Capítulo 1

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En conjunto de mis maletas tome la decisión de adentrarme a la habitación que me habían asignado en secretaría.

Puede apreciar que había una chica estudiando en un pequeño escritorio ubicado en la esquina de la pequeña habitación con una serie de libros a un costado.

Entré en sumo silencio y dejé mis pertenecías en el lado que suponía que era el mío. El sonido de mi bolso caer distrajo a mi compañera de habitación y fijó su mirada en mi y pude apreciar que rodo los ojos.

—Hola. — Salude con una sonrisa. —Me llamo Blue.

—Katrina y no me gusta el ruido. — No me miró mientras pronunciaba eso, solo me dió vista a la palma de su manos mientras la levantaba y la dirigía hacia mí.

—Bueno. — dije con cierta extrañeza. "no fue un buen inicio" pensé

Comencé a desempacar mi ropa para acomodarla en el closet que me correspondía.

—Hoy en la noche hay una fiesta en la facultad de medicina a la que gustaría ir. Ahí es donde se juntan todas las zorras que vienen a vivir la vida loca. Y por tu ropa tienes el aspecto de ser una de ellas.

Si antes creía que nuestra relación iba a ser mala. Ahora lo puedo dar por hecho.

Prefiero omitir su antipático comentario comienzo a ordenar mis cosas para el inicio de clases. Etiqueté todas mis carpetas con los nombres de las asignaturas que tendría por el resto del semestre.

Eran cerca de las once de la noche cuando ya me fui a acostar. Acomode todo para mañana.

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La luz del sol me dio a los ojos y cubrí mi cabeza con la almohada. Estire mi brazo hasta la mesita de noche que se encontraba a un costado. Tome entre mis dedos mi teléfono para apreciar la hora y cuando ya lo hice levante mi cabeza horrorizada.

Eran cerca de las nueve de la mañana y las clases comienzan a las ocho y media. Estaba mucho más que atrasada. No tenía tiempo para absolutamente nada. Tomé un vestido floreado y nos zapatos negros bajos, solamente porque eran fácil de poner y me quitarían menos tiempo. Tomé la carpeta que me correspondía más el mapa de la universidad. Corrí todo el sendero que separaba a los dormitorios con el edificio de departamento de derecho. El mapa que tenía era más grande de lo que espere cuando lo vi cerrado, si fuese diez centímetros más grande seria casi de mi porte.

Al llegar quise pedir ayuda pero estaba lleno y todos median el doble que yo, era impensable que me notarían. Y a raíz de mi 1,57 de estatura me lleve varios mochilazos en mi cabeza.

Pase alrededor de cinco minutos tratando de ubicarme en el sector que estaba y tras hacer eso se me hizo más fácil encontrar el salón que me tocaba. Pude apreciar a través del vidrio de la puerta como el profesor estaba charlando con sus estudiantes. Sentí pánico al tocar la puerta, el profesor, de unos cincuenta años, hizo contacto visual conmigo y con su dedo índice me negó la entrada y dirigiéndome a otro lado que no sea su clase.

Junté las palmas de mis manos rogándole la entrada pero solo gané que me dejara de mirar.

Insistente me mantengo a las afueras esperando que se le ablande su corazón por ser el primer día. Pero esto solo pasa tras esperar cerca de diez minutos.

—Esto no se volverá a repetir. Si quiere estar aquí se entra que levantar más temprano. — me informa con su voz gruesa y fuerte.

Tomo ubicación en el asiento disponible más cercano al pizarrón para asa poner más atención. En los siguientes cuarenta minutos no despego los ojos del profesor, todo lo que explica lo guardo en mi cabeza y anoto lo puntual. En historia las fechas y las causas son lo primordial.

Al finalizar la clase pide que leamos la historia de la historia, libro que se podía encontrar en la biblioteca de la universidad.

Guardo todas mis cosas para ir por él, planeo en el discurso con el que pediré ayuda hasta llegar ahí.

El timbre suena y un chico colorín pasa por mi costado dejando una pequeña nota en mi escritorio.

"En el patio trasero. En 10"

Me rio de gracia. Guardo la nota en mi mochila como recuerdo de "la primera "cita" de la universidad" pero en ningún momento se me pasa por la cabeza ir al lugar que me pidió.

Decido no utilizar mi mapa y lo junto con mis carpetas. Decidida tomo marcha hasta el pasillo el cual, ahora si está repleto. Es ahí donde puedo apreciar que el promedio de altura de la universidad supera con creces el 1,80 y eso genera que cada vez me sienta más pequeña.

Buscando la biblioteca pase por lo que parecía una pequeña sala de auditoria. La aglomeración que había era inmensa, ahí mismo podrían haber unas ciento cincuenta personas mirando detenidamente lo que sea que hubiese en frente.

Mi intriga me motivó para sumarme y entré como pude. Fueron tantos mis intentos erróneos de tratar de pasar que comencé a saltar. Como si de algo me ayudara. En una de esas oportunidades escuche como revotaba mi brillo labial.

Como sabía que no lograba nada pidiendo que me lo pasaran, me coloqué bien mi mochila y me puse a gatas para encontrar mi labial. Me llevé varias patadas en la cabeza y la espalda, pero aún sin encontrar mi tubito rosado.

Buscando con la mirada lo encontré a unos cinco metros de distancia. Sonreí victoriosamente y comencé el camino para tomarlo.

Las personas comenzaron a aplaudir y a gritar en apoyo a alguien que estaba sobre una silla.

Cuando obtuve mi prometido me pusé de pie y quedé entre las primeras y pude observar al creador de tanta euforia.

Era un chico sumamente alto que desbordaba seguridad. Guapo como él solo, una sonrisa que llenaba de luz la sala y unos ojos que brillaban más que niño en navidad.

—Por eso recuerden. Nadie les puede negar la entrada o salida de la facultad o los dormitorios. Todos estamos acá por algo, y eso es salir de aquí con la frente alto con nuestro título. Si queremos salir a las tres de la mañana, nos tienen que dar ese derecho. Está estipulado en la cláusula número tres del contrato que firmamos al iniciar cada año escolar "el estudiante tiene derecho de circulación libre e indefinida" si eso no se respeta, fácilmente podemos cambiar de universidad.

Tan solo faltó que concluyera su discurso para que volvieran las ovaciones a él.

Tomó su mochila y levantó una mano despidiéndose de sus seguidores, yo no pude hacer nada más que admíralo con una estúpida sonrisa en la cara.

Pensé que los enamoramientos a primera vista solamente se daban en la preparatoria, pero veo ahora que eso es mentira, o yo todavía no maduro lo suficiente.

Se despidió de un chico con un choque de manos amigable, y comenzó a caminar hacia donde estaba yo.

—Permiso, Rachel. — le pidió con una sonrisa a la chica que estaba parada al lado mío

Ella asintió con una sonrisa espeluznante y lo dejo pasar y como si la acción del día fuese pegarme, él también se suma y me pega en mi rostro pero él no fue como los otros, él si se disculpó

—Oh lo siento...— no continuó porque de seguro no sabía mi nombre.

—Blue.

—Blue, no fue mi intención pegarte, es solo que. —me regalo una sonrisa cordial. — eres muy pequeña

—ya me lo han dicho. — rodé los ojos.

—Estoy seguro que eres nueva, —asentí— te doy la bienvenida a la universidad de Melbourne. Noah Breslow, presidente de la federación de estudiantes. Espero verte seguido por estas pequeñas charlas.

No dijo ni espero nada más y salió entre lo que quedaba de personas. Dejándome con su fragancia de hombre impregnada en mi nariz.

—te lo digo desde ahora. Él no se empareja. No tiene tiempo para novias, tiene todo su futuro listo y una mujer no cabe ahí. — me advirtió la chica del costado, Rachel.

—Oh.

BlueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora