Capitulo 28

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Capitulo 28

¿Debo suponer que Álex murió? Pasé la noche entera leyendo delirium. Lo había dejado de leer por un momento, las lágrimas quieren salir de mis ojos, pero se secaban antes de salir, porque no era tristeza de verdad. Estaba de acuerdo con el final de este libro, no siempre se tiene el final feliz. Mi vida no era de finales felices. Eso era algo que ya me había dado cuenta, mis padres murieron cuando yo apenas era una niña. De mi padre no recordaba demasiado, pero de mi madre sí. Era una mujer muy decidida, muchas personas me decían con bastante frecuencia que yo me parecía a ella. Pero cada vez que me veo al espejo busco algo que me recuerde a ella, pero no encuentro nada. Siempre quise ser como ella, siempre fue mi ejemplo. Hay momento en los que regresan a mi memoria gestos de ella, su voz, su mirada cuando se enfadaba conmigo y cuando trataba de hacerme reír. Haría cualquier cosa por que ella estuviera conmigo, ella, mi abuela y mi padre. Suspiré y puse el libro a un lado, apuñé mis ojos, ahora me ardía demasiado. 

–¿lo leíste todo? –preguntó la voz de Jullie parada en la puerta. Sonreí.

–sí. No tenía sueño ayer y lo terminé de leer. –Jullie sonrió.

–perfecto –soltó– este es el segundo. 

Extendió sus manos y pude ver una pasta naranja. ¡Qué bien! amé demasiado esta historia que no quería que terminara tan rápido –lo comenzaré lo antes posible –prometí. 

–me parece bien –dijo sonriente–. ¿Quieres ir con Oliver y conmigo al centro comercial? –preguntó.

Fruncí el ceño.

–¿tú? ¿ir al centro comercial? –repetí sonriendo. Jullie asintió.

–Oliver me invitó y yo acepté –la miré dolida, cuántas veces yo la invité y siempre se negó a acompañarme–. ¡Deja de hacerme esa cara y dime si vienes o no!

Reí. 

–lo siento, pero no puedo. –dije al fin.

–¿puedo saber porqué?

Lo pensé. La hacía porque sabía que ella me invitaba para que no sucediera lo que pasó aquel día, y se lo agradezco, pero no puede estar de "mal tercio" en las salidas en las que Oliver la invita a ella. 

–no estoy de ánimos. –resumí.

Jullie se fue hace unas horas. Prendí el televisor y busqué cualquier cosa interesante. "Harry Potter y el príncipe mestizo" salió en la pantalla, me di por servida y comencé a verla. Desde que era una niña me han gustado las películas de ese personaje. Recuerdo que mi madre se sentaba conmigo cada vez que las veía, significaban algo para mi. Subí las piernas al sofá y las abracé con mis abrazos, Sam se subió a mi lado y se echó. 

Bostecé, la película apenas iba por la mitad, mis ojos empezaron a cerrarse, me acosté y abracé a Sam. Al poco rato estaba totalmente dormida.

Caminaba sin rumbo. Por un pasillo de ¿una casa?, sí, era una casa, una casa grande. Pero que jamás había visto en mi vida. Estaba sola y todo estaba desordenado, seguí caminando, tenía que fijarme por donde ponía mis pies, estaba descalza y mi ropa no estaba limpia. Tenía unos cuántos remiendos pero me importó, había pedazos pequeños de vidrios por todo el piso. Fruncí el ceño, abrí la primera puerta, no había nada pero todo estaba tirado como lo demás.

Cerré la puerta y seguí caminando por el pasillo, hasta llegar frente a una puerta blanca, grande y muy elegante si no fuera porque estaba descuidada y casi partida por la mitad. Giré el picaporte y la abrí despacio. Estaba todo oscuro, solo un rayo de sol que entraba por la ventana de al lado. Busqué tanteando el interruptor y encendí la luz. 

Me llevé la mano a la boca y las lágrimas no tardaron en salir. Matt estaba tirado en el piso, sangrando de su rostro. Corrí hacia él y me puse a su lado. Toqué su pecho suavemente pero no despertó. Su ojo derecho estaba morado y sus labios tenía varios cortes recientes, sangre salía de ellos, y no solo de ahí, habían cortes en su frente y en sus mejillas, mucho tejido reventado.

–¿Matt? –susurré. Lo removí y puse su cabeza en mis piernas. Mis ojos no dejaban que viera con claridad, las lágrimas no me lo permitían–. ¡Demonios, despierta!

No había pulso. No había latido. No había quejidos. No había dolor. No habían suspiros. No había vida.

Estaba muerto. 

Me desperté con el corazón casi queriendo salirse de mi pecho, mi respiración era irregular y nada tranquila, mis párpados mojados me decían que había llorado de verdad. Me senté y sequé mis ojos. La película había terminado. ¿Cuanto había dormido? ¿porqué soñé algo tan horrible?

Apagué la televisión y fui a mi cuarto. Sam fue detrás mío, tal vez si leo la tarde pase mas rápido. Tenía ganas de saber si Matt estaba bien, pero me negué a mí misma a hacerlo. Mañana lo vería. Ojalá y solo haya sido un mal sueño.

El Jefe 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora