Prólogo

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Llega el momento en el que te enamoras, en el que sientes esas mariposas en el estomago o esa sensación que cada que ves a esa persona hace que tu cuerpo se estremesca.

Vale, yo era de esas personas que no creía en eso, y es que ya había salido con varios chicos, y nunca lo había sentido. Tal vez me encariñe, pero no, no me enamoré, y lo sé porque cada que me enfadaba de ellos, simplemente los dejaba.

Pero bien dicen que la vida no se queda con nada, y ahora puedo decir que es cierto, no se queda con nada.

Me enamoré, me enamoré del tipo menos correcto. Él, era el chico que no me imaginé que sería, y simplemente le entregué mi corazón, mi confianza, mi amor, lo único que hizo fue mandarlos al carajo.

Sufrí como nunca me imaginé que lo haría. En ese momento fue cuando me pregunté el porque las personas se enamoran una y mil veces más, porque si saben lo que duele, como es que pueden soportarlo.

Yo solo aprendí a fingir una sonrisa y aparentar que no me destrozó por dentro, supe seguir con mi vida como si no hubiera pasado nada, pero muriendo por dentro. Fue cuando me di cuenta que en ese presiso instante me fui a la mierda.

Pero de lo que si estaba más que segura, era de que no me volvería a enamorar.

Y lo cumpliré, ¡NO ME VOLVERÉ A ENAMORAR!.



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