Era ella. Agarro el móvil con la mano aun temblando. En medio de la pantalla había un mensaje: Adiós. Era un mensaje claro y directo, pero a la vez doloroso y seco. Ella, que tantas veces le a hecho reír, aquella con la que ha pasado miles de momentos buenos y malos. El vivía en un sexto piso. Se dirigió al balcón de su grande y solitaria casa. Su tía seguía sin aparecer. No lo pensó dos veces. Todo se sumió en la más profunda oscuridad.