No quiero jugar.

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Al día siguiente cuando fui a recoger a Jesse de la escuela, estaba convencida de que algo de verdad muy malo le pasaba a mi hijo. Jesse estaba muy asustado y nervioso, más que los otros días.
-¿te sientes bien cariño? Pregunte tocando su frente para ver si no tenía fiebre, pero no tenía.
-jugamos al juego de las almas hoy.
Lo dijo sin verme a la cara. No se quedaba quieto de su asiento, miraba a todos lados en camino a casa.
-¿el juego de las almas?
El solo asintió con la cabeza, mirando hacia todos  lados, como si buscara algo, o algo lo buscara a él. Una enorme cantidad de sudor corría por su cara.
-¿ qué es el juego de las almas?
-¡le dije que no quería hacerlo! Pero dijo que dejaría de ser mi amigo si no jugaba con el.
- ¿quién te dijo eso?
-Stan... Dijo con la voz quebrada.
Creí que era alguna cosa que se había inventado para entretenerse.
¿Qué es la iglesia de Stan? Le pregunté, ya que no me quiso decir el día que le pregunté.
- es la iglesia de Stan, mamá.
Lo dijo riéndose como si hubiese hecho una pregunta obvia
-¿y qué hacen ahí? Ya sabes como miembros de esa iglesia...
"muchas cosas, hoy solo hicimos la iniciación y escuchamos a Stan. Estaba hablando en palabras raras pero divertidas y luego nos sentíamos cansados y nos acostamos un rato"  dijo Jesse.
Estacione el auto junto a la casa y le pregunté ¿eso fue todo?, eso sonaba raro, pero no parecía que hicieran algo malo.
-¡Stan nos dio volantes también! Dijo Jesse sacando un papel arrugado de su bolsillo. Tenía tres palabras...

El juego de las almasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora