Capítulo 1: La belleza, la causante.

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-¡Agh!¿¡Por qué simplemente no te callas?!¡Estoy harto de tu voz y ese tono con el que me hablas! -Gritó un enfurecido inglés.

-¡Hahaha~!¡Te pones así porque sabes que TENGO razón!- Respondió el francés, con un tono de surperioridad.

Efectivamente, Francis y Arthur estaban discutiendo de nuevo sobre un tema totalmente irrelebante. Tanto, que ellos mismos hacía tiempo se habían olvidado de qué hablaban, solo les interesaba que el contrario le diese la razón.

-¿¡Cuándo admitirás que soy mejor que tú?!

-¡No lo eres!¡¿Qué pasa, quieres otra guerra de los cien años?!

-¿Y arruinarme el pelo y las vestimenta? No, mon Dieu!- Dijo horrorizado el francés con las manos en el pecho, como si lo acababa de decir el inglés fuese digno de mandarlo al infierno.

-¿De todas formas qué tiene de especial ese pelo? Es horrible, te ves como una mujer.

Francis se movió el flequillo con la mano, dejando su cabello ondear.- Di lo que quieras, pero en el fondo solo tienes envidia de mi belleza masculina y de que tenga un mejor cabello que el tuyo.~ ¿Por qué sino te lo dejaste crecer para tenerlo como yo en aquella época?

-Tch, ¿Yo, envidia de ti? Eso sí que es un buen chiste.- Intentó sonar superior, aunque realmente había dado en el clavo con aquel dato.- En cuanto a lo de ''tu belleza masculina'', se puede discutir.

-¿Ah? ¿Qué insinuas, qué me superas en belleza?

-Eh, yo no he dicho es...Quiero decir, ¡Sí, obviamente! Los ingleses somos mucho más elegantes que los franceses, obviamente te supero. -Insinuó, lleno de seguridad, aunque muy dentro de sí dudase de sus palabras.

-Ohoho~¿Qué te parece si le preguntamos a alguien para que decida por nosotros?

-A...¿Alguien que decida? ¡Para que necesitas saber eso! Con que yo te diga que yo como inglés que soy te supero en belleza, te llega y te sobra. -Su tono empezaba a volverse nervioso, podría quedar fatal, y frente al francés no era una opción hacerlo.

-Sí~O, ¿Acaso tienes miedo~? -Era como si le hubiese leído los pensamientos al inglés, como si hubiese olido sus nervios.- A tu querido hermano menor  Alfred, ¿qué te parece~?

-¿A-A-Alfred? ¡Cla-claro que me parece correcto! Ya verás como el me elije a mi, y no a ti. Como en el pasado, heh.

Eso había dado justo en el corazón de Francis. Definitivamente, si ganaba, no tendría piedad en cuanto a humillar al inglés.

Se dirigieron a donde yacía el americano, Francis con su ego sobre los hombros y Arthur intentando mantener la compostura.

-Goooood evening~! Can I help u? - Saludó entusiasmado el americano.

-Bonsoir~ Verás, querido Alfred, aquí Arthur y yo queríamos cuestionarte algo.

- ¿Eh?¿Preguntarme algo? ¿El qué?

-Puede que la pregunta sea algo rara, pero...- Acercandose al americano, pasó su brazo al rededor de sus hombros, con suma confianza.- ¿A quién consideras más atractivo, à moi, como francés,o a Arthur como vulgar inglés~?

El inglés chasqueó la lengua enfadado por aquel innecesario insulto, pero cruzaba los dedos por la espalda, rezando porque Alfred lo eligiese a él, o al menos no a Francis.

-¿Más...atractivo? -Se quedó unos minutos pensativo, con ambas miradas clavadas en él.- Yo creo que el más atractivo es...¡Yo! ¡Al fin y al cabo, los héroes siempre son atrectivos, y yo soy un héroe!

Ambos se quedaron atónitos ante aquella respuesta, como si acabasen de agrandar la disputa en vez de solucionarla.

-¿Cómo que tú eres el más atractivo?¡Eso es mentira, definitivamente mi belleza francesa os supera a los dos! -Rompió el silencio Francis, harto ya de aquella discusión.

-¿Uh?¡Yo soy el héroe, yo soy más atractivo! -Se unió Alfred. Vaya, el héroe inocentón tenía su ego.

-¡Chicos, chicos, no discutais! - Intentó detenerlos el inglés.- ¿No hay alguna manera más sencilla de que solucionemos esto sin llegar a las manos?

Y sin ni siquiera haber dejado al inglés acabar, el americano ya tení agarrado del pelo al francés y el mismo en posición también de atacar.

-¿Una solución más fácil? ¿Cómo qué? - Questionaron ambos a la vez.

-Uhh..Nuestra primera opción era que tú escogieses, Alfred, así qué...¿Por qué no buscamos una mano inocente?

-Una mano inocente...¡Buena idea! ¡Si en el fondo no eres tan tonto como parece, Arthur!- Exclamó Francis con sorna.

-...Gracias. -Murmulló Arthur, intentando aguantar las ganas de darle un puñetazo al francés, el cual sonreía de una manera que le quitaba la fuerza de aguante.

-Oh, great idea! Pero, ¿quién hará de mano inocente? Y peor, ¿si es una mano inocente cómo haremos que elija?

Entonces se escucharon unos pasos acercandose con rapidez a la sala.

-¡Aiya, Arthur! ¿¡Cuántas veces te dije que no toques mis figuritas-gato de mi estantería de la cocina aru?!

-Ah, Yao...Sí, lo siento, lo siento, no te enfades... - El inglés se había encogido de hombros, solo le faltaba la cola entre las piernas para parecer un perrito siendo reñido.

-¡Hmpf, no lo hagas más aru! -Bufó mientras se alejaba caminando, aún notablemente enojado.

Los labios de cierto francés empezaron a curvarse, mostrando una ladina sonrisa. Al girarse el inglés y el americano y ver esa de todo menos agradable sonrisa, predijeron los pensamientos del francés.

-...No. No querrás que él...

-Oui, mes amies.

-¿Insinuas que Yao sea la mano inocente?

-Oui.~ El que consiga seducir primero al chino con su belleza, gana el juego.

-¿Juego? Más bien...apuesta, si es un simple juego ninguno de nosotros trabajará duro para ganar. - Respondió el inglés, como si la idea empezase a gustarle.

-¿Seducir a Yao? OK~!

-¿Todos de acuerdo? Pues que empiece.




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