Recuerdo haber tenido tan sólo cinco años cuándo mi peso empezó realmente a molestarme.
Ponía tan sólo un pie dentro del salón de clase y ya era objeto de burla, empujones, sobrenombres hirientes. No podía comprender cómo esas ñiñas estaban tan delgadas y yo tan...gorda. En la calle era igual o peor, las miradas lastimaban.
Los años pasaron sobre mi, como un tractor pasa por sobre una pequeña flor.
«Me destruyeron, me destruyeron por dentro y eso era lo que dolía y mierda que me dolía»
Cumplí once años y el deseo de cerrar mis pulmones eternamente estaba presente en mi cabeza.
«¿Te lo imaginas? Las demás niñas descubriendo que los niños no eran tan asquerosos como ellas pensaban y yo queriendo terminar con mi existencia, algo malditamente mal estaba sucediendo.»
Quizás fue eso una de las razones por las cuales los niños nunca me han interesado, bueno, yo a ellos tampoco.
La única intención que tenía en mi vida era seguir escuchando los insultos de las niñas, de las niñas delgadas, pequeñas, perfectas. Era masoquismo, lo admito, pero por alguna razón prefería escuchar lo que me tenían que decir a imaginarlo por mi cuenta, mi cerebro me jugaba una mala pasada cada cuando intentaba eso y empeoraba.
Catorce años, descubrí la pequeña navaja. Ya no eran sólo las niñas las que insultaban.
No había oído hablar de eso jamás y claramente no era una buena pregunta para mamá. Una fuerte sensación recorrió mi espina dorsal en cuánto la hoja tocó mi piel. Se convirtió en mi adicción, demonios que lo hizo, era lo que necesitaba, una pequeña dosis en la noche, ahí exactamente cuando nadie notará mi ausencia, más que mi cama.
Algo salió mal.Mamá lo supo. Empacó mis cosas y me llevó a una clínica para locos.
«Yo no estaba loca, los locos eran ellos que hicieron que me odiara hasta querer terminar con mi vida.»
Condujo durante lo que parecían años. Estaciono y me sacó de inmediato del auto.
- No puedes seguir haciéndote daño Amy. No lo voy a tolerar por más tiempo.
Fue lo último que me dijo antes de llenar cuánto papeleo le mostrará la secretaria anciana e irse. Mientras yo sentada frente al escritorio veía su espalda cada vez más pequeña. Se iba, claro que se iba.
«Sin MI»
Recuerdo como en en esa silla mi corazón terminó de romperse.
«Nadie te quiere, ni tu padre, por eso te abandonó, ni tu madre que ahora hace lo mismo.»
Me hice una promesa ese día.
La chica gorda sería algo para recordar, de eso estaba segura.Técnicamente eso se volvió complicado en cuanto salí de la clínica ocho meses después.
Y realmente complicado cuando frente a la dulce secretaria May mi cabeza pesaba de vergüenza.
Ella se aclara la garganta bruscamente y me sonríe.
«Está asustada, me tiene miedo»
- Bien nena- dice en un hilo de voz- toma- me pongo de pie y miro la hoja que se encuentra en el escritorio, alzo la cabeza y sonrio.
- Gracias, May- su rostro es de sorpresa pero luego relaja su expresión y me obsequia una sonrisa dulce, como cuando crucé la puerta, como cuando no había leído aun mi informe.
Despacio acomodo mi mochila en mi hombro, tiro mi cabello hacia atrás y en tan sólo dos pasos estoy de nuevo en el pasillo.
«El camino de la vergüenza»
Leo la hoja, está señala la clase a la que debería ir «o en la que debería de estar» Historia, Profesor Matthew, Salón 74. Dejo escapar un gran suspiro.
«Demonios»
Camino lo que parece años, ¿En dónde está esa jodida aula?. Logro divisar a lo lejos una melena castaña, me aproximo para preguntar por el paradero de mi clase pero al acercarme noto que esa melena castaña no pertenece a una chica, y que tampoco está sola.
Una pareja se come en la esquina que oculta los casilleros. Camino, no, mejor dicho, corro en dirección contraria. Camino un poco más.
La campana inunda mis oídos.
«Vaya suerte, primera clase: perdida.»
Susurro una maldición mientras diviso en la hoja la siguiente clase. Biología, Profesora Brooke, salón 45.
Inmediatamente alce mi cabeza. ¡La tenía frente a mi! ¡Bien Amy!
Sonreí y por un segundo me dejó de importar el hecho de que las personas me vieran extraño, ¡Había encontrado la puta aula!
Ese segundo terminó.
«Fue bueno mientras duró.»
Nota de la Autora:
Demonios, lamento que sea pequeño pero en verdad quería publicarlo, no tardaré mucho con el siguiente!, gracias por leer, espero que les guste la historia.-CX