CAPÍTULO 2: ALÉJATE DE MÍ
— No aguantan nada, tengo que irme antes, —dijo Leah mientras se paraba y tomaba sus cosas — tengo demasiado trabajo.
— ¿Quieres qué te ayudemos?
— Gracias Marco, pero lo haré por mi cuenta.
— Por lo menos lleva contigo esto —dije señalando su sándwich a medio comer.
Volteó sólo para decirme que disfrutara de sus restos con la compañía de Marco, esa chica es un verdadero desastre. Me encontraba ahí, sin nada que hacer o decir. Escuchando el bullicio que emanaba de toda la cafetería, empecé a sentirme un poco aburrida y Marco no tardó mucho en notarlo, pues propuso que saliéramos al aire libre. Recogimos la basura y nos dirigimos al patio trasero del colegio.
— ¿Cómo vas con Madame Bovary?
— Considerando que soy pésima para los clásicos... Pues bien —admití.
— ¿Cuántos capítulos te faltan para terminar?
— Sólo diez, de hecho aquí traigo el libro.
— La última vez que te pregunté me dijiste lo mismo.
— Lo sé, es que han pasado algunas cosas y me olvido por completo de la lectura —dije recordando las visitas del anciano.
Hicimos una pausa una vez habíamos llegado al patio, nos sentamos sobre una banca de concreto, frente a las canchas de básquetbol.
— ¿Algunas cosas? —cuestionó Marco, volviendo a la conversación.
— Olvídalo —interrumpí mis pensamientos.
— Está bien, pero recuerda que necesitas esos puntos extra en literatura.
— A propósito, ¿podrías ayudarme con el ensayo cuando termine el libro? ¡Por favor! —dije mientras lo zarandeaba de los hombros.
— ¡Está bien! Pero para... —suplicó intentando ocultar su sonrisa.
— "Está bien", para ti todo está bien -contesté citándolo.
— Contigo todo está bien... —dijo casi en susurro. Supongo que recordando que esa siempre era su respuesta para conmigo.
— ¿Qué dices? —fingí no haberlo escuchado.
— "Olvídalo" —bromeó.
Reímos. Nos quedamos admirando el tranquilo panorama que brindaba el patio, a pesar de que se encontraba lleno de personas, el ambiente era agradable. Jóvenes jugando baloncesto, grupitos de chicas platicando mientras caminaban sin rumbo, parejas sonrientes, hasta se podría decir que me sentí en paz. Eso hasta que sonó el timbre y tenía que volver al salón para las eternas clases de historia.
— Tenemos que irnos.
Fue lo único que dije, me despedí de Marco y no lo volví a ver el resto del día.
Pasaron las horas y con ellas las clases, nunca me sentí tan aliviada cómo cuando dieron las 3:00 p.m. y por fin podría volver a casa y aunque no tenía la gran cosa que hacer, prefería mil veces estar ahí sin hacer nada en casa a estar horas entada en el pupitre.Busqué a Leah en la salida, pero no la encontré, «genial, ahora me tengo que regresar sola.» pensé. Una vez en el autobús recibí un mensaje de Leah disculpándose por haberme dejado, decía que en serio tenía demasiado trabajo. Me hizo recordar que necesitaba terminar la tarea de historia.
Llegué a casa con un hambre casi insoportable, hasta sentí arrepentimiento de no haberme comido las sobras de Leah. Busqué algo para comer y me dispuse a hacer la tarea, hasta leí un par de páginas de Madame Bovary. Una vez terminada, me concentré ocupar mi tiempo. Una hora... Dos horas... Tres horas... Cuatro horas, cuando menos lo noté ya era de noche. Comencé a sentirme estresada, eran casi las ocho y ya me encontraba echada en el sofá, sin nada que hacer. Decidí ir a casa de Leah, tal vez ya hasta había terminado sus deberes. Cogí las llaves y «Oh, sorpresa», al cruzar la puerta me encontré con aquel anciano, el verlo ya ni me sorprendió. Di un par de pasos hacia delante, sin darle permiso para entrar.
—Usted de nuevo...
— Buenas noches, hijita —dijo apacible.
He de admitir que su mirada era dulce y su voz hacía sentir paz a cualquiera.
— Buenas noches... Escuche, no sé cual sea el motivo por el cual viene, pero esto me está cansando un poco — dije descargando un poco de mi estrés.
— ¿Cómo has estado, patito?
«De nuevo ese apodo... Este tipo está ignorando lo que digo.» pensé.
— Bien. ¿Por qué viene?
— Te he estado buscando desde hace días, Elsi. Pero sólo pude hablar contigo la primera vez que vine.
¿"Elsi"? Este tío me llamaba por cualquier cosa, menos por mi nombre.
— Mi nombre es Anne. Le quiero pedir de favor que no vuelva a venir, si tiene asuntos que tratar con mi madre puedo darle su número o no sé qué es lo que busca.
Comenzó a sacar algo de interior de su saco.
— Pero yo vengo a ver... — ¡basta! — interrumpí.— No quiero que vuelva a pararse por aquí.
En el fondo sabía que estaba actuando de manera injusta, pero no tenía ganas de discutir más con un extraño.
— Siento causar molestias —se disculpó
Metió lentamente su mano derecha a su saco sólo para sacar algo. Extendió sus manos y me entregó un sobre bastante desgastado, tenía algo manuscrito en tinta negra que era casi ilegible. Me extrañó bastante, ahora sabía que necesitaba algo de mi familia, algo de mí. Me quedé observando el sobre durante varios segundos, los suficientes para que se marchara sin que me diera cuenta. Salí a media calle, sosteniendo el sobre con una mano y pude visualizar su silueta a lo lejos. El estómago se me revolvió, hasta sentí culpa por la forma tan cruel en la que le eché. Perdí las ganas de salir, subí a mi habitación un poco depresiva. El sobre aún se encontraba en mis manos, lo contemplé durante mucho tiempo antes de abrirlo.
ESTÁS LEYENDO
Los guardianes
RandomA sus 17 años Anne experimentará una serie de cosas que la harán cambiar su perspectiva de la vida, acompañada de Carter y Lan. Quiénes la ayudarán a adentrarse en ese sentimiento maravilloso: El amor. ¿Te animas a acompañarla?