d i e c i s i e t e

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Capítulo 17




Me dirigí a mi casa. Estaba lejos pero no iba a ir con él en el coche.

No quería llorar, pero acabé haciéndolo. Mis lágrimas caían y con ellas el rímel de mis ojos, llenando así mis mejillas de agua salada y negro.

Caminé durante unas cuadras más y un coche se paró a mi lado.
— Sube — me dijo el conductor.

Subí al asiento del copiloto y le miré.

— Vamos a ir a tu casa y a hablar. Quiero saber que cojones ha pasado — me dijo Dani, yo asentí — Pero no llores, sabes que no me gusta verte llorar — me limpió la lágrimas.

— ¿Cómo sabías dónde estaba? — le pregunté extrañada.

— Sergio me avisó sabiendo que no te irías con él si te iba a buscar — dijo poniendo el coche en marcha de nuevo.




Llegamos a mi casa y lo primero que hice fue lavarme la cara y quitarme los zapatos.

Dani se sentó en el sofá y me espero hasta que estuve lista y me senté junto a él.

— Vale, cuéntame ¿Que ha pasado? — preguntó.

— Antes necesito una copa de vino — dije y traje dos vasos y una botella de vino tinto.

Serví la bebida y le conté a Dani. Se lo conté todo y acabé llorando de nuevo. Odio esto de ser una llorica, nunca lo he sido. Pero ahora viene Sergio y por su culpa soy la chica más llorica de Madrid.

— Sabía que ibais a acabar discutiendo — suspiró Dani — Lo único que te puedo decir es que con Sergio no va a ser lo mismo como tu quieres, han pasado muchas cosas y tiempo entre vosotros

— Lo sé, no quiero que esto me afecte pero es imposible. Me sigue gustando — llevé mis manos a mi cara tapándomela sabiendo que las lágrimas saldrían de nuevo si no las paraba.

— Quizá es que te gusta la persona equivocada — dijo Dani.

Levanté mi cabeza y Dani estaba muy cerca. Tan cerca que podía sentir su respiración.

— Que... que haces — mi voz era baja debido a la distancia entre los dos.

Me besó.

No sabía como reaccionar, pero le seguí el beso. Sí, se lo seguí. Besaba muy bien.

Pasó sus manos por mi espalda y me acercó más a él.





Mis ojos se abrieron. Me dolía la cabeza y la luz del sol no ayudaba.

Me incorporé y pude ver que no estaba sola en la cama.

¡Santo Di Stefano! ¿Qué coño había hecho? Levanté la sabana y sí, estaba desnuda.

— Dani, despierta — le moví.

— Buenos días — dijo él abriendo los ojos.

— ¿Dani que cojones hicimos anoche? — le dije histérica.

Él miró debajo de la sabana y se incorporó rápido.

— Joder — pasó su mano por su cara intentando organizar sus pensamientos — No debimos beber vino — espetó.

— Lo sé, pero lo necesitaba — le dije lamentándome — Dios mío, lo hemos hecho.

— Tranquila, Sof, ni siquiera nos acordamos y fue bajo los efectos del alcohol — intentó tranquilizarme.

— Ya pero Dani que hemos follado, joder — intenté tranquilizarme pero es que había follado con mi mejor amigo.

— Lo sé, pero vamos a hacer como si esta noche no hubiese pasado y vamos a olvidarnos de esto — dijo levantándose y vistiéndose.

Yo hice lo mismo y bajamos a desayunar.



Estaba sentada en una silla de la terraza pensando en mi vida.

Lo de Dani fue un error, y se que para él también lo fue, lo que me alivia porque lo quiero como amigo. Era mi mejor amigo y esto no volverá a pasar. Sólo somos dos amigos que se pasaron bebiendo y acabaron en la cama. No pasa nada, todo hablado y arreglado.

Y pensé en Sergio. Quizá fui demasiado dura, o quizá lo fue él. Estoy tan confusa.

Hoy era 5 de marzo. Dos días para mi cumpleaños.

Precisamente hoy era el cumpleaños de mi abuela Ángeles y vivía en Madrid. Iría a visitarla.

Me vestí:

Me maquille un poco y me hice una coleta

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Me maquille un poco y me hice una coleta.

Salí del piso y fui andando hasta casa de mi abuela, no quedaba muy lejos de aquí.


— ¡Feliz cumpleaños! — dije con una sonrisa en la cara al ver como mi abuela abría la puerta.

— ¡Sofía! — gritó ella de emoción.

Nos dimos un abrazo y me dejó pasar. Tomamos algo juntas y hablamos de muchas cosas, pero inevitablemente vio que llevaba mala cara.

— ¿Estás bien, cielo? Tienes mala cara — me preguntó mirándome con preocupación.

— No te puedo mentir, abuela — le dije con media sonrisa — Es por Sergio

— ¿El niño con el que siempre estabas de pequeña? — preguntó sonriendo.

— Sí — sonreí nostálgica — Pues estuvimos 10 años sin vernos y nos hemos vuelto a ver esta semana

— ¿Y eso que tiene de malo? — preguntó mi abuela.

— No, si eso es lo bueno. Lo malo es que el otro día discutimos echándonos en cara los años que llevamos separados y todo eso y ahora estoy muy mal porque me sigue gustando — dije empezando a llorar otra vez.

— Cielo — dijo ella con un pañuelo secando mis lágrimas — Es normal que discutais, todos discutimos y más si es con la persona que te gusta

— Ya pero es que ya no se que hacer ni que pensar, quiero estar bien con él pero me acuerdo de su esposa y de que parecía que me ha olvidado y... — escondí mi cara entre mis manos.

— Escucha, cielo. El amor es así, no podemos cambiarlo — dijo ella agarrando mis manos — Mi consejo es que le perdones, si es tu amigo de verdad sabrá recapacitar. Y quién sabe, puede que acabéis juntos — ella sonrió.

— No sé, abuela. ¿Tu crees? — dije secando mis lágrimas.

— Pues claro. Recuerdo que tu abuelo y yo eramos amigos y un día él me dijo que le gustaba, con la suerte de que yo estaba enamorada de él — dijo ella recordando.






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Mejores Amigos. Sergio RamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora