Aún niños...

Primer día

Después de conseguir ser liberada de los brazos de mi hermano, fuimos cada uno a su cuarto y nos preparamos, lo más rápido posible, para irnos hacia el instituto.
Pocos minutos después de terminar de prepararnos oímos a nuestra madre:

- ¿Váis a ir andando al instituto o preferéis que os lleve en coche?
- ¡En coche! - grité yo, grito que fue repetido al momento por mi hermano como un eco.

Hicimos el "rápido" - sarcasmo- trayecto hasta el instituto y nos despedimos cariñosamente de nuestra madre para dirigirnos a la entrada principal del edificio.

Sólo entrar nos dirigimos al despacho del director, el qual nos dió los horarios y nos indicó como llegar al aula donde teníamos la primera clase. Que, por mala o buena suerte, era la misma.

Al llegar, cada uno se fue a sentar donde más le gustó: Ethan al centro pero detrás y yo, al lado de la ventana y al fondo, también, de la clase.

Unos minutos después, al ver que la profesora no llegaba, la gente a mi alrededor empezó a levantarse y a comentar en voz alta.
Noté a alguien a mi espalda y antes de que me diera cuenta me encontré hablando con esa persona:

- ¡Hola, me llamo Emma! ¿Cómo te llamas? - una bonita y sonriente chica estaba hablando... ¿conmigo? - Eres nueva, ¿verdad?
- S-Sí - sólo fui ser capaz de articular un "sí" tartamudeado, ¡qué manera de empezar el día!
- Se llama Eileen, los dos somos nuevos este año - ¿Quién hablaba de mi de esta forma? ¿Quién era... ¿él? - ¡Y yo soy Ethan! - Oh, ¿quién podia ser? Mi hermano, ¡obviamente!
- Oh, ¿sois primos? ¿O algo así? - preguntó dulcemente - ¿Estáis saliendo?
- ¿¡Saliendo!?¡Qué va! - mi hermano se rió, no precisamente suave, de lo que aquella tal Emma había dicho y dijo el "bombazo" del siglo - Eileen y yo somos hermanos, bueno, mellizos. ¿No nos parecemos?

Noté como mis mejillas ardían cuando el color de las mismas subió. Me sonrojé, cosa no muy estraña en mí, por no decir casi ordinaria, y me sentí muerta de vergüenza como nunca antes.

- ¡Uau! - la respuesta no fue ni mucho menos la que yo me esperaba - A mí me hubiera gustado tener a alguien que fuese como yo pero distinto, es decir, un yo pero masculino, alguien que... - se interrumpió y se quedó mirándonos - Creo que ya lo habéis entendido, ¿no es así? - su voz delataba inocencia y un punto de vergüenza y me sentí un poco culpable de lo segundo.
- Creo que os parecéis mucho, quizá demasiado... - se fue antes de que, Emma o yo, le soltáramos algo desagradable por pesado.

Una risa descontrolada nos invadió a las dos e instintivamente dije:

- Creo que vamos a ser grandes amigas. - ¿Era una promesa?¿Era una predicción? Sólo sabía que mi instinto me decía aquello.