Luna |I|

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Dicen que cuando te enamoras de alguien, solo quieres pasar todo el tiempo con esa persona. Y la verdad, es que a mi me pasa con Camila. Ella es una chica alocada, directa y pervertida, y yo, digamos que soy un poco más tímida. El problema de mi amor hacia ella, es que no sé si le gusto, es más, no sé si tan siquiera le atraen las mujeres. 

Oh, vaya modales, no me he presentado, soy Paura. Y ahora mismo estoy en el césped del jardín, de la casa donde vivo con mi mejor amiga, la misma de la que estoy enamorada. Mirando lo más bonito que existe, después de Camila, claro está; el cielo nocturno.

Siempre me ha gustado ver las estrellas y la luna, brillar en la noche, cada vez que miro la luna, pienso en mi amor. Ella es mi luna, me contagia ese brillo que sólo ella tiene, es la luz en medio de la oscuridad.

Disipo mis pensamientos al escuchar la puerta corredera de casa abrirse, me giro y veo a Camila, mirándome con una ceja alzada. Probablemente se deba, a que son las cuatro de la madrugada y no debería estar aquí fuera.

—Camila...—susurro viendo a la morena sonreírme.

—Vuelve dentro Paura, es muy tarde y puedes resfriarte.

Asiento y la sigo dentro de casa, veo que está hablando con ese tal Ashley. No puedo evitar arder de celos, al verla sonreír como una tonta. Acelero el paso y entro en mi habitación, cerrando la puerta de golpe. El golpe hace que Camila venga a mi habitación, pero en vez de pedir perdón por mi comportamiento, la ignoro. Ella se da cuenta de eso y se sienta a mi lado en la cama.

—¿Qué te pasa?—dice ella con una mueca de preocupación.

—Nada. Vete a hablar con ese estúpido de Ashley.

Camila sonríe, como si comprendiese algo que yo no entiendo. Decido girarle la cara y mirar la pared.

—Estás celosa de Ashley—dice burlándose de mi.

—No es cierto—susurro para mí, intentando convencerme de eso.

—Si lo es, admítelo, me quieres —bromea Cam, yo me limito a sonrojarme y dirigir mi mirada a mis manos, nerviosa.

—N-no es verdad...—digo mirando mis manos juguetear nerviosas.

—Si es verdad. Bebé te amo, solo a ti. Paura, estoy enamorada de ti—susurra Camila tomando mis manos y apretándolas con sus suaves manos.

—¿En serio?—digo mirando sus ojos almendrados, ella asiente y me da un pequeño beso en la comisura del labio.

Ese gesto, hace que me sonroje mucho, algo que parece entretenerla.

—Yo también te amo, Camila... —digo en un suave susurro, acercándome a su oreja.

La morena se acerca a mí y me besa detrás de la oreja, provocando que un suspiro abandone mis labios. Ella, no contenta con un suspiro, acerca sus labios a los míos, pasando la lengua en ellos para humedecerlos. Se aproxima a mi, y yo debo parecer un semáforo de lo roja que estoy.

Me toma del cuello y une nuestros labios, al principio de forma lenta y pausada, pero luego de forma más apasionada. Camila, empieza a bajar los besos por mi cuello, a lo que yo me pongo nerviosa. Pasa su lengua por mi cuello jugueteando, para luego tomar mi camiseta por el bajo.

—C-amila... —digo jadeando— ¿quieres hacerlo?

—Claro, bebé. Te amo más que nada y quiero que seas mía de todas las formas que pueda tenerte—susurra ella con voz entrecortada, por el placer.

Con esas palabras, dejo que retire mi camiseta, ella me besa el hombro, en un intento por tranquilizarme. Me besa el cuello, mientras yo intento sacarnos los zapatos, misión que cumplo con éxito. Camila me vuelve a besar con pasión y me muerde el labio al separarse.

Le quito la camiseta dejando ver así su sujetador negro, el cual desabrocho con cuidado, para posteriormente deslizarlo por sus brazos. Ella hace lo mismo conmigo, soltando mi sujetador, yo avergonzada, me tapo con las manos.

—No tienes nada que esconder, eres perfecta cariño—me susurra en el oído, para después dejar un beso en mi cuello.

Me sonrojo, pero quito los brazos y los dejo a mis lados. Camila de mientras, baja su cabeza a mis pechos y pone su lengua sobre mi pecho izquierdo, brindándome placer, lo que hace que gima. Ella empieza a succionar mi pezón mientras con la otra mano, estimula el otro pecho. Yo solo puedo gemir su nombre, algo que parece encantarle.

Ella sigue chupando mis pechos, pero luego se dirige a mi vientre, donde deja una serie de besos, y luego termina, chupando desde mi ombligo hasta lo más alto del vientre. A continuación, desabrocha el cierre de mis pantalones, y los desliza por mis piernas con cuidado. Miro sus ojos y veo una mirada que nunca antes había visto, una mirada de deseo, una mirada consumida de pasión.

Una vez mis pantalones han desaparecido, me dedico a desabrochar sus pantalones también, recibiendo ayuda de ella para hacerlo. Ahora, las dos estamos solo en bragas, lo que me emociona ya que estaré más cerca de mi amor, pero también me asusta, no quiero hacer nada mal.

Camila parece ver mi miedo y se acerca a mis labios peligrosamente, uniéndolos con firmeza, tomándome de la mejilla con su suave mano. Me separo de ella y jadeo excitada, la pongo debajo de mi, y empiezo a besar sus pechos con devoción. Masajeo sus suaves pechos y luego me dedico a pasar mi lengua por ellos, ella se limita a gemir mi nombre.

Ella vuelve a colocarme debajo de ella y se dirige a la cúspide de mis muslos. Sonríe excitada, me baja las bragas con suavidad, se dirige a mis partes bajas y mete un dedo en mi vagina, lo que hace que me estremezca de placer, empieza un vaivén con sus dedos, para luego bajar su cabeza y meter su lengua sin pudor.

Camila empieza a meter su lengua implacable, lo que hace que me excite mucho hasta llegar al clímax y me corra en su boca. Ella chupa sus labios, probando mis jugos, lo que hace que me sonroje violentamente.

—Es tu turno—digo tímida, poniéndome encima de sus caderas, dejando su cuerpo debajo del mío. El roce de nuestros sexos produce gemidos por parte de las dos.

Bajo su ropa interior, dejando a Camila gloriosamente desnuda a mis ojos. Meto un dedo en su interior y creo un vaivén, haciendo que la pelvis de ella se mueva al compás de mis dedos. No aguanto más y dirijo mi cabeza a la cúspide de sus muslos, donde introduzco mi lengua y hago movimientos circulares dentro de su sexo. 

Sigo así por un tiempo hasta que siento que ella se estremece y deja ir sus fluidos, alcanzando así el clímax. La morena me coloca a su lado en la cama y pasa un brazo por mi cadera, acercándome a ella.

 —Eres preciosa, Paura. Te amo, has estado genial, mi amor—dice Camila cogiendo mi nuca y acercando mi cara, haciendo que nuestras frentes se unan.

—Tú eres increíble, cariño. Te amo mucho, no me dejes nunca—susurro con miedo.

—Claro que no, bebé —dice Cam separándose de mí y dándome un beso en la punta de la nariz— Ahora descansa, debes estar agotada.

Asiento y cierro los ojos, cayendo en los brazos de Morfeo, al lado del amor de mi vida. De Camila, la chica que más quiero.


One-shots PaumilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora