Recién acabábamos de llegar a la estación de King's Cross y mis padres no tardaron nada en correr hacia los brazos de los señores Greengrass, incluyendo a su pedante, egoísta y patética hija Astoria.

Irritada y traicionada, traté de encontrar a mis amigos entre tanta multitud, algún indicio de cualquiera de ellos me hubiese resultado bien con tan mal humor que traía pero la suerte se negaba a cederme esta batalla.

-Hija, deja de estirar tanto el cuello y las piernas, terminarás en África junto a tus primas las jirafas.

-Madre... -antes de terminar ya me tenía entre sus brazos. Sollozando y con la voz temblorosa me dijo al oído.

-Cuidate mucho amor, has alguna travesurilla para que pueda verte antes de las vacaciones, prometo no ser tan dura...

Reí ante su ocurrencia, tomé sus pequeñas y finas manos y las besé. Me dirigí hacia mi padre y lo tomé entre mis brazos, no se si los vería de nuevo para Navidad ya que tenían trabajos pendientes al igual que yo.

-Debes hacer lo correcto Cressida, confió en que lo harás-murmuró cerca de mi oído.

-¿Y qué es lo correcto, padre?

-Eso te lo dejo a ti, siempre sigue a tu corazón, él te llevará a los deseos más profundos que tienes y que tu mente ignora.

Asentí, por último tomé mis cosas y por el bien de mi compostura, corrí hacia el Expreso de Hogwarts, divisé a mis padres más allá de la multitud y me despedí por última vez olvidándome de los problemas que nos atormentaban.

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-¿Siempre es así de grosero?-Preguntó una niña de segundo año. La pequeña Ravenclaw le traía un regalo a Draco pero él lo rechazó con bastante desagrado.

-Hasta cuando duerme.

La niña se me quedo viendo con los ojos abiertos por la sorpresa. Debí pensar antes de hablar, ahora lo malinterpretaría todo y crearía toda una novela en su mente con su amor platónico, ¡Bah! que piense y se imagine lo que quiera.

-¿Pasa algo?-Soltó el libro que traía entre sus manos y me miró esperando mi respuesta.

¡Demonios! no esperaba verlo tan pronto. Quería verlo, sí, pero esperaba que fuera después de la cena.

-Nada, tengo que ir con Blaise. ¡Adiós!

Corrí hasta el vagón de los Ravenclaw, donde sabia que no me encontraría.

Básicamente, era una cobarde.



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Cressida en Multimedia

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