VII

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El aliento de su maestro lo acarició en la barbilla; siendo insensible a su calor y a su humedad, pero no a su excitante fragancia. Con cautivadoras palabras, extendió los futones sobre el suelo; atrayendo a Saitama, por la muñeca, invitándolo a penetrarse con él. Con poco entusiasmo, debido a la pérdida de su erección y la irritación en su entrada, Saitama rodeó su cintura, con los muslos. Abriendo un espacio entre sus glúteos, suspirando con un gesto de alivio en el rostro.

– Es mucho más confortable de esta manera ¿no te parece...? – exhaló, afectado por su tibieza.

– ¿Cómo es que supiste...? ¿También leíste esto por internet? – balanceándose con sensualidad.

– N-no... Esto sólo lo pensé desde el momento en que te vi tan incómodo. – recorriendo su escultural abdomen, hasta su regazo. – Me apretabas demasiado... y no era nada placentero. –

Como si de agradecer un afectuoso regalo se tratara, Saitama se inclinó a besar sus labios; en verdad era doloroso pero muy reconfortante. Su discípulo nunca podría mentirle y, a todo esto, decidió recompensárselo de la mejor manera. La respiración de Genos se volvía agitada, con el fruncir de su interior alrededor de su anhelado miembro. Éste era su gran día, recordó.

– Genos, ¿puedes oírme? – susurrando cerca de su oído, atendiendo a su lóbulo por mero placer de hacerlo; esto sólo lo puso más estrecho y Genos asintió a sus palabras – Buen chico... –

– Debí verlo venir... – dijo involuntariamente, con voz ronca – No puedo moverme... voy a... –

– ¿En serio? – enloqueciéndolo, con un sensual balanceo – Sí, explotará en cualquier momento. –

– ¡Saitama...! Aún no... comiences... – apretando la piel en su cintura en un desesperado intento porque su maestro desista sus movimientos – No quiero... venirme... T-tienes que parar, ahora...–

Sordo a sus súplicas, Saitama se descubrió totalmente sobre Genos, dejando ver su lado más egoísta. Al principio, suaves y compasivos, luego, profundos y apasionantes; Saitama montaba sobre Genos, buscando complacer a su dominador, con vigor desenfreno. Entonces, un claro de luz cruzó por su mente, rememorando una inquietante anécdota sobre Genos y sus apuntes.

– O-oye... – abriendo los parpados de Genos con sus dedos – ¿Recuerdas... esa noche...? –

– ¿N-noche...? – sintiendo una extraña sensación, avecinarse – ahh... ¿c-cuál noche...? –

Saitama le dirigió una enseriada y acusadora mirada, la cual paralizó a Genos cuando éste viajó entre sus recuerdos. La noche en que sus instintos sexuales se salieron de control y las apaciguó con grandes hazañas heroicas. Esa noche... Genos pudo haberse tranquilizado con un simple trote hasta el amanecer... si tan sólo no hubiese hecho algo relativamente malo.

El asunto se tornó aún más complicado para Genos, cuando Saitama se tentó a sí mismo, deslizando una mano bajo su playera; descubriendo su bien trabajado torso. Si palidecer estuviera dentro de sus facultades, Genos hubiese estado aterradoramente frio, ahora.

– P-p-pero creí que usted estaba... ungh... Basta, por favor... Se está poniendo muy b-bueno... –

– Silencio, Genos. No pienso escuchar ninguna de tus escusas – amenazó, complacido; aumentando el ritmo de sus meneos – me siento demasiado excitado como para escucharte... –

Sintiendo apagarse su última luz de raciocinio, Saitama se dejó llevar por el descontrol y la amargura que Genos había generado en él. Su oscuro deseo por descubrir qué tan glorioso podría ser un hombre, poseedor de un vigoroso cuerpo capaz de soportar su aplastante poder, se estaba realizando entre sus piernas. Y tenía todo el control sobre él, cuanto quisiera.

One Punch Man - Despertar SexualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora