Prólogo

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En el reino de Reichfield se celebraba algo espectacular y maravilloso, debido a que el príncipe Nicholas al fin se convertiría en rey por sus 21 años de edad. Todo el reino estaba emocionado, pues todos sabían que el príncipe Nicholas era un joven digno que gobernaría el reino de manera sabia, tal y como lo hizo su padre. Se podía ver en todas las aldeas del reino que hacían festivales en su honor: a gente bailando, tocando música y decorando cada callejón que existiera. Sin duda, todas estaban emocionados, todos excepto uno.

En uno de los cuartos del castillo, se podía ver a un joven más pálido de lo normal, de cabello negro y ojos grises, caminado de un lado a otro nervioso; acompañado de un joven moreno, cabello castaño y ojos miel, tratando de calmarlo.

—¿Y si algo sale mal? —preguntó Nicholas.

—Nada saldrá mal, estoy seguro de ello, deja de ser tan paranoico —dijo su fiel sirviente y amigo, Eric.

—¿Y tu como sabes que todo saldrá bien?, ¿y si la gema no brilla?- replicó.

—La única forma de que no brille es que haya más de un heredero al trono, y tu, yo y todo el mundo sabemos que eso no es posible.

Por un momento todo se quedó en silencio, y cuando su amigo entendió a lo que se refería, no pudo evitar reírse.

—¿Enserio sigues creyendo que ese sueño tuyo se hará realidad? No digas tonterías. —Se dirigió hacia una parte de la habitación en donde se encontraba una botella con agua.

—¿Pero qué si sí es cierto? Los he tenido en las últimas dos semanas.

—De seguro es por los nervios antes del gran día, tu cabeza empieza a crear situaciones desastrosas para ponerte mas nervioso, tu tranquilo, nada saldrá mal. — Ya dicho esto, Eric le entregó el para que así pudiera calmarse.

Nicholas aceptó el vaso y le dio un gran sorbo. Aunque el quisiera creer lo que su amigo decía, no podía por mas que intentará.

Cada noche hace dos semanas tenía el mismo sueño: una joven de sus mismos rasgos, aparecía en la coronación y al acercarse a la gema, esta brillaba. Todo el pueblo vitoreaba por ella siendo reina, y lo dejaban a él; solo, mientras se iba alejando poco a poco. Luego, el veía a una bestia desconocida para él, y por más que intentará advertirles, ya era demasiado tarde. Ahí era cuando despertaba.

—No lo se Eric, ¿qué y si algo sale mal?- volvió a decir preocupado.

—Nada saldrá mal, ahora estate listo que pronto será la coronación —dijo el sirviente mientras iba caminando hacia la puerta, pero paró un momento y se volvió a él—, rey Nicholas.

Eric salió riendo mientras Nicholas le lanzaba la botella. Por suerte para Eric, este cerró la puerta a tiempo antes de que la botella le pegara. El joven lanzó una maldición y se volvió a la ventana.

Rey Nicholas pensó, que extraño suena.

Acostumbrado a que le dijeran príncipe, joven o incluso Nicholas, al escuchar su nombre junta con la palabra rey, era algo raro y hasta escalofriante.

Supongo que tendrás que acostumbrarte.

Pasaron unos minutos en los que solamente se dedicó a observar por la ventana a toda la gente que preparaba las cosas para la coronación, mientras pensaba en el mismo sueño, pero alguien tocó la puerta interrumpiendo sus pensamientos. El joven le dijo que pasara y ante él estaba Alexander Reich, rey de Reichfield.

El rey Alexander era más conocido como el tercer rey en aprender las artes mágicas, se decía que él era conocedor de los secretos de los seis mundos. Era el mejor rey que el pueblo haya tenido hasta ahora.

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