¿Está bien mi idea?
Actualidad.
Después de haber terminado de desayunar junto a Krystal, haberse bañado y arreglado, y por último subir a la camioneta junto a su prometida, el castaño por fin había abierto las puestas de aquel local. Aquel local que estaba en el centro de Belmett. Había muchos autos transitando por la calle; lo mismo pasaba por las aceras, solamente que en aquel caso eran personas. Una sonrisa provocó que el rostro de Jo se ensanchara, para luego inhalar profundamente aquello que era el olor a nuevo.
― Vamos, Krystal, hay promociones qué hacer ―anunció Jonathan después de unos segundos, para dar unas palmadas y dirigirse al mostrador. Agarró un puñado de folletos, para así salir y comenzar a repartirlos. A todos le decía "Estamos abriendo. ¡No dude en pedir informes!", y agregaba un "Buscamos repartidores de folletos, ¡no dudes en preguntar!" hacia los adolescentes que pasaban.
Le recordaba a su secundaria; en el momento justo donde todos sus compañeros (incluyendo a Mathew y a Natalie) comenzaron a trabajar a medio tiempo. Algunos comenzaban a salirse, con la excusa de que era mucha la presión, y los que no querían aceptarlo de que ya habían conseguido el dinero suficiente. Unos pocos continuaron trabajando, y un ejemplo de ellos era él mismo.
― Disculpe... ¿está buscando personal? ―preguntó una joven de dieciséis años. Ella logró sacar de sus pensamientos a Jonathan. Una sonrisa nueva se asomó en su rostro. Asintió energéticamente, para luego darle un folleto a ella.
― Así es, chica. Estamos buscando a adolescentes para trabajar dos horas diarias entregando folletos. ¿Te interesa? ―vio con mirada insistente a la chica. Veía detalladamente su físico; pelinegra, con cabello lacio, sus ojos eran miel al igual que rasgados y su tez pálida (debía ser de ascendencia asiátixa). Traía aquella ropa de moda asiática que se promocionaba en el Internet, y las botas que traía la ayudaban a verse más alta.
― Sí señor, de hecho, pasaba por aquí para buscar trabajo... ―confesó levemente apenada. Jonathan rio levemente ante su comportamiento, y con confianza, la dirigió al interior del local. Krystal estaba limpiando los instrumentos (ya que no tenía nada mejor que hacer), y al momento de alzar su vista primero vio a Jonathan. Iba a comenzar a replicar de cómo es que estaba adentro y no fuera, pero vio a la chica. Su rostro de reproche se convirtió en una sonrisa leve.
― ¡Bienvenida! ¿En qué puedo servirte, cariño! ―se acercó a la aún anónima, entrelazando sus propios dedos y apoyando sus manos en el centro de su pecho.
― Krystal, ella es... ―se quedó callado, ya que no sabía su nombre.
― Mary Park, señor ―respondió a la pregunta no formulada, y dicho eso tomó la iniciativa de hablar―. Y buscaba por el trabajo de repartir volantes, incluso hacer otras cosas dentro de la tienda. Sé mucho sobre instrumentos, de la a, a la zeta. Desde América hasta Asia.
― Vaya, eres buen partido, entonces ―rio Jonathan ante su comentario, pero su prometida lo vio alzando una ceja. El castaño dejó de hacer la acción.
― ¿Por qué no te sientas mientras lo conversamos, querida? ―se sentó en un banco la rubia, señalando un segundo (el cual estaba enfrente de ella) para que la chica de ojos rasgados se sentada. Jonathan estaba a punto de tomar uno, pero Krystal le lanzó una mirada asesina―. Querido, tú ve a repartir los volantes, que no van a desaparecer solos ―Mary no logró retener una risa pequeña. El castaño sólo rodó los ojos, para luego regresar a la calle y continuar con su deber; repartir volantes mientras Krystal se encargaba de lo fácil.
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Después de mí
Teen FictionDesde siempre Jo fue un chico con una gran suerte; mejores notas en el colegio, un centenar de compañeros que pasaban el tiempo con él, su grupo de amigos el cual nunca lo dejarían abandonado, y por supuesto, algunas chicas detrás de él. Pero en la...