Capítulo 1.

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- Camila! Despierta! Llegaremos tarde a la reunión, venga, despierta. 

La chica morena apretó los párpados frente a la molesta voz que la sacaba de su fugaz descanso de 3 horas, pero que le hizo volver a la realidad luego de mover su cuerpo perezosamente.

- Gracias por despertarme, vamos.

Arregló un poco su cabello caminando a través del pasillo hasta la sala de reuniones de la tercera planta. Deseó internamente que las 12 horas de turnos no se le notaran en el rostro, y que su perfume aún lograra notarse.

- Ey, ¿Uniforme nuevo? – Dijo entre risas el alto joven de cabello negro y tez nívea.

- Haha sí, ya sabes, sería imposible quedarme con la ropa formal corriendo de un lado a otro en urgencias, además, así puedo llevar los tenis sin problemas.

Andrew abrió el pomo de la puerta metálica escuchando ya algunas voces tras la puerta.

- Dr. Hamilton, disculpe nuestro retraso. – Mencionó la morena.

El hombre con canas sólo hizo un gesto afirmativo, y así Camila y Andrew tomaron asiento en la sala que se componía de una larga mesa central con varios asientos a su alrededor.

- Buenos días, espero que sea una excelente semana para todos... Como sabéis, hoy a nuestro servicio de cirugía se unen dos grandes profesionales, los cuales espero podáis recibir con gratitud y trabajar por y para el bien de nuestros pacientes. –

Camila miró de soslayo a Andrew quien sólo levantó levemente una de sus cejas color negro.

- En fin, ellos llegarán en 1 hora al hospital, por lo cual, sólo me queda decirles que el día viernes tendremos una pequeña cena y recepción para ellos, estáis todos invitados, con un acompañante... Siempre y cuando no les toque turno de residencia o de urgencias.

La emoción y desacuerdo de quienes estaban ahí se hizo notar con leves murmullos los cuales se silenciaron sólo con la mirada seria del jefe del servicio.

- Podéis volver a sus servicios, buenos días doctores, que sea un excelente día para salvar vidas.

Andrew miró de forma graciosa a Camila quien sacó rápidamente del bolsillo de su bata su móvil para revisar si tendría la noche del viernes libres o la mañana del sábado, a lo cuál sonrió con victoria.

- Podré ir! – Mencionó con una sonrisa.

- Que injusto, tengo guardia todo el fin de semana... - Andrew hizo un puchero.

- Pues celebraré por ti haha, incluso, debo decir que estoy ansiosa por conocer a los nuevos cirujanos. – Se mordió levemente su labio inferior.

- Anda, anda, tira, que te lías.

Ambos salieron de la sala de reunión, Andrew sugirió tomar un rápido desayuno en la cafetería del primer piso antes de comenzar con sus respectivas rondas a las 8.00 am. Ya cuando se encontraron terminando las tostadas el chico de cabello negro comenzó a revisar su móvil.

- Sabes que odio que hagas éso. – Frunció el ceño la chica.

- Pareces mi novia regañándome, y te recuerdo que no lo eres.

- Lo sé, pero no deberías hacerlo, a las chicas no les gusta éso.

- Podrías darme tú más concejos de ésos ¿No crees?

Camila rió, Andrew le parecía hasta casi tierno, tenía aquella apariencia de un chico tranquilo, los ojos del mismo color de ella, y unas manos que parecían de mármol, y estaba segura que algún día se convertiría en el mejor neurocirujano de la ciudad.

- Por cierto, ya me ha llegado la interconsulta de tu paciente que necesita una evaluación pre operatoria. – Mencionó la chica.

- Sí, la verdad es que está bastante mal, no creo que las secuelas sean pocas.

La morena arregló un mechón de su cabello atrás de la oreja, y miró el reloj que se encontraba en la pared.

- Debemos ir, espero tener libre el almuerzo. – Camila se levantó, y pasó una mano por los cabellos de su amigo.

- Hasta ahora.

Se colocó fuera de las puertas del elevador mientras revisaba el correo en su móvil, cuando sintió que otra persona se colocaba a su lado.

- Buenos días, ¿Cuál es la planta del servicio de cirugía? – Mencionó calmadamente la otra persona.

- Quinta. – Respondió sin quitar los ojos de la pantalla, sin importancia.

- Gracias...

Cuando las puertas se abrieron Camila entró primero aún sin despegarse de su misión de revisar todos los correos antes de comenzar las rondas.

- No pensé que haría tanto frío aquí en Chicago. – Rompió el silencio la voz.

- Pues hasta ahora créeme que está soportable. – Dijo Camila mientras se mordía el labio al ver un correo sobre el seguro de su carro.

- ¿Sabías que la vida es más que estar mirando la pantalla de tu móvil todo el tiempo?

La morena alzó la mirada y al momento quedó completamente hipnotizada por los ojos color esmeralda que la observaban con detalle. Aquella chica era hermosa, sus cabellos negros caían de forma desordenada sobre sus hombros, llevaba sólo un poco de maquillaje y una cazadora de cuero negro.

- Además tienes una lindo rostro. – Sonrió levemente la chica.

Camila sintió un leve rubor en sus mejillas, por lo cual apartó sus ojos por una milésima de segundos, pero volvió a observar con detalle el rostro de su acompañante.

Las puertas se abrieron en la cuarta planta, en la cual Camila debía bajar, cuando se dispuso hacerlo la chica le sonrió e interrumpió el extraño momento.

- Lauren Jauregui, la nueva cirujana cardiovascular. – Extendió la mano.

- Camila Cabello, cardióloga residente. – Devolvió el saludo.

Lauren hizo una sonrisa con sólo una de sus comisuras.

- Creo que ya me gusta trabajar aquí.

Camila sólo se dio media vuelta y comenzó a caminar con una sonrisa en el rostro. 

Latidos. (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora