Su mirada de molestia

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Siento que alguien tiene los ojos en mi y tristemente me doy cuenta que no es él, trato de voltear disimuladamente y, como siempre, no lo logro y cruzo miradas en cuestión de segundos con un chico. Un chico que ni note que estaba en el salón. Parece una persona tan tranquila que llega a ser un poco misteriosa, no pude detallarlo como quería, sólo me percaté de sus lentes y cabello en tono negro, el salió rápidamente del salón luego de verme, creo que con cara de asco, y desapareció entre la gente por los pasillos.

-Que raro...- Mire a mi alrededor a ver si ya estaba sola.

Ya quedaban pocas personas en el salón, tan solo dos chicas que estaban sentadas detrás de mí en la clase, la más alta entre las dos tiene unos rulos color dorado, envidiables, que rebotaban a cada paso que ella daba, su ropa de marca se distingue de cualquier imitación a su alrededor y la otra chica más baja que la otra caminaba con un aire de superioridad impresionante < quisiera yo poder caminar así > con una ropa sencillamente hermosa y BUM voltea a verme.

-¡Hey tú! ¿Quieres venir con nosotras a esperar la próxima clase?- Dijo sonriendo amablemente.

-Claro - mire a la de rulos dorados y ni volteó a verme.

-Te vi esta mañana con dos chicos - de repente un silencio incomodo, ella miro a los lados y se fijó de que nadie escuchara además de mi - ¿Como se llama? La pelirroja... ¿Sabes? - ¡Claro que lo sé! Es mi mejor amiga en todo el mundo.

-Carolina - le dije sin pensarlo dos veces - ¿por qué?.

-Curiosidad... Se ve buena persona - sonrió y siguió su camino a las mesas que cuidaba...

-Mi nombre es Vanesa -me dijo la de rulos, mientras me daba su mano como toda una señorita - Y ella es Natalia ¿Y el tuyo?.

-Sofía, mucho gusto -dije cuando alcanza su mano para estrecharla sutilmente.

Poco a poco mientras pasaban los minutos más largos e incómodos del día fueron llegando algunas personas que recordaba del salón a donde estábamos nosotras sentadas. Nos preguntábamos mutuamente nuestras edades, nuestros nombres y qué pensábamos del último profesor que vimos. Nada del otro mundo, pensar que no estaba pasando mi primer día de clases con mis dos mejores amigos me deprimía un poco.

Una chica llamo mi atención, es delgada, mejor dicho muy delgada, con su cabello pintado de dos colores, amarillo y marrón, imponía seguridad al instante que te detenías a observarla y con sus lentes cuadrados se sentía un poco el aura intelectual a su alrededor. Lo sé... Si que soy una chica observadora.

Caminó directamente hacia mí y lo admito me asuste un poco.

-Hola, me llamo Mia – Me dijo sin dejar de pestañear, fue tan directa que no note cuando yo intentaba decir algo y nada salía de mi boca - ¿Te asuste? Discúlpame, ¿Cuál es tu nombre?

- Discúlpame a mí, no sé que me pasó, me llamo Sofía.

-¿Ya no estás cansada de decir cómo te llamas por el día de hoy? – Miró a los demás y sin tener que señalarlos supe que hablada del bululú* de gente que estaba hablando en voz alta a unos metros de nosotras – Porque yo sí, estaba pensando en irme y faltar a las otras clases, ya no quiero pararme de mi asiento para decir mi nombre y la razón por la cual estoy estudiando esta carrera.

- ¡Perfecto! Leíste mi mente Mia, quería saber las múltiples razones por las cual estas estudiando esta maravillosa carrera. – Ella me miro con una cara de molestia hasta que la cambio por una sonrisa y las dos reímos en voz un poco alta

-JAJAJA me gusta tu sentido del humor Sofí – me miro un poco asustada - ¿Puedo decirte Sofí?

-Claro y tendré que negarme a la hermosa idea de faltar a clases, será para la próxima. – Apenas se lo dije ella se fue trotando y despidiéndose con su mano de mi.

Me parece una chica interesante, así de divertida fue nuestra conversación que llego la hora de entrar a la siguiente clase, Dibujo. Exactamente ninguno de nosotros entendía porque teníamos que ver una materia tan ordinaria con la de Dibujo <La verdad es que a mí me encantaba> pero de verdad no entiendo que tiene que ver con nuestra carrera. Todos fuimos entrando y como siempre me senté de ultima, era una salón pequeño con dos hileras llenas de caballetes, muy bien cuidados por cierto. Todos al entrar al salón tomaron asiento dejándome zona al final con un puesto desocupado a mi lado.

-Buenas tardes alumnos – Dijo la extraña profesora de dibujo, creo que ni ella sabia porque estaba ahí – Párense de sus asientos uno por uno y diga su nombre y si es que sabe dibujar al menos una nube. – Algo me dice que no es tan linda persona.

Todos uno por uno fuimos haciendo lo que nos pidió y al terminar se abrió la puerta del salón lentamente, un silencio se esparció por el pequeño salón y entro pidiendo disculpas con la mirada a la profesora, el chico.

Era el mismo que me miro mal en la anterior clase, no lo vi en la hora libre que tuvimos, pensé que se había ido. Como era de esperarse se tenía que sentar a mi lado esta vez. La profesora levanto la voz para dar las instrucciones de la actividad, pero no pude escucharla, estaba observando a la persona que por alguna razón no volteaba a ver a su alrededor, escondido en su pasamontañas negro y agachado buscando en su bolso algo para poder escribir, se volteo bruscamente a verme. Lo admito, no me lo esperaba y del susto casi me caigo de la silla. CASI.

Llego la profesora a mi puesto y lo siguiente que me dijo me dejo sorprendida.

-Señorita, ¿Que parte no entendió de que tiene que dibujar a su compañero? – lo dijo mientras que señalaba al chico del pasamontañas – Y usted debe dibujarla a ella – Al notar nuestra lentitud para acatar sus ordenes, grito. – VAMOS.

Perfecto... no solo tendré que pasar la pena del mundo tratando de dibujar a alguien, también tendré que ver su cara de molestia injustificada hacia mí, que por cierto no entiendo el porqué de eso. Pero ahora que lo empiezo a detallar mas, no me parece tan mal, al menos me mira.


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