La verdad sobre la muerte

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Me despierto, me miro en el espejo y pienso ¿quién soy? ¿de dónde vengo? ¿para qué sirvo realmente? y sobre todo ¿qué pondrá hoy de comer mi madre?
Me peino, me visto y quedo con mis amigas para ir de compras. Melisa viene a recogerme y Alison, mi hermana mayor, conduce. Al llegar al centro buscamos a las demás.
Sophie me mira raro y la encontraba triste, después le preguntaría qué le pasaba conmigo. Y Sarah como siempre se viene conmigo, la considero un tanto pesada, pero es buena amiga.
Mientras todas estaban comprando aproveché la ocasión para alejar a Sophie de las demás y preguntarle qué es lo que le pasaba. Ella me dijo que era algo repugnante, algo que si salía a la luz causaría la destrucción del mundo. Era algo que no sabía solo ella, también todos los curas. Ella me dijo que le escuchó todo a su tío, que era el cura de la iglesia de nuestra ciudad.
-Pero Sophie cuéntamelo ya- le dije yo con mucha intriga.
-Lo que ocurre es... es...- de repente vienen dos niños y se llevan a Sophie a la fuerza. Yo me quedo boquiabierta ante este suceso que no me esperaba. ¿A dónde se la llevarían? Vuelvo con las demás y les digo que Sophie se ha tenido que ir porque le sucedió una urgencia, no quería contar nada sin saber lo que pasaba realmente.
Les digo a las chicas que no me encuentro bien para poder salir de allí y me alejo de ellas, pero cómo no, Sarah me sigue. No me quedó más remedio que contarle lo sucedido y ella se ofreció a ayudarme. Mi plan era colarme en la iglesia y buscar pistas para saber qué ocurría, y así lo hicimos. Al colarnos en el despacho del tío de Sophie cogimos una carpeta grande que tenía encima de la mesa y nos escapamos por la ventana. Nos fuimos a ver su contenido a los bancos del parque, pero dentro de esa vieja carpeta solo había fotos de niños de la zona y tipos de cerrojos para ataúdes ¿para qué querrían cerrar un ataúd? Sarah y yo teníamos algo de miedo por lo que le podría haber pasado a Sophie, ¿y si la encerraron en un ataúd para que no nos contara el secreto?
El domingo quedamos Sarah y yo para ir a misa y nos dimos cuenta de que los dos niños que se llevaron a Sophie eran monaguillos y que ellos aparecían en las fotos de la carpeta, entonces todos ellos eran monaguillos, eran cómplices del secreto de los curas que Sophie descubrió.
Al finalizar la misa el cura dijo que recordáramos que mañana había entierro a las cinco, al que por supuesto nosotras no íbamos a faltar.
Quedamos en el cementerio a las cuatro y media y estuvimos fisgando por la zona por si veíamos algo extraño, pero nada. Comenzó a venir gente y al llegar el cura comenzó la misa. No pude quitarle el ojo en todo momento. Una de las cosas que me pareció rara es que al cerrar la tapa del ataúd puso un pequeño candado sin que nadie se diese cuenta y al acabar la misa le dijo al enterrador: asegúrate de echarle bien la tierra encima, no se vaya a escapar nadie. Yo pensé que para ser cura era muy gracioso con ese tema de los muertos y a mi no me hizo ninguna gracia.
Al día siguiente Sarah y yo volvimos a quedar en el parque, donde nos encontramos a uno de los monaguillos llorando, le preguntamos que qué le ocurría, que nosotras le ayudaríamos y le guardaríamos su secreto. Él nos contó que todo era mentira; la muerte, el cielo, el infierno, los curas... todo. Que los curas eran personas encargadas de que todo aquel que muriese fuese bien sepultado y que no volviese a salir a la luz. Nosotras le preguntamos que por qué hacían eso. El muchacho se nos acercó y nos dijo al oído: Al morir lo único que haces es renacer, pero convirtiéndote en un monstruo asqueroso que se come a todo aquel que sigue respirando, es decir en un zombie.
Me entró un gran escalofrío por el cuerpo y cogí de la mano a Sarah del pánico.
Le pregunté al chico que si él sabía dónde estaba nuestra amiga Sophie y él nos dijo que se la llevabaron al mismo sitio que a todos los que descubrían esto; a un seminario, donde les lavaban la cabeza y no hacían más que otra cosa que creer y pensar en Dios.
Tras esta dura noticia inesperada, Sarah se fue corriendo a su casa y yo a la mía, donde le conté todo a mis padres, pero estos no me creyeron y me castigaron ya que ellos eran creyetes.
No podía vivir así, con esa angustia metida en mi interior asique escribí una nota de despedida:
Papá, mamá no quiero vivir más con esta angustia dentro de mí. Me he puesto una cuerda por el cuello como si fuese el collar que me regaló mamá por mi cumpleaños, y he saltado de la silla pensando que estaba en el tobogán de la abuela y que papá iba a recogerme si me caía. Yo nunca sabré si será verdad lo que me han contado esta noche pero quiero que vosotros lo sepáis. Espero que esto valga la pena. Os quiero.

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⏰ Última actualización: Apr 01, 2016 ⏰

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