Capítulo 1: K siempre te esta mirando.

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- ¡No! ¡Te dije que no hicieras trampas!- dijo la chica que estaba sentada en frente de mí. Sonreí con malicia.

-¿Yo? ¿Trampas? ¿Cuándo?

El tono irónico hizo que la chica se levantara de su sitio y me pegara un golpe en el brazo. Yo emití un quejido extraño, una mezcla entre risa y dolor.

-Venga, juguemos otra vez, pero esta vez sin trampas.- insistió ella, con una sonrisa.

-Ya me aburre el juego, todos sabemos como terminará, tú te picarás porque he hecho trampas y yo lo negaré y tu me pedirás volver a jugar.

Ella se quedó pensativa, con una mano apoyada en la barbilla, un típico gesto que solía hacer cuando estaba maquinando un plan malvado. Fue entonces cuando se apoyó en la mesa que nos separaba, colocando un codo con otro codo. Su camisa de escote (no muy pronunciado) no podía esconder el canalillo que ella obviamente estaba intentando crear.

Tragué saliva, intentando desviar mi mirada, para no parecer demasiado grosero.

-Vale, juguemos a otro juego... ¿Qué te parece que yo te bese y tú me correspondas?

Entonces fue cuando ella se inclinó sobre mí, para plantar un beso en la comisura de los labios. No contenta con eso, rodeó lo que nos separaba, se sentó en mi regazo y empezó a besarme con un fervor que me volvió loco. La agarré de la cintura, sonriendo entre cada beso. Ella se pegó cada vez más a mí, sus piernas caían por los lados de mi cintura.

Mis manos fueron bajando por sus caderas, para agarrar su culo. Ella gimió muy bajito, soltando una risa nerviosa después. Empecé a besarla el cuello, ella estaba excitada y yo también.

-¡Sauer!- ella gritaba, pero su voz se había transformado. Parecía la voz de una vieja, una voz chillona y demacrada. La miré, y vi como su cara se transformaba en la de mi profesora de química. Entonces, el escenario cambió y vi como me acababa de quedar dormido en medio de la clase.

-Bien, señorito, ya que tiene tantísimo tiempo como para dormirse en clase, le sobrarán los minutos para resolver el ejercicio de la pizarra...- su mirada era más potente que el ácido sulfúrico, lo que intentaba era derretirme.

Le esbocé una sonrisa nerviosa. En realidad, química era una de mis asignaturas preferidas. Y se me daba bastante bien (no quiero presumir, pero mi nota había sido un 9 la pasada evaluación). El problema no estaba en el ejercicio, estaba en la razón por la cual no quería salir.

-¡Señor Sauer, deléitenos con sus grandes conocimientos!

Me levanté rápida y bruscamente. Con paso apresurado me dirigí a la pizarra, resolviendo con soltura el simple problema. Cuando terminé, me dispuse a acceder a mi sitio con la misma rapidez con la que había salido, pero la voz de la irritante profesora hizo que me detuviera.

-Entonces, ¿cómo ha resuelto el ejercicio? ¿Ha comprobado que todo se encuentre en orden?

Concéntrate en la pregunta de la profesora y olvida ese maldito sueño. Vamos, no es nada del otro mundo. Respira...

-Pues...- mi flequillo tapaba mi cara- He empezado hallando los moles de la primera disolución, después he...

Una carcajada interrumpió el ambiente de la clase. Se me crisparon los nervios, y miré aterrado al lugar donde había nacido la risa. Dos chicos, y detrás dos chicas, estaban riéndose a más no poder, mientras me señalaban el pantalón.

-¡Dios, sí que has aprovechado la siesta! ¿Acaso soñabas con una buena mamada?- dijo el de pelo oscuro, que parecía el líder de todos ellos. Sentí toda la clase mirando el bulto de mis pantalones.

Fdo: La chica GafapastaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora