Capítulo 43: Mi lugar, ¡mi propiedad!

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Tuve que faltar algunos días a la escuela, bueno, no tuve, pero preferí hacerlo porque me había estado drogando, y no quería que Kyle me viera así

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Tuve que faltar algunos días a la escuela, bueno, no tuve, pero preferí hacerlo porque me había estado drogando, y no quería que Kyle me viera así.

No pensaba regresar como en otros tres días, pues ya me daba lo mismo si me hacían volver a repetir el curso,  de no ser por algo bastante interesante que llegó a mis oídos el día de hoy, no habría asistido.

Estábamos en casa de Leo, y hacíamos lo que siempre que ya era una costumbre casi religiosa; Dave fumaba hierba, Leo aspiraba coca, y yo recién había llegado para meterme un coctel de todo un poco.

Era muy temprano todavía para empezar con los vicios, pero los drogadictos no obedecían ningún horario.

Primero empecé a fumar un poco de hierba, ahí todavía no me preguntaron nada porque, como sucede en todos los casos de adictos que no quieren limpiarse por completo, se convencen a si mismos de que la hierba esta permitida. Luego le pregunté a Leo si podía servirme de una de sus líneas blancas.

—¿No se supone que estabas limpiándote, Alex? —me preguntó Dave.

—Tú lo dijiste, estaba.

—¿Cuánto duraste sobrio?

Mustie mientras contaba los días en mi cabeza, al final me quedé atónito porqué fue más tiempo del que creí.

—Cerca de dos semanas.

Ambos reaccionaron sorprendidos «Wow... ¡¿Qué?!»

—¿Cómo lograste hacerlo por tanto tiempo? —me preguntó Leo, incrédulo de lo que estaba oyendo—, yo no puedo estar más de diez horas sobrio.

—Me consta. ¿Por que decidiste hacerlo tan de repente Alex?, la última vez que estuviste aquí parecía que te querías a morir ahogado en drogas.

—Yo sí sé porque... —mencionó Leo con una sonrisa sospechosa.

Greg y Brookelle ya lo habían notado, no me sorprendería sí este maldito que era tan listo se hubiera dado cuenta también.

—¿Tú ya sabes, Alex? —me lanzó esa pregunta aclarando mi teoría, Leo sabía.

Asentí en silencio mientras le lanzaba una mirada filosa con la que le decía «ni se te ocurra decir una palabra».

—¿Por qué?, ¿por qué? Yo no sé, dime Leo.

—Pues Davie, es obvio, es porque Alex ya no se quiere juntar con nosotros.

—Que malo, Alex.

Menos mal sí me encubrió, no estaba seguro si lo haría, pues Leo era tan impredecible por sus carentes expresiones faciales que me puso nervioso. No necesitaba que un adolescente con alma de niño chiquito como era Dave supiera de lo enamorado que andaba yo de Kyle, se le podía salir por ahí hasta llegar a oídos del enano.

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