Cap. II [Humo]

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Frase: "All we need is just a little patience"/" Sólo hay que tener un poco de paciencia"
Patience/Guns N' Roses

El cielo estaba cubierto por grandes nubes grises, que anticipaban la caída de una fuerte lluvia. Jules, recostado aún sobre la verde hierba de primavera contemplaba el infinito, con una mirada perdida.

Tomó la taza de café aún aumeante y la acercó a su boca. Respiró lentamente y cerró los ojos para disfrutar un poco más del placer que le generaba la mezcla del dulce olor del café con el fuerte olor a tierra mojada que inundaba el lugar.

Tomó un pequeño sorbo del café, lo dejo sobre la manta que había dispuesto para que sus libros, hojas y comida no se mojasen y luego dio una calada a su cigarrillo. Justo en esos momentos la sonata de una de las composiciones de Vilvaldi, Invierno, las Cuatro Estaciones retumbó en sus oídos y le llevó a una especie de éxtasis.

Ya estaba algo acostumbrado a la soledad, es más, la disfrutaba, porque no tenía quien le diera órdenes o quien le replicará el hecho de que fumara dentro de casa.

Se sentía realmente tranquilo, así que hizo caso omiso a las advertencias de la naturaleza de que la lluvia sería algo fuerte. Varias gotas de agua comenzaban a caer sobre su rostro. Las más grandes, lograban llegar hasta su torso.

Quizo salvar sus libros, sus hojas y demás documentos de la extinción, ya que si les dejaba allí, se dañarian por completo. Además de que estaban sus cigarrillos. Así que finalmente decidió dirigirse a casa. Fue lo más rápido posible. Comenzaba a hacer frío allí afuera.

Entró por la puerta que da al jardín y llegó directo a la cocina, se sacudió un poco, para así tratar de quitar un poco las pequeñas gotas de agua que se albergaban en sus ropas, se preparó una taza de café y junto con un cigarrillo fue a la sala para observar, a través de la gran ventana, como las grandes nubes grises, dejan caer aquel preciado líquido fuente de vida.

Se dispuso a sentarse en uno de los cómodos sillones color vino tinto, ya algo dañados por la humedad y el tiempo de uso; pero antes, algo había llamado su atención, una pequeña hoja de papel que se encontraba debajo de la puerta.

Dejó sobre una de las mesitas, la taza de café aún aumeante, dio una gran calada a su cigarrillo, agitó sus dedos sobre el cenicero, para dejar así caer un poco las cenizas del ya casi acabado cigarrillo.

Se acercó a la puerta color azul oscura, un tanto corroída por la tan temible humedad, que todo lo puede; se agachó y tomó en sus manos la carta, dio otra calada al cigarrillo mientras la abría.

Se sentó en el sillón más pequeño, cruzó una de sus piernas, dejó sobre el cenicero el ya pequeño cigarrillo, tomó la taza de café en su mano y tomó un pequeño sorbo de la bebida, aún caliente y se dispuso a leer.

|Fecha: Lunes, 19 de Octubre.
Ciudad/País: París/Francia.
Motivo: Cordial Invitación.

Sr. Jules Ernest Metry.

Le enviamos un caluroso saludo. La presente es para invitarle a la II Reunión de Escritores, Músicos y Pintores (EMP).
Se sabe de sus recientes trabajos e investigaciones, así que sería un honor tenerle en este evento.

Lugar: Valle Wintle.
Fecha: Sábado, 24 de Octubre.
Hora: 3:00 de la tarde.

NOTA:
–Si se es Escritor, se deberá llevar una de sus mejores obras.
–O si es Músico, puede llevar o el instrumento que usted sepa tocar, o algún trabajo que haya realizado.
–Pero si se es Pintor, de debe llevar una de sus obras.

Atentamente: La Srta. Marcelin Donalt.
Gestora del Evento y Pintora.|

Hizo cuentas mientras leía, y tal evento se realizaría dentro de dos días, ya que al parecer el envío de la carta se retrasó.

Contempló como las gotas de lluvia caían sobre el vidrio y se deslizaban por el hasta llegar al marco de madera, dejando a su paso, una larga y delgada estela.

Estaba decidiendo si en verdad sería una buena opción asistir a una reunión de ese tipo, ya que habrían varios artistas de talla incluso Mundial y no quería que el ni mucho menos sus obras se vieran opacadas por la fama y éxito de otros escritores.

Pero, por otro lado, le intrigaba el hecho de poder saber cómo se comportaban tales artistas, como era la interacción entre tales personas.

Al final, luego de terminar su taza de café y fumar el último cigarrillo de la caja, decidió que iría a tal evento, así que tomó rápidamente el teléfono y llamó a una agencia de viajes para comprar un boleto a París, para el día siguiente.

Al tener comprados los boletos de ida y de vuelta, se dispuso a subir a la segunda planta de la casa en la que vivía actualmente, subió muy despaciosamente las escaleras para llegar a él amplio pacillo que conducía a las varias habitaciones, a un pequeño estudio y al solar; aunque no le gustara admitirlo, sus pulmones se estaban deteriorando de a pocos a causa de su constante consumo de cigarrillo.

A medida que atravesaba el pacillo, admiraba los distintos cuadros colgados en la pared, la cual era de un color grisáceo, casi rozando el blanco, con algunos detalles.

Al llegar a su habitación, tomó una maleta que se hallaba debajo de la cama, abrió su closet y comenzó a sacar un pequeño conjunto de ropa y la fue ordenando y acomodando en la maleta.
Tomó sus documentos de uno de los cajones de la mesita de noche que estaba junto a su cama y los dejo sobre la misma.

Ordenó y alistó todo para el viaje que realizaría mañana en la tarde, repaso cada uno de los detalles para que no le faltase nada.

Al estar seguro de tener todo listo, se dirigió al baño para darse una larga y relajante ducha, su cuerpo al hacer contacto con el agua caliente, instintivamente se relajo por completo, sus músculos ya no estaban tensos, su respiración se calmó y su ritmo cardíaco también, respiro profundamente, las gotas de agua caían de la regadera para dar justo en su cuerpo, deslizándose por este y dándole una sensación refrescante.

Al terminar, tomó una de las pijamas que tenía, esta previamente la había dejado sobre su cama, la cual estaba muy bien hecha, como siempre y sus cobijas eran del mismo tono que los sillones. Analizando este hecho, pudo apreciar que le gustaba un poco ese color en especial.

Esbozó una pequeña sonrisa a darse cuenta de tal punto, corrió un poco las cobijas y se recostó, tomó uno de los libros que había en el cajón de la mesilla, esta vez era una de las tantas obras del gran escritor Paulo Cohelo, buscó la página donde anteriormente había quedado y siguió la lectura, eso si, sin su infaltable compañero, una deliciosa y aumente taza de café.

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⏰ Última actualización: Apr 23, 2016 ⏰

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