Aún sabiendo que el jamás se fijaría en ella, cada día se enamoraba más de esa alma necesitada de amor, un amor que ella podía brindar. El era la persona más bella que existía en su mundo; eran como el día y la noche, él era el día, lleno de felicidad inmensa y alegría, en cambio, ella era la noche, oscura, llena de secretos, que abrigada y guiaba a cualquiera que lo necesitara. Sin embargo, nunca lograron ser felices, el sol buscó las estrellas, y la luna, permaneció sola, sólo que esta vez, sin motivos para brillar en la oscuridad.