CAPÍTULO 17

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Pasan los minutos: 10, 20, 30... Llevo más de una hora esperando sin tener noticia alguna de Jenniffer. Acabo tomando un café mientras intento contactar con ella, pero no hay manera. Decido marcharme cuando recibo una llamada de emergencia:
- ¿Si?
- ¿Travie Williams?
- !Si, soy yo!
- Buenas tardes, le llamo desde el Hospital de London West. Soy el Doctor James Berry. ¿Es usted familiar de Jenniffer Hawkings?
- Si. ¿Puedo saber lo que ha pasado?
- Si. Verá, Jenniffer está en estado leve tras sufrir un accidente de tráfico. Parece ser su coche se ha estrellado contra un semáforo de King Edward Street, de camino a donde se encontraba usted. Tiene algunas contusiones en el cuello y dos costillas rotas.
- ¡Pero qué me está contando, Doctor! ¿Está bien?
- Si, no se preocupe. ¡Lo peor ya ha pasado! Ahora la pasaremos a planta.
- ¡Gracias a Dios! - Dije aliviado - Una cosa más, Doctor.
- Dígame.
- ¿Cuándo podrá recibir visitas?
- Pues de momento la estamos asignando una habitación en la que se pueda recuperar tranquila. Debe ser duro sufrir un accidente tan joven.
- Cuando sepa en qué habitación está, ¿me llamará?
- No tenga ni la más mínima duda. Le doy mi palabra.
- Muchísimas gracias Doctor. ¡Qué tenga una buena tarde!
- De nada, Travie. ¡Buenas tardes!
Consternado por la terrible noticia, no pierdo el tiempo en dirigirme hacia el hospital, pero me pasa lo que viene siendo muy habitual hasta hoy: atascos. ¡No había otro día que tiene que ser hoy cuando hay atascos!
Menos mal que en estos apuros Google Maps te ayuda: en menos de lo que canta un gallo llego al hospital.
Tardo aproximadamente 15 minutos en llegar y otros 2 minutos en aparcar. Pregunto por Jenniffer en recepción y me doy la mayor prisa posible por llegar a la planta en cuestión: Cuarto piso, habitación 452.
En la puerta me encuentro al señor Smith, el cual me dice:
- Travie, ¡menuda prisa te has dado!
- Ya... Emm... Bueno... Llevo preocupado desde que me llamaron desde el hospital.

(Vale, sé que se me nota nervioso, pero poneros en mi lugar: imaginaros que le pasa algo a la chica que tanto te gusta. ¿Cuál sería vuestra reacción al saberlo? Lo suponía: preocupación 100%. Pero mi caso es particular. ¿Sabéis esto de que tienes unas ganas irresistibles de hacer algo que nunca podrás hacer? Eso es lo que me pasa en este mismo instante. Tengo ganas de quedarme cuidando de Jenniffer, pero tengo miedo de que el señor Smith sospeche que siento algo más allá que una amistad por Jennifer, de que no me deje estar con ella. Si, llamadme idiota, loco, pero es una situación delicada que seguro que hemos pasado todos: el miedo a que sepan la verdad sobre los hechos, pero parece ser que la historia a veces no suele pasar como se cuenta desde un principio).
- Se nota. Bueno, descansa tranquilo, hijo. Jenniffer está bien.
- Gracias, señor Smith. ¿Cómo está usted?
- Bueno, aún sigo muy dolido, pero ya ha pasado una vida entera y un día y otro nos iba a tocar a cualquiera de los dos. ¡Muy pronto volveré a estar con ella, sin duda! - Dijo mirando al techo.
Justo cuando el señor Smith dijo la última palabra, se abrió la puerta de la habitación donde estaba Jenniffer y salió de ella el doctor Berry. Tanto el señor Smith como yo nos apresuramos a entrar y rápidamente nos interesamos por Jenniffer, la cual dijo lo siguiente:
- ¡Todo esto es culpa mía! Si no hubiera discutido con mis padres...
- ¿Qué ha pasado? - Preguntó el señor Smith.
- Mis padres, abuelo. Ya sabes que siempre están encima de mí.
- ¿Pero qué ha pasado para que hayas tenido el accidente?
- Pues había quedado con Travie y mis padres ya me estaban interrogando como de costumbre. He cogido el coche, me he marchado a toda prisa y cuando me he querido dar cuenta ya me había saltado el semáforo y estaba esquivando aquel coche. Y bueno, ya sabéis el resto.

Un rato después, entraron los padres de Jenniffer: Mary y Fred. Tanto ella como sus padres empezaron a levantar la voz, y faltó poco para que nos echaran a los cuatro de la habitación. El señor Smith y yo sólo pudimos decir que bajaran la voz, que esa discusión no iba a llegar a ninguna parte.
Una vez calmados los ánimos, Fred me miró de arriba a abajo, hasta que dijo:
- ¿Travie? El hijo de Susan y Peter? ¡Si que has crecido chico!
- ¡Buenas tardes, Señor Hawkings!
- Perdón si os hemos molestado al abuelo y a ti por tanto alboroto.
- No se preocupe. ¡Peores broncas me he llevado por menos!
- Bueno, ¿cómo te va, Travie?
- Pues muy bien, Señor. Estoy con Jenniffer en la Universidad.
- ¡No me digas! ¡Sí que es pequeño el mundo! ¿Recuerdas cuando ibáis de pequeños Jenny y tu a la guardería?
- Si, Señor. Como si fuera ayer...
- Fred, ¡que lo vas a asustar con tanta pregunta! - Dijo la Señora Hawkings - Perdónale, es que sigue preocupado por el susto de nuestra hija. ¿Quéha dicho la enfermera?
- Dijo que en un par de días la dan el alta. Tiene dos costillas rotas, nada de lo que preocuparse. - Dijo el Señor Smith, haciendo otro esfuerzo por calmar a los padres de Jenniffer.
- ¿Y que vas a hacer con el funeral, papá? - Preguntó de nuevo la Señora Hawkings.
- Llamé antes a la funeraria para traspasar el funeral al martes. Así, Jenniffer podrá descansar en casa.
- Ya lo siento, abuelo. - Dijo Jenniffer entre lágrimas.
- No te preocupes, cielo. La abuela estará velando por tí dondequiera que esté hasta que te recuperes.

Yo, mientras tanto, llamé a mis padres para avisar de lo ocurrido. Si se quedaron boquiabiertos con la muerte de la Señora Smith, con el accidente de Jenniffer, apenas pudieron decir palabra. Les dije además de que no tardando iría a casa.
Al terminar la llamada, fui a la máquina de café, cogí un cortado y entré en la habitación, cuando de repente salieron sus padres y el Señor Smith por la puerta. Parece ser que Jenniffer los había sacado de la habitación para hablar conmigo a solas. ¿Me contará el motivo por lo que quería verme en la cafetería?

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⏰ Última actualización: Jun 30, 2016 ⏰

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