How much doesn't matter

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¿Cuánto me quieres?

Me dices, respirando la pregunta en mi cara bajo el cartón que nos cubrió toda la tarde, primero del sol y ahora de la lluvia, mientras seguimos acostados en el pasto marchito del patio. Tu sonrisa burlona se amplía cuando ves que abro los ojos como un pez y cualquier respuesta tonta se desvanece entre los dientes y la colilla vieja del cigarrillo. Sabías que no podría contestarte enseguida.

Porque en ocasiones como esta, la escasa luz me impide leer tus ojos y no sé si estás preguntándolo porque te divierte o porque en el fondo en serio quieres escucharlo de mí. Si digo la respuesta correcta sonríes y me besas; si no, sólo me das la espalda y sigues fingiendo dormir, ajeno a las gotas que humedecen los jeans que no alcanza a cubrir nuestro domo improvisado ¿Cuál sería la respuesta correcta para ti? Justo ahora, justo aquí.

Pienso en tocar tu mandíbula con mis dedos llenos de tierra y pintura, pero creo que tomarías eso como una manera de ignorar tu pregunta, y de alguna forma sé que te ofendería más que darte una respuesta insatisfactoria.

Miro directo a tu rostro, y cuando creo que he tardado demasiado me doy cuenta de que no, porque aún sonríes. Mostrando las perfectas líneas no paralelas de tus dientes.

Y creo que es absurdo que preguntes esto, porque ya lo sabes. Sabes todo de mí, incluso mejor que yo.

Sabes que te amo, con la misma intensidad con la que odio las estúpidas cursilerías que siempre uso para conquistar a una chica. Sabes que para mí la cantidad nunca ha sido tan importante como la cualidad, y que la pregunta que has hecho es incorrecta. Porque lo importante aquí no es cuánto te amo sino cómo te amo.

Te amo todos los días, como puedo. Con todo lo que tengo, incluso si para ti no llega a ser suficiente. Incluso si nunca te has quejado.

Ya lo sabes, idiota.

Sonrío. Y consigo que tu sonrisa se ensanche. Y aunque no sé si es realmente lo que quieres oír en el fondo, sé que es lo adecuado en el momento. Porque cuando estiro la mano y mancho tu barbilla de arcilla, cuando acerco tu rostro al mío, no te niegas.

Porque dejas que te bese sin perder la sonrisa, y entierras con la suavidad perfecta las líneas imperfectas de tus dientes en mis labios.

DrabblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora