Fragmento 1: "Ojos ciegos".

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  Un ambiente tenso y agobiante recorría aquella habitación donde se reunían dos hermanos. El hombre de cabello castaño se encontraba respaldado en la silla detrás del escritorio. Su hermana menor caminaba de un lugar a otros con su manía de jugar con sus dedos para calmar sus nervios. Intentaban decirse algo. Tal vez no hallaban las palabras o no había nada más que hablar.

—¡Por el amor a Dios!— gritó intrigada la muchacha de cabello rojizo. Su hermano levanto la mirada para darle su atención. Ella continuo — ¿Hasta cuándo podrás con esto? Dime. ¿Cuánto es el precio de una equivocación? Ella está arrepentida...

—Como siempre, tú la defiendes. ¿De qué lado estás Catalina? ¿A caso ella volvió a llenarte la cabeza con su historia totalmente falsa y llena de estupideces? — le reprochó el hombre apoyando sus codos sobre la mesa para poder dejar descansa su cabeza entre sus dedos.

  Ella intentó contestarle en ese instante; no pudo. Un nudo se ató en su garganta y lo único que pudo omitir de ella fue un sollozo. Dolía, claro que dolía, la misma sangre dividida por orgullo y poder. Le miró a los ojos tratando de ver aquel niño que contaba piedras y no dinero, que lloraba y no que hería, al que le dolía verla llorar y no la miraba de la manera en que lo hacía en aquel momento. Bajó la mirada y prohibiendo el escapé de un llanto cerró sus ojos.

  ¿Cuántas veces hemos querido borrar algún recuerdo? O aún mejor, cumplir el deseo de que jamás allá sucedido. Nunca pensó que ese rencor durará tanto tiempo. Había pasado más de diez años de aquel suceso y aún se mantenía encarnecido en los ojos de su hermano mayor. Catalina no podía creer que un error pudiera causar tantas desgracias en una familia, a la que ahora, sólo quedaban mitades de ellas. ¿De qué valía todo esto? ¿Por qué su hermano se encerraba tanto en sus problemas?

Levantó su mentón y, con las pocas fuerzas de luchar, decidió enfrentarlo.

— Es tu hermana—. Calló por unos segundos para poder anestesiar lo que diría —. Ella está muriendo y a ti te importa un comino. Dime Rafael ¿Qué sentido tiene este capricho tan absurdo? ¿Qué lograrás? ¿No estarás con ella en sus últimos días de vida?. Disculpame, pero yo no puedo.

Él se mantuvo en silencio masajeando su cien. Para él no era justo que su hermana Catalina se le pusiera en contra luego de que el le dio todo lo que ella tenía. Por el contrario, ella no lo comprendía en nada. Su mente reprochaba lo que oía de aquella mujer con ojos lagrimosos parada en frente de él.

—Eres una traidora. Eres como ella, una traidora. Te lo di todo, hermanita. Así me pagaron las dos. ¿A caso no ves quién fue al que casi mataron por defenderla de su marido? ¿No te das cuenta que fue ella la que decidió irse con él?— sonrió con ironía —. Pero claro, el estúpido soy yo. Cuando me necesita ella es mi hermana, pero cuando yo la necesite ¿Fue mi hermana?.

  Ella no podía creer lo que acababa de escuchar. No era su hermano quien estaba sentado allí, era un soberbio abogado. Caminó hacía la puerta. Giró hacia el mirándolo unos segundos y dijo— Perdóname, ella también es mi hermana. Ella solo quiere estar sus últimos días junto a sus hermanos. Tal vez el tiempo no pudo borrar tus heridas pero si las mías. ¿Crees qué no me dolió verla partir con aquel hombre que la lastimaba y aún así le decía "mi amor"?. Lo siento, la amo demasiado—. Abrió la puerta— Tú decides qué es más fuerte ¿Tú orgullo o tú familia?

  Escapó de aquel lugar que la estaba hiriendo más que aquel pasado. La ruidosa ciudad no la dejaba pensar. Su garganta cada vez más apretaba el llanto y ella se resistía; era inútil su esfuerzo. Al fin, escaparon un poco de lágrimas y se dejó caer en un sillón de madera. Trató de calmarse pero ni el paisaje llegaba a distraerla.

  A su alrededor habían árboles, flores y arbustos. El clima se hallaba agradable con el cielo bañado de gris. Los niños jugaban y corrían con abundancia alegría. Los autos paraban y se iban. Uno que otro edificio tapaba la belleza del horizonte. Y el ruido que apenas sus oídos podían escuchar de una ruidosa ciudad. Hoy podía ser un buen día o uno malo, pero el día de mañana sería un día pasado.

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⏰ Última actualización: Mar 30, 2016 ⏰

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Paula Simoncelli #ParticipanteDeWritterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora