Silvia, la chica feliz

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Era de noche. Raúl despertó algo adormilado. Estaba en una camilla de hospital, salvo que no estaba en uno. Las paredes eran de madera y el suelo de piedra pulida. Hizo un pequeño esfuerzo de levantarse, pero la herida de la nuca le llenó de dolor, haciendo que volviera a recostarse.
- Argh- gimió de dolor.
Entonces alguien entró en la habitación. Era una chica morena, alta, y con una sonrisa en sus labios. Al ver que ya se había despertado, andó hasta Raúl y le dijo alegremente:
- ¡Hola! ¡Ya has despertado! ¡Qué bien!
-  ¿Dónde estoy?- dijo Raúl con voz debilitada, a causa del desprendimiento.
- Estás en mi casa- dijo la chica, sonriendo de par en par. - ¡Me llamo Silvia! ¿Cómo te llamas?
- Raúl. ¿Qué hago yo aquí?
- Las ruinas de Shiba se desplomaron, contigo dentro. Pasaba por ahí y te encontré sepultado, así que decidí llevarte hasta aquí para curarte- dijo Silvia muy feliz, para variar.
- ¿Eres médico?- preguntó Raúl.
- Sí. Está es mi consulta. Suele venir gente y yo les ayudo.
- Vaya. Muchas gracias por salvarme. Si no hubieras aparecido ahora sería alimento para los buitres.
- ¡No hay de que!- exclamó Silvia, como no, contenta.
Ella era muy alegre y amable. No paraba de gritar y sonreír por todo. Era agradable estar con ella.
- Bueno, ahora quítate la camisa.
- De acuerdo... espera ¡¿Qué?!- dijo Raúl sonrojado.
- Para venderte y lavarte las heridas, tontito.
Raúl se quitó la camiseta, y la chica se quedo muda. En la espalda, tenía cortes, cicatrizes... Y no eran del golpe.
- ¿Qu-quién te ha hecho eso?- preguntó la chica aterrorizada.
- Mis antiguos "amigos".
Hubo un silencio. De pronto, Silvia sonrió (sería la trigésima vez que lo hacía en cuatro minutos) y dijo:
- ¡Tranquilo, yo te lo curó!
- No hace falta. No te preocupes por eso.
- Déjame- dijo inflando los mofletes.
Raúl no podía creerlo. Le quería ayudar, sin pedir nada a cambió y sólo para que estuviese feliz. Le empezó a doler un poco el pecho.
- De acuerdo, si no es molestia.
- ¡Pues claro que no bobo!
Silvia le desinfectó las heridas y se las vendo.
- Y ahora a dormir. ¡Buenas noches!- Silvia le dió un beso en la mejilla y se fué, pero pudo ver cómo Raúl se enrojecia más y más.

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Siento que me haya pasado de las 300 palabras, pero me aburría. Subiré nuevo capítulo este miércoles. Hasta otra! ;).

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⏰ Última actualización: Mar 28, 2016 ⏰

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