Yo

15 0 0
                                    

Mi nombre es Gia, soy estudiante del último ciclo de administración, tengo 21 años; 18 de los cuales fui el patito feo de mi círculo y de pronto a mis 20 años todo cambio y hasta hoy me cuesta asimilarlo.
Crecí en un barrio tranquilo, donde era común ver niños corriendo y gritando por toda la calle en las noches de verano; era un sonido arrullador y apaciguaba los 35¤ grados y la poca brisa de las noches.
En mi grupo éramos quince niños, 7 niñas y 8 niños, nos conocíamos desde que íbamos a primaria y a los 14 años, seguíamos saliendo a jugar; al menos eso creía yo, habíamos crecido pero yo seguía siendo una niña regordeta y ya casi había dejado de existir para ellos. Desde que tuve uso de razón había estado enamorada de Paco, el niño más grande del grupo, cuando éramos niños él siempre venía a mi casa y le pedía permiso a mi mamá para salir a jugar; siempre soltaba su "Yo la cuido", mi madre lo amaba; habíamos crecido juntos; según mamá hasta nos habían bañado juntos ya que su casa quedaba al costado de la mia y o sus papás lo encargaban en mi casa o los míos me encargaban en la suya.
Para su cumpleaños número 9, vino él mismo a recogerme a mi casa con una rosa que había arrancado de su jardín, no sé si son mis recuerdos o se han implantado en mi memoria de tanto habérselo escuchado a mi mamá o a la señora Teresa, la mamá de Paco, y mientras yo salía con mi vestido favorito y mis zapatos de charol blanco, él busco a mi papá y le pidió permiso para poderse casar conmigo, mi papá de una pieza le dijo que era nos muy jóvenes y él, muy maduro para su edad le respondió que para el amor no hay edad. Mi padre no tuvo más remedio que decir que si, mientras intentaba no reír para no avergonzar al pobre niño.

Pero, nosotros crecimos y su interés por mi había desaparecido, él ya tenía 17; se había vuelto guapo, era moreno de ojos negros y siempre le había gustado el deporte; en especial el futbol y el basquet; por lo que era fuerte y muy varonil; nadie creía que tenia 17; yo en cambio seguía siendo la chica pequeña con brackets, con un ligero sobrepeso, con un cabello algo rebelde y sin forma; siempre escondido tras una cola de caballo y no destacaba por mis cualidades para el deporte, era más bien la chica nerd, la callada; así que para escoger los grupos de juegos era casi la última en ser escogida.

Pero nada importaba, siempre que Paco estuviera ahí; cada día más distante de mi; yo fingiendo que no me dolía.
Recuerdo mi cumpleaños número 15, Paco había prometido ir y bailar conmigo, pero nunca apareció. Esa noche decidí que ya no había motivos para salir a "jugar", por que ya nadie jugaba, ya salían a conversar chico con chica, y para eso yo no era buena; así que desde entonces y por mutuo acuerdo silenciosa el grupo desapareció.
Paco apenas cruzaba palabra conmigo y un año después ascendieron a su papá y tuvieron que viajar a otra ciudad, nunca me despedí de él, jamás me buscó, jamás lo busqué yo.

El tiempo pasó, el colegio término y en mi casa ya no sonaba nunca más el nombre de aquel muchacho de ojos negros. Mi mamá lo había prohibido, fueron noches largas las que había pasado llorando en su falda, preguntándole por qué yo era tan fea, y ella consolándome diciendo que parará que eso no era verdad, que algún día lo entendería.

A los 16 años, un año luego que él se esfumará de mi vida, ingresé a la universidad, no fue difícil, porque para una chica que no destaca por su belleza, es bien fácil concentrarse en estudiar.

Siempre Fuiste túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora