Mark Moon

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Desperté sudando, después de una pesadilla que ni recuerdo, respirando rápidamente revisé el reloj con un gruñido (agrrr). Eran las 3:30 de la mañana, ¡por amor a Cristo!

Sacudiendo mi mal humor, caminé a través de mi pequeña habitación de paredes blancas, desnuda de cualquier decoración. Alejándome de mi cama de aspecto cómodo, con sábanas negras, me dirigí al baño a darme una ducha rápida para volver a dormir.

Saliendo del baño y peinándome el cabello, me puse unos pantalones de baloncesto negros y traté de recordar el día que pronto tendría. Era mi primer día de clases del último año escolar y no podía estar más feliz, finalmente podría salir de este infierno de pueblo y aventurarme a aprender cosas mejores.

Pensando en eso, me quedé dormido y, a la vez, preguntándome qué habría sido esa pesadilla que no lograba recordar.

Horas más tarde...

"Moooooooon, será mejor que te levantes que ya estás tarde para la escuela..." Gruñendo, me levanté y me vestí para llegar a tiempo a la escuela. Me puse unos levis gastados, una camiseta negra con el logo de AC/DC, una de mis bandas favoritas, y unas converse negras. Me miré en el espejo y estaba conforme con mi apariencia. Agarré mi bulto y salí de camino a mi infierno, gracias a Cristo, solo son unos 10 minutos a la escuela. Saqué mi iPod para escuchar música en lo que llegaba.

Al llegar a la escuela, saqué mi horario para ver qué clase tenía y me tocaba historia con la Sra. Presco. Entrando al salón, busqué la silla más lejana y oculta.

"Oh, es un placer que decidiera asistir, Sr. Moon."

Sin responderle, me dirigí al asiento y me puse a mirar por la ventana. Después de un rato, vi a alguien conocido. Dispuse a recoger mis pertenencias y miré el reloj; solo 20 minutos, un nuevo récord para mí. Al pararme de la silla, esta hizo un ruido, haciendo que la profesora levantara la cabeza.

"Señor Moon... ¿para dónde va...? No recuerdo haber dado la autorización para salir del salón..."

"Y yo no recuerdo habérsela pedido tampoco..." Le respondí con sarcasmo mientras salía del salón. Escuché a unos compañeros reírse, pero la profesora los mandó a silenciar.

Por fin, saliendo de esa prisión de aburrimiento, me dirigí hacia el estacionamiento donde vi a Alex, la persona que había visto por la ventana.

Lo vi apoyado en su Chevrolet Camaro de quinta generación, color rojo con tonos plata, terminando de fumar un cigarrillo. Me acerqué un poco más rápido para saber qué tenía que decirme.

James, 23 años, con el pelo corto negro, ojos marrones, mide 6'5", vistiendo pantalones vaqueros de color azul oscuro, camiseta azul y converse.

"Por fin llegas, Moon. Tengo una pelea programada para ti en 10 minutos cerca de aquí."

Como siempre, Alex iba directo al grano, como me gustaba.

No malinterpreten; Alex y yo no somos amigos. No tengo amigos, solo conocidos. Alex era algo similar a un corredor de apuestas para mí; él hacía apuestas con otras personas sobre quién ganaría y arreglaba cuándo y dónde yo luchaba, dejándome luchar hasta que estuviera satisfecho mientras hacía un poco de dinero en efectivo.

"Vámonos, que estaba aburrido de todas formas. No perdamos más tiempo."

Después de unos cinco minutos, Alex me dejó en el lado malo de la ciudad, donde los drogadictos y pandilleros se reúnen para pasar el rato.

No me extraña que este sea el lugar donde se llevaría a cabo mi pelea.

"Tu pelea es en ese callejón al final," dijo Alex, apuntando a un callejón oscuro unos pasos adelante. "No pierdas; aposté una gran cantidad de dinero en ti," advirtió antes de irse.

Dirigiéndome hacia la entrada del callejón, decidí dejar mi bulto detrás de unos contenedores de basura no muy lejos. Ahora, sin toda esa carga, me dirigí silbando a la melodía de mi canción favorita de Rachel Platten, "Fight Song".

La pelea fue intensa y brutal, como todas las peleas callejeras en las que he estado involucrado. Al entrar en el callejón, vi a mi oponente esperando. Era un tipo grande, probablemente más alto y musculoso que yo, pero eso nunca me había detenido antes. La multitud alrededor del callejón se animó al verme aparecer, y pude sentir la adrenalina bombeando a través de mis venas.

El tipo se presentó como "El Toro", un apodo que claramente se había ganado por su tamaño y fuerza. Nos acercamos el uno al otro, sin necesidad de palabras. La multitud se silenció momentáneamente, anticipando el primer golpe.

El Toro lanzó el primer puñetazo, un derechazo dirigido a mi mandíbula. Lo esquivé por poco y respondí con un gancho a sus costillas. Sentí el impacto de mi puño en su cuerpo, pero él apenas se inmutó. Nos movíamos en un baile violento, intercambiando golpes y esquivando ataques. Cada golpe que daba y recibía resonaba en el callejón, amplificado por los gritos y vítores de los espectadores.

Sabía que no podía igualar la fuerza bruta de El Toro, así que recurrí a mi velocidad y agilidad. Lo cansé con mis movimientos rápidos, haciendo que se desgastara mientras yo buscaba openings para atacar. Logré conectar varios golpes a su rostro y cuerpo, viendo cómo comenzaba a ralentizarse. Pero también sentí el peso de sus golpes en mi cuerpo, cada uno más doloroso que el anterior.

En un momento crítico, El Toro bajó la guardia por un segundo. Aproveché la oportunidad y lancé una serie de rápidos jabs seguidos de un uppercut que lo dejó tambaleando. La multitud rugió de emoción cuando vi que sus rodillas comenzaban a doblarse. Con un último esfuerzo, lancé una patada giratoria que lo golpeó en la sien, derribándolo al suelo.

El Toro cayó, y la multitud estalló en vítores. Alex apareció a mi lado, con una sonrisa de satisfacción en su rostro. "Buen trabajo, Moon. No esperaba menos de ti," dijo, entregándome un fajo de billetes.

Mientras me alejaba del callejón, dolorido pero victorioso, no pude evitar pensar en lo irónico que era. Peleaba para salir de mi infierno personal, pero cada victoria me sumergía más en él. Pero por ahora, solo podía concentrarme en el dinero en mi bolsillo y en la satisfacción de haber ganado otra pelea.

Después de la victoria, Moon se sentía una mezcla de emociones encontradas. La adrenalina de la pelea aún corría por sus venas, haciéndolo sentir invencible. Cada latido de su corazón era un recordatorio del combate intenso que acababa de ganar, y la ovación de la multitud aún resonaba en sus oídos. Sin embargo, bajo esa capa de euforia, había una sensación de vacío y confusión.

Caminando hacia su casa, Moon comenzó a reflexionar sobre lo que acababa de suceder. El dolor en su cuerpo, resultado de los golpes recibidos, le recordaba que cada pelea tenía un costo. Sus nudillos ensangrentados y los hematomas que comenzaban a aparecer eran marcas de su lucha constante por sobrevivir en un mundo que parecía no ofrecerle más que violencia.

Mientras contaba el dinero que Alex le había dado, una sensación de satisfacción momentánea lo invadió. Sabía que ese dinero le ayudaría a mantener a su padre y a cubrir algunas de sus necesidades básicas, pero también era consciente de que no era una solución a largo plazo. La pelea había sido solo otra batalla en una guerra interminable que libraba todos los días.



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Sé que no soy la mejor escribiendo libros que siembre los dejo esperando por el próximo capitulo pero creo que esta vez será diferente ya saben comenten y voten si les gusta el libro los quiero mucho.....

Z

El Peleador Callejero Y el AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora