LA DESPEDIDA INOLVIDABLE

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Un día en particular miré hacia la calle, una común y corriente en la cual había una luz incandescente que iluminaba todo lugar donde pasaba; me lleno de intriga saber su nombre y sin pensarlo dos veces pagué mi café y salí de mi lugar preferido para pensar en todo el mundo. Me acerqué a una mujer impactante por su belleza, la miré y fue como ver un ángel que calló del cielo, tardé en hablar pero por suerte ella me saludó con curiosidad y siguió un "¿puedo ayudarte?" con dulzura. No tuve palabras pues su voz como la miel y su manera suave y delicada de hablar me llenó de ilusión, de un anhelo de ser algo en su vida. Le conteste: " lo siento sólo quería hablarle a una estrella en tierra ". Rió un poco, torció los ojos y me miró estupefacta por mi falta de práctica en la seducción, en ese momento aclare cualquier duda que yacía en mi mente permitiéndome imaginar un millón de posibilidades entre ella y yo, pero también me sonrojé. La invite a salir y accedió, la lleve a la cafetería que frecuentaba y a la fuente de los deseos, decían que era un lugar mágico y que te daría una buena experiencia.
Una vez dentro del café pedí un té de frutos rojos, el cual me empañó ligeramente los lentes mientras la miraba tomando un americano y haciendo un recorrido visual por el establecimiento, parecía que jamás había estado allí. Eso ciertamente me extrañó teniendo en cuenta lo pequeño del pueblo pero... A ella tampoco la había visto. En algún momento nuestras miradas se cruzaron, no podía creer que a pesar de lo incómodo que era no podía dejar de mirar sus ojos marrón claro así que pasaron unos segundos de silencio, entablamos una conversación sencilla, tan sólo para saber que su color favorito es el verde menta, que prefiere un paseo en bicicleta a un domingo de claustro o que si pudiera viviría en una biblioteca.
Una vez en la fuente de los deseos dimos dos o tres vueltas por la plaza que contenía el chorro decorativo, hice un par de chistes flojos acerca de cuanto me gustaría tener una lámpara con un genio adentro, esto llevó a que nos sentáramos a la orilla de la fuente principal, un lugar que comúnmente se usaba para fotos en pareja (y no me disgustaba la idea de estar allí con ella).
-Deberíamos pedir un deseo - comenté
-   No es una mala idea - giró su cabeza hacia la mía y guiñó un ojo - Al fin y al cabo haría mi estancia aquí un poco más interesante - vi que buscaba en sus bolsillos un centavo, no pude evitar ofrecerle uno rápidamente, y ella lo tomó; en ese momento cerró los ojos, pegó sus manos a su pecho con fuerza y en silencio vi cómo se movían sus labios... Oh carajo!, donde estuviste toda mi vida.
Fui el sujeto mas afortunado del mundo ese día pero lo fui más a la hora de la despedida, visto que no teníamos mucha confianza aún me permitió acompañarla a la estación de autobuses, la despedida fue puntual, pero sin duda alguna significativa: "Gracias, me divertí mucho, en realidad me gustaría se repita" .Le respondí con un gesto de boca abierta y  desconcierto, seguido de una risilla y de: "Así será y... Será mejor que hoy, ya lo verás".
Llegó el autobús que la llevaría a su casa y había algo extraño en esa situación, sin embargo estaba lo suficientemente distraído para no notarlo, me dio un beso en la mejilla y sentí que mi cara tomaba colores, se dio la vuelta, subió unos escalones y retornó a mí - no sé si lo notaste, pero no sabes mi nombre - Caí al suelo desde una nube en ese momento, ¡Era verdad! No sabía su nombre, fui tan tonto a lo largo de la cita que ni siquiera se lo pregunté, parecía hacerle gracia y por eso no se presentó - te lo diré a la próxima, sólo anota mi número - gritó algunos números y con mucha suerte los recordé, volvió a emprender camino hacia una silla del bus y se alejó en esa noche tan fría.
Ella fue el centro de mi universo en ese momento, nos alejamos un poco y sin mas nos seguimos alejando, registré su número celular en mi teléfono y caminé hacia mi casa, no dejaba de pensar en la despedida, una situación cómica pero sentimental,  que me demostraba que estaba a su merced. Dicha despedida jamas la olvidare.
Días después mientras caminaba por la calle nos encontramos, la dama salía de una casa del mismo barrio en el cual vivo, llevaba un saco azul con parches en los codos, unos vaqueros , blusa negra, bufanda y botas beige, se veía hermosa. Habían pasado tres días desde la última cita, el tiempo fue provechoso pues pude reflexionar sobre mi prisa, es verdad que sentía algo por ella pero no debía hostigarla. En ese caso dejé que siguiera su camino y yo seguí discretamente tras de ella; me pareció que su recorrido era muy similar al de mí destino, al punto que cuando pasamos frente a mi café favorito me torné amarillo de los nervios, por suerte siguió de largo y pude parar frente a la puerta de la cafetería, aún con los ojos fijos en ella.
Cuando hubo pasado una semana me decidí a llamarla, mis células una a una me pedían a gritos que lo hiciera, tragaba saliva sin fin antes de marcar y temblaba en el frío de mis manos, respiré hondo y marqué.
- ¿sí?, ¿quién habla? - Esa era su voz, la reconocí sin problema - ¿Aún puedes recordarme? - dije esperandl obtener un poco de seguridad, a lo que respondió - tienes suerte, de haber esperado otro día más no sabría ni siquiera que nos hemos visto - Los nervios se redujeron considerablemente y seguimos charlando un rato, transcurridos varios minutos la invité a caminar y comer algo, la cité en la parada de autobuses en la cual nos despedimos en la anterior ocasión, me sorprendió notar que no lo pensó mucho. Tenía poco tiempo, tenía que estar allá a las ocho y eran las siete, no sabía que poner y había gastado media hora buscando un peinado prudente, dada la hora de la cita llegué al paradero. Era algo casual lo que haríamos así que no hubo mucha elegancia, sin embargo lucía un pantalón negro, una camisa azul claro y unas zapatillas, me gustaba su estilo sencillo. después me pregunto a que me dedicaba, yo le respondí que era porta y me enorgullezco de ello y antes de seguir con la charla o preguntarle cualquier cosa me pidió un poema y yo, con gusto le recité:" La rosa mas hermosa, del jardín la más preciosa, bella y resplandeciente siempre estarás en mi mente". Sin darme cuenta empece a recitar poemas por montones y la gente empezó a reunirse cuando reaccione ella estaba sonrojada y los demás personas del lugar aplaudían, me levante de donde estaba sentado la tome de la mano y la lleve a comer algo, ya estaba haciéndose de noche y el crepúsculo caía sobre nosotros, la lleve a el restaurante mas "fino" de la ciudad y no se imaginan cuanto tuve que ahorrar para esto, estando allí reímos mucho,hablamos bastante y me contó sobre su vida en Londres, vivió allá durante dos años y habían llegado a la ciudad hace poco y que esperaba la noticia para saber si se quedaban o se iban de nuevo a Inglaterra esa noticia me quedo rondando en la mente durante un tiempo pero esperaba que no fuera así, de nuevo el momento de llevarla a su casa esta vez nos quedamos en la entrada de su casa y nos miramos fijamente a los ojos durante cinco segundos sin decir nada, en silencio solo una mirada que decía mas que mil palabras, nos acercamos lentamente en dicho silencio y llego el momento del beso, sus labios rojos rosaron los míos y sin más ella luego de eso entro a su casa, yo por mi parte me aleje y discretamente me fui por el sendero que llevaba a mi casa, al entrar en mi casa brinque de la alegría y me fui a la cama sin preocupaciones, al parecer con ese beso se desvaneció el sentimiento de preocupación por su partida, la había pasado tan bien que no lo recordaba

SENTIMIENTOS DE UN POETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora