Capítulo 5

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En el capítulo quinto se desvela con detalles de la investigación y la consecución del asesinato.

La mayoría de quienes pudieron hacer algo para impedir el crimen y sin embargo no lo hicieron, se consolaron con el pretexto de que los asuntos de honor son sagrados. Flora, la novia de Santiago, se fugo con un teniente de fronteras que la prostituyo entre los caucheros de Vichada. El juez instructor apareció doce días después del crimen. Tuvo que pedir refuerzos por la muchedumbre que se precipitaba a declarar sin ser llamada. 20 años después se buscó pero no se encontró el nombre del juez instructor del caso. Lo bueno de esta historia es que no se encontraron ninguna prueba de que Santiago hubiera sido el agresor. Las amigas de Ángela Vicario declararon que les había hecho cómplices de ese secreto desde antes de la boda pero no les había revelado ningún nombre. El juicio solo llego a durar tres días. A todos no le caía bien Santiago, a Polo Carrillo, el dueño de la planta eléctrica, pensaba que su serenidad no era inocencia sino cinismo.

La gente se dispersaba hacia la plaza, en el centro había dos personas, Santiago y Cristo Bedoya pero nadie los avisaron. Yamil Shaium un árabe, amigo del padre de Santiago le iba a advertir pero pensaba que si el rumor era infundado le iba a causar una alarma inútil.

Cristo después de medio escuchar a Yamil salió en busca de Santiago pero no lo encontró. Fue en busca de él, paso por su casa y su dormitorio y allí no estaba y aprovecho para coger un arma de la habitación de Santiago pero se dio cuenta que después del asesinato que estaba descargada. Siguió su busca pero los gemelos, le llamaron desde la tienda de leche y los gemelos le dijeron que le dijera a Santiago que le estaban esperando para matarle. Por detrás de los gemelos apareció Clotilde y le dijo que se diera prisa porque en este pueblo de maricas solo un hombre como tu podías impedir la tragedia. La gente regresaba del puerto y tomaba sus posiciones en la plaza. En la puerta del club Social se encontró con el coronel Aponte y le dijo que los gemelos lo querían matar y tenían nuevos cuchillos. Entonces el coronel prometió ocuparse del tema pero entró un momento al club a confirmar una partida de domino de esa misma noche y mientras estaba dentro ocurrió el asesinato. Cristo Bedoya creía que estaba en su casa desayunando con su hermana y se fue a su casa. A medio camino escucho gritos remotos y le pareció que están reventando cohetes por el rumbo de la plaza. Trato de correr pero cuando llego le pregunto a su madre y le contesto: dicen que lo han matado pero Santiago se había metido en la casa de su novia donde su padre le dijo la verdad, que lo buscaban para matarlo así que se fue la gente se había colocado en la plaza como en los días de desfile. Toda la gente le estaba chillando. Así que entró en la casa de su novia nuevamente buscando la escopeta de caza pero no la encontró. Salió nuevamente a la plaza y hecho a correr hacia a su casa pero su madre cerró la puerta principal creyendo que su hijo ya estaba dentro.

Santiago llego a golpear varias veces con los puños la puerta pero los gemelos ya habían llegado, el se giró y se los encontró allí mismo y empezaron a acuchillarle y no pararon hasta verlo caer en el suelo.

Después de buscarlo a gritos por los dormitorios oyendo sin saber de donde eran los gritos que no eran lo suyos, Placida se asomo a la ventana de la plaza y vio a los gemelos que corrían hacia la iglesia y detrás a Yamil con un escopeta de caza. Creyendo que ya había pasado el peligro salió al balcón del dormitorio y vio a Santiago frente a la puerta bocabajo, tratándose de levantar de su propia sangre. Se incorporó de medio lado y se echo a andar en un estado de alucinación, sosteniendo con las manos las vísceras colgantes. Camino más de cien metros para darle la vuelta a la casa y entrar por la puerta de la cocina. Atravesó el jardín de los vecinos encontrándose con Wenefrida Márquez y ella le pregunto que le pasaba y el le respondió que lo habían matado. Tropezó en el último escalón pero se incorporó de inmediato y hasta tuvo el cuidado de sacudir con la mano la tierra que le quedó en las tripas, dijo Wenefrida después.

Después entró en su casa por la puerta trasera, que estaba abierta desde las seis y se derrumbo de bruces en la cocina.

Crónica de una muerte anunciada (Resumen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora