La visita de un extraño.
LA VISITA DE UN EXTRAÑO
— Crees que le gustes a Marco? —pregunta divertida.
— No seas tonta. Leah —respondí.
— ¡Oh, vamos! —me retó —te prestó Madame Bovary, nunca se lo prestaría a alguien más.
—Sabe lo mucho que necesito pasar literatura.
— Tal vez piensa que prestándote su libro favorito te va a conquistar —siguió.
— Es una buena persona, nada más —finalicé-
9:15 p.m. Me despido de ella con un beso en la mejilla y camino a casa después de pasar toda la tarde en casa de Leah, mi mejor amiga. Aún tenía puesto el uniforme deportivo. Suelo ir a su casa para hacer cuanta tontería se nos ocurra cuando tenemos tiempo libre, después de todo, vive a un par de cuadras de mi casa. Estaba doblando la esquina cuando de pronto lo miro.
Inmediatamente tomo mi teléfono y marco a mi mejor amiga.
— Está aquí, de nuevo —dije deteniéndome al instante.
Ahí estaba, iluminado por los faroles, a apenas unos metros de distancia se encontraba aquel anciano que había estado frecuentando mi casa desde hacía semanas, tocaba el timbre una y otra vez, mientras sostenía su bastón con la misma mano. A saber cuánto tiempo tenía haciendo lo mismo, con la esperanza de que alguien se dignara en abrir.
— ¡Oh, no! —me lamentó Leah —no tienes que llegar ahora, puedes quedarte el tiempo que quieras en mi casa.
Ni siquiera lo pensé dos veces y accedí.
— Verás que cuando regreses a tu casa ya no estará —dijo aún en el teléfono.
Me esperó en un pequeño parque que estaba en medio de nuestras casas.Mientras caminaba de regreso, volteé de reojo, sólo para ver una vez más su peculiar forma de vestir: pantalón gris, camisa blanca tapada casi por completo por un chaleco tejido color azul y saco Marrón. Lo que más me llamaba la atención era esa biona de cuadros que cubría su cabeza casi por completo. Era como si estuviera atrapado en el encanto de los fabulosos 80's.
Tardamos a penas unos minutos en llegar de nuevo a la casa de Leah, me sentí un poco avergonzada de saludar de nuevo a Lori, su madre, pues no tenía ni media hora que me acababa de despedir de ella.
— Yo sólo... —hice una pequeña pausa para buscar una mentira creíble —olvidé algunos cuadernos.
Leah me miró un poco confundida y molesta, pero no negó nada, pues sabía de sobra que aquellas visitas eran un secreto entre las dos, ni siquiera mi madre lo sabía.
— Subiremos a buscarlos —intervino Leah, antes de que dijera algún otro disparate.
— No tarden mucho, la cena está casi lista, sería bueno que Anne se quede a cenar.
Volteé para regalarle una sonrisa a Lori, quién nos miraba divertida mientras sostenía un cuchillo con la mano derecha y una papa con la izquierda.
Une vez entré a su cuarto, Leah empezó a verme burlona.
— ¿Y bien?
— ¿Bien qué? —traté de disimular.
— ¿Puedes ver los cuadernos en alguna parte? —continuó.
— No se me ocurrió otra cosa —dije un poco apenada.
Nos miramos unos segundos para después explotar a carcajadas, y es que si algo me gusta de Leah, es el hecho de que a cualquier situación puede encontrarle un lado divertido, aunque a veces no sepa distinguir cuándo es el momento inapropiado para bromear.
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Los guardianes
RandomA sus 17 años Anne experimentará una serie de cosas que la harán cambiar su perspectiva de la vida, acompañada de Carter y Lan. Quiénes la ayudarán a adentrarse en ese sentimiento maravilloso: El amor. ¿Te animas a acompañarla?