Todavía recuerdo la primera vez que la vi, debajo del árbol de sakuras leyendo un libro...
Era el último día de clase, antes de las vacaciones.-Qué aburrido... -Voy paseando por el patio hacia la colina de atrás de la escuela.
Al llegar, me siento debajo de un árbol a observar cómo caen los pétalos de las flores, siempre me ha encantado la delicada danza que hacen hasta llegar al suelo.
-Todo está calculado para que lleguen a su destino...
Me relajé tanto viendo los pétalos que me dormí.
Al despertar, me di cuenta que iba a llegar tarde a la reunión de despedida, así que rápidamente me levanté y fui directo a mi salón de clases. Cuando terminó, fui de nuevo al árbol para despedirme de él. No tengo muchos amigos, y los que tenía se habían ido a otras escuelas, así que no tengo que preocuparme por las despedidas.
Mientras iba caminando hacia el árbol, me di cuenta de que debajo del árbol había una delicada figura sentada.
Cuanto más me acercaba, más me percataba del hermoso ser que había usurpado mi sitio. Era una chica de cabellos rosados, con una corona de claveles en la cabeza. Iba vistiendo un vestido blanco hasta la rodilla, y entre sus manos tenía un libro de tapa roja. Me acerqué hasta que estuve lo suficientemente cerca como para que ella notara mi presencia, levantando su cabeza para mirarme. Al momento de mirarla a los ojos, me percaté de que esos preciosos ojos carmesí tenían un brillo triste y melancólico.-Oh perdón, no sabía que alguien iba a venir -mientras se levanta-, ya me voy...
-No, no hace falta que te vallas, solo he venido ha despedirme del árbol...
-¿Del árbol? -Dijo algo incrédula.
-Sí...
-Ah, vale. Igual no quiero molestar.
-En todo caso sería yo el que te molestara, ya que tú estabas aquí cuando he llegado...
-Oh no, tranquilo. No me molestas. Por cierto, ¿cómo te llamas?
-Me llamo Lucas, ¿y tú?
-Yo me llamo Sarah, encantada. -Sonrió.Ella se volvió a sentar y yo me senté en el otro lado del árbol, alguna que otra vez la miraba de reojo, no me puedo creer que un ser tan hermoso tenga ese aura triste. Supongo que es lo típico, que alguien bonito/a siempre sea el que esté triste o tenga problemas, y mientras los demás creen que es puro/a de corazón, está sufriendo en soledad... O a lo mejor he visto demasiado anime, ¿quién sabe?
-Este lugar en verdad es tranquilo... -Dijo mientras dejaba salir un largo y cansado suspiro.
Me giré para mirarla de cara, y me la encontré con la mirada perdida en el cielo.
-Sí, por eso me gusta venir aquí siempre.
-¿Y tus amigos?
-Los pocos que tenía se fueron a otras escuelas.
-Oh, te dejaron solo...
-Sí. -Reí.- ¿Y tú?
-¿Hm? -En sus ojos había una pizca de inocencia, una muy triste inocencia.
-¿No tienes amigos?
-No, las chicas solo me usan para conocer a chicos, y los chicos...
-Comprendo.
-Lo siento. -Empezó a jugar nerviosamente con sus dedos.
-¿Por qué? -La miré preocupado.
-Por si te pasa algo malo. Dicen que doy mala suerte a los que me hablan, así que me disculpo de antemano.
¿Mala suerte? No creo en eso.
Que bien...Nos quedamos un rato en silencio, mirando el cielo adornado por las flores que caían frente a nuestros ojos. Después de un rato, ella decidió romper el silencio.
-Bueno, tengo que regresar a casa. -Se levanta y me mira.- Encantada de conocerte. Adiós. -Hace una reverencia y se va.
Yo solo me quedé ahí como tonto. No puedo comprender cómo una chica como ella puede dar mala suerte...
Me quedé un rato más, hasta que vino un profesor y me echó diciendo que ya iban a cerrar el recinto de clases. Me fui a mi casa y al entrar, me tiré en la cama para volver a verla en mis sueños.