue diagnosticado a los 18 años, no es una edad para sufrir ninguna enfermedad, no es edad para preocuparse de la muerte.

Salgo de mis pensamientos y miro la hora, me exalto- media hora- mucho más de lo que había esperado. Salgo caminando del cementerio buscando la Minivan que me trajo, la encuentro y camino hacia ella.

- Siento haberme demorado tanto- digo sentándome en el asiento del pasajero.

- Tranquila, al parecer el cementerio tiene wi-fi-dice sonriendo- dato curioso.

- ¿en serio? Quizás algunos muertos aprovechen esa ganga.- digo bromeando.

- Jajaja bueno, ahora, ¿para donde desea ir la cumpleañera?- dice Apolo, lo noto, tan rápido que ha pasado el tiempo, su cuerpo se a torneado de tal forma que parece muchacho universitario, la mayoría de las chicas del colegio gustan de su físico, pero dicen que es un raro por andar conmigo "la antisocial" al parecer a él le da igual, sigue conservando esa linda sonrisa y su cabello cada vez va adquiriendo un color cobrizo.