Iguales.

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La nieve cae llenando todo de esperanza. Todo es paz y alegría,
pero hay algo malo, algo que desentona entre tanta pureza.

La sangre tiñe el blanco manto y el color carmesí resalta aún más su pálida piel, la cual podría pasar desapercibida entre la nieve. Sus ojos entrecerrados también cambian; ese azul cielo se vuelve rojo fuego y sus blanquecinos cabellos se tiñen de negro azufre.

No sabia que había hecho, ni tampoco quien era el culpable de su desdicha.

Sus alas antes brillantes se ennegrecían poco a poco.

Ella nunca había hecho nada malo. Por eso no se lo merecía. No se merecía algo como ésto.

La tierra se abrió bajo sus pies haciéndola caer en un vacío lleno de oscuridad constante.

Pasos retumbaron en el lugar provocando un dolor agonizante en su cabeza. Una mano negruzca se extendía hacia ella en la oscuridad. Ayudándola. Como nadie había querido hacer durante todo su sufrimiento. Unos ojos felinos la miraban con diversión y algo de comprensión ¿Acaso alguien más había pasado por tal horror?

Agarro la mano que se le extendía dubitativa, no sabía que le podía esperar.

De pronto todo su alrededor cambió. La oscuridad había desaparecido y ahora estaba en una habitación. Miró por la ventana y vio el exterior. Todo esta cambiado; dos lunas rojas y una presión al rededor. ¿En qué lugar se encontraba?.

Miró la habitación fijando la vista en un hombre que se encontraba a su lado. Rasgos finos, piel pálida y cabello oscuro, alto y elegante porte, alguien especialmente guapo y atractivo. Unos cuernos salían de su cabeza y sus colmillos asomaban por una afilada sonrisa a la vez que sus ojos carmesí se posaban sobre ella, quien lo miró sorprendida al verse cazada en su escrutinio.

-Ven, acércate.-su voz era suave aterciopelada.

Al principio dudó, pero nada mas ver las mismas manos que la habían sacado de la oscuridad obedeció. Se miraron a los ojos, realmente fue poco tiempo, pero para ella, fue una eternidad.

-¿D-Donde estamos?-Preguntó dubitativa.

-En mi reino. Donde están reunidos todos los demonios, tanto los que nacieron siéndolo como yo o los que son ángeles caídos-sonrió ladinamente-como tu. Por eso te encuentras aquí. En el castillo del príncipe de los demonios-Una risa escapo de sus labios, la cual intento cubrir con su mano, por lo que sus hombros vibraron.-Mi castillo. Aquí, en el inframundo, averno, infierno. cualquier nombre que humanos, como otros seres le han dado a mi hogar, ahora tuyo también.

Ella miró sorprendida. ¿Como era posible que su vida hubiera cambiado tan de repente?.

-¿Qué va a pasar conmigo ahora?-Su confianza repentinamente había aumentado. ¿El motivo? no quedar mal ante ese poderoso ser el cual le abrumaba con su simple presencia.

-La mayor parte de los que llegan aquí sin rumbo salen por su propia cuenta de la oscuridad, por lo que se quedan vagando en busca de carroña, son demonios bajos, los cuales no tienen casi poder. Dentro de estos hay muchas clases, pero eso lo iras aprendiendo poco a poco. Después éstas tú y los demonios de pura raza. Decidí sacarte de la oscuridad porque la maldad recorre cada poro de tu piel, la maldad quiere salir mas de alguna manera se lo impides. Es por lo que eres especial, más poderosa que los demás, aunque menos que yo.

Iba a seguir preguntando pero él la corto.

-Ya tendremos tiempo para esto, ya te he contado demasiado. Ahora te daré un pequeño privilegio. Todos me llaman príncipe pero tú; tú tendrás el privilegio de llamarme por uno de los nombres que más me ha gustado-Se acercó a su oído rápidamente, casi ni sus movimientos pudo ver-Sebastian Michaelis.-Después de pronunciar estás palabras mordió su oreja levemente.

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⏰ Última actualización: Nov 02, 2021 ⏰

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Sebastian Michaelis [One-shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora