Me despertó una voz malhumorada:- Señorita Sofía, despiértese.
Me había dormido hace dos horas en una clase de historia, ahora me encontraba en la clase de economía.
-Perdón Carmen- la profesora me miró extrañada.
- Sí, sí, - hizo un leve gesto con la mano, quitándole importancia a mi siesta - tiene visita.
Me levanté de mi sitio, miré a mi alrededor y me dirigí hacia la puerta del aula. De repente caí en la cuenta de que algo no estaba bien.
Me gire en redondo y observe con detenimiento esa aula de colegio con paredes decoradas con posters de todo tipo, con corchos con firmas y declaraciones del año 2031. Pero algo estaba mal, algo no cuadraba. La clase estaba medio vacía, cada alumno (si, todos chicos) estaba sentado en su sitio, pero - otra vez esa estúpida palabra - ¿dónde estaban las chicas?
- ¿Carmen?
- ¿Si, señorita Sofía?
- ¿Dónde están todas mis compañeras?
- Con su visita señorita Sofía, usted es la única que falta. La están esperando en el auditorio
- Vale, gracias
El auditorio estaba, al igual que mi clase, medio vacío. En vez de ser todo chicos, esta vez las que asistían eran las compañeras a las que había echado de menos anteriormente.
- ¡Ya ha llegado! - en el escenario del auditorio estaba el "guapísimo" príncipe Pablo - buenos días Sofía, espero que se encuentre mejor. Bueno ya que estamos todas os explicaré porque estáis aquí y no en clase de economía, que os vendría muy bien, por cierto.
>> Mi madre, la reina Elena, tiene ocho hijos, entre ellos yo. Bueno, yendo al grano, que somos todo chicos. Dentro de dos años, mi madre necesitará una sucesora y para ello tenía dos opciones: la primera era elegir una de entre las hijas de los reyes de otros reinos y casarla con uno de nosotros. Y la segunda era coger a cincuenta niñas de dieciséis años de su reino y convertir a una sola de ellas en sucesora. Como podéis ver -todo el mundo echo un vistazo a su alrededor- mi querida madre ha elegido la segunda opción. Ahora mismo vamos a coger un tren.......
- ¡¡Sofía!!
De nuevo, una voz familiar resonó en mi cabeza. Aún dormida, notaba que mi cuerpo seguía buscando descansar pero que a la vez estaba lo suficientemente descansado como para levantarse. El eco de la voz chocó con mi cerebro y pensándomelo más de dos veces decidí volver a la realidad y abrí un ojo.
Me desperté y me encontré en una cama grande y blandita. La cama estaba cubierta por un edredón muy cálido de color rojo y debajo de este unas sábanas blancas de lino en las que se veía un bordado rojo, del mismo color del edredón. Giré la cabeza lentamente y me encontré en una habitación tres veces más grande que la de mi casa. Al fondo, había una ventana que daba a una terraza pero de la que no podía ver mucho más porque unas vaporosas cortinas blancas me lo impedían. Además había un armario gigante y un escritorio de caoba oscura a juego con la silla. Encima de éste descansaban unas flores, unos tulipanes amarillos mezclados con unas bonitas margaritas blancas, mis flores favoritas.
-Buenos días Sofía. - dirigí mi mirada hacia la puerta donde se encontraba mi mejor amiga, Carmen
- ¿Qué? - pensé que a lo mejor me había despertado dos horas después de que alguien me dejara en esa habitación, por lo que se veía, mi habitación- ¿Cuánto he dormido?
-Son las nueve de la mañana, ayer dormiste todo el día. Estabas muy enferma y la reina tuvo que llamar al médico real. Tienes anginas - señalo una caja de pastillas - y te tienes que tomar estas pastillas.
- ¿¿ya se ha despertado?? - esa voz que escuché durante mi sueño, supongo que antes de llegar a esa estupenda y enorme cama.
- ¡A! Y Ignacio estuvo toda la tarde al lado tuyo, mientras venia el médico. - esta vez Carmen me hablaba apenas en un susurro.
- ¿¿Tal mal estaba??
- Creíamos que te morías - el príncipe Ignacio apareció detrás de Carmen - bueno como veo que te encuentras mucho mejor le diré a Patrick que ponga un plato más en la mesa.
El desayuno fue una de las mejores comidas que había tomado nunca.
Era una especie de buffet con platos de toda Europa: tortitas, crepes con Nutella, gofres, tostadas y todas las cosas que se pueden tomar de desayuno, incluyendo embutidos y fruta, también había unas cosas que al principio no reconocí pero que luego califiqué como desayuno oriental, por el aspecto, y decidí no probarla
Aparte de la comida, lo mejor fue que comimos en compañía de la familia real. La reina Elena, acompañada de sus ocho hijos: Pablo, Ignacio, Alberto, Juan, Enrique, Santiago, Álvaro y Pedro; presidía la mesa aunque a su lado había una silla libre, supuse que era el sitio para el Rey. En ese momento, un guardia entró por la puerta y anunció la entrada del que yo estaba echando en falta.
- Su alteza real, el rey Felipe IX.
En ese momento el rey, vestido con un traje azul marino, entró y, como de costumbre, todos nos pusimos de pie e hicimos una delicada reverencia.
-Buenas tardes a todos. Veo que ya habéis empezado y que tenemos de vuelta a Sofía - en ese momento me guiñó un ojo, - bueno os explicare lo que vamos a hacer estos dos meses y medio.
>> Este tiempo se va a dividir en tres fases, pero no todas estaréis en las tres. Habrá tres momentos de eliminación, hasta que quede solo una. La próxima reina.
>> Bueno, hoy empieza la primera fase, tanto física como de educación como sobre cultura. De nueve a dos tendréis varias clases, el profesor será mi hijo mayor, Pablo. Y mi segundo hijo, Ignacio, será vuestro instructor físico, aunque estará con vosotras en todas y cada una de las clases - el rey miro a Ignacio y el asintió con un gesto brusco.
>> Bueno se acabó la charla, solo os quiero decir una última cosa. Dentro de tres semanas evaluaremos vuestro aprendizaje en todas las categorías. Pero no os relajéis, desde este momento estáis en evaluación continua- le dio a un botón de su móvil y una pantalla en el medio de la pared roja de aquella enorme sala se encendió. Allí estaban todos nuestros nombres. A partir del número 30 estaban todos en rojo. Aunque todavía no había puntuaciones. - Buenos días a todas.