Hola, soy Paura, soy una chica tímida que siempre está sumida en sus pensamientos mientras escucha rock a través de sus auriculares. Muchas personas me llaman antisocial, quizá tengan razón, no soy demasiado sociable.
Estoy dirigiéndome hacia mi nueva habitación, después de haber causado algunos problemas en mi anterior instituto. Vale, lo admito, incendié el pelo a una profesora. En mi defensa diré que esa vieja me suspendía porque le caía mal. El caso es, que no es la primera vez que me expulsan de una escuela, así que mis padres me metieron en este internado. Así es como acabé encerrada en este lugar.
Una vez delante de la habitación, pongo la llave en la cerradura y abro la puerta. Una vez que he abierto la puerta, arrastro mi maleta hasta una cama vacía de la habitación. ¿Cómo es la habitación? Es grande, tiene dos camas, las paredes son azules oscuro y el suelo es blanco. La parte de la habitación de mi compañera, está muy desordenada, tiene ropa tirada por todos lados y creo haber visto una rata en la cama.
En la pared hay una pintada que pone ''Camila es la reina'', supongo que esa tal Camila, será la dueña de esa cama apestosa. Escucho el ruido de unas llaves y me giro, con mi mirada encuentro los ojos de una morena, unos ojos penetrantes y atrayentes. Al verme, los ojos irradian enfado y frialdad, creo que esta chica está enfadada.
—Hola, soy Paura, pero puedes llamarme Pau. Parece ser que soy tu nueva compañera de cuarto —digo con una sonrisa extendiendo mi mano para darle un apretón a la suya.
Camila me mira la mano y me mira la cara, vuelve a mirar mi mano y hace una mueca de asco. Continúa mascando el chicle y se lo saca de la boca, me lo deja en la mano y me regala una sonrisa falsa, a continuación se sienta en su cama.
—¡Eso fue muy maleducado por tu parte! —exclamo al ver que no tiene intención de disculparse.
—Cállate ya, me das dolor de cabeza, chillona —dice ella enfadada, mirándome con fastidio, como si mi presencia le arruinara la vida.
Me siento en mi cama y miro mis pies colgando de ella, juego con mis pies y suelto un suspiro. Camila se levanta de su cama y se sienta a mi lado. Busca mi mirada, y yo, tímida, la esquivo.
—Eres todo un misterio nueva, me gusta. Me llamo Camila, ¿cómo acabaste aquí? —dice intentando animarme.
—Incendié el pelo a mi profesora...¿y tú?—susurro con voz débil, que ella parece escuchar.
—Quemé la casa de mi padrastro.
—¿Por qué lo hiciste? —digo atreviéndome a mirarle a los ojos.
—Me llamó niña mimada, además golpeaba a mi madre, pero ella estaba tan enamorada que no le daba importancia. No me arrepiento de hacerlo—dice con una sonrisa culpable.
Le sonrío y vuelvo a mirar mis pies, ella se agacha delante de mí y me coloca un mechón de pelo detrás de la oreja, se queda embobada mirando mis ojos, yo hago lo mismo. Desde que miré sus ojos sabía que sería mi más grande pecado, cosa que acabo confirmando cuando Camila aprieta sus labios contra los míos.
Quedo impresionada y cierro los ojos, ella sujeta mi nuca y me acerca más a ella, a lo que respondo con un jadeo de deseo. Camila se levanta aún sin separar nuestros labios y se sienta encima de mis piernas, cuando ella se ha separado, junta nuestras frentes, dejando escuchar nuestras respiraciones exaltadas.
—Camila... —susurro tocando mis labios, sonrojada.
—No hables, solo disfruta.
Después de arrastrar las palabras, vuelve a unir nuestros labios, pero esta vez, Cami abre más la boca y introduce su lengua en mi boca, lo que hace que gima. Ella se quita la camiseta, dejando a mi vista su sujetador negro de encaje, con el icono de playboy a un lado. Hago lo mismo y me quito la sudadera, dejándome en sujetador, mi sujetador es azul oscuro.
Camila se levanta y se quita sus pantalones con rapidez, y cuando solo está en ropa interior, se agacha y desabrocha mis pantalones. Yo estoy muy avergonzada, mientras ella baja mis pantalones y los tira en cualquier lado de la sala. Recorre mi pierna a besos y me da un lenguetazo en mi muslo derecho. Me guiña un ojo y me quita las bragas, dejándolas tiradas en el montón de ropa que se ha formado en la habitación.
Me estira en la cama, no sin antes quitar mi sujetador. Dirige una mirada pervertida a mi cuerpo desnudo, yo me limito a sonrojarme y intentar tapar mis partes íntimas con mis manos, pero Cam me quita las manos y baja la cabeza, mirando mis pechos. Da un lenguetazo a mi pecho derecho y absorbe mi pezón, dejando así, una ráfaga de placer recorrer mi cuerpo con violencia.
Camila, después de besar con devoción mis pechos, baja sus besos por mi vientre y los dirige a la cúspide de mis muslos. Empieza a meter su lengua con rapidez, y yo suelto gemidos, estando a su merced. Ella continúa hasta que me corro con avidez, estoy roja y mi respiración ha dejado de ser acompasada y ahora está exaltada.
Me levanto y pongo a Cami debajo de mí, le quito el sujetador, me siento en sus caderas y empiezo a dejar un riego de besos por la boca, el cuello y las clavículas. Mis besos se dirigen a sus pechos, donde les doy atención con las manos y la boca. Mi boca va bajando por su vientre plano y llego a la altura de la bragas, las bajo con suavidad, sin perder la mirada con ella.
Meto mis dedos para excitarla, lo que hace que ella gima y se mueva al vaivén de mis dedos, yo, ya excitada, bajo la cabeza a la cúspide de sus muslos, donde dedico toda mi atención con la lengua. Consigo que llegue al climax y se corra en mi boca, chupo los jugos que ha expulsado. Al pensar en lo que acaba de pasar, no puedo evitar ponerme roja.
—Me gustas Paura, siento una conexión entre nosotras.
—Camila, yo también la siento. Déjame conocerte más —susurro para mí misma, mientras veo a mi nueva compañera de habitación vestirse.
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One-shots Paumila
RomanceSerie de one-shots del más genial, el más épico ship de todos... *hace un arco iris con las manos* el Paumila. Advertencia: contenido explícito, así como sexo y contenido vulgar.