Samuel De Luque
Estoy enfermo de estar en este avión. El vuelo de cuatro horas y media de Nashville a Los Ángeles estuvo bien. La escala fue tolerable, gracias al bar del aeropuerto. Pero el último tramo de nuestro vuelo a España se está volviendo más y más insoportable con cada minuto que pasa.
Trato de calcular cuánto tiempo queda para aterrizar en Madrid. El cansancio me hace difícil hacer la simple ecuación en mi cabeza, pero al parecer todavía faltan casi dos horas para que sienta la tierra firme debajo de mis pies. Suspiro y me digo a mí mismo que debo ser paciente. Lo he sido hasta ahora. Puedo aguantar otras dos horas. Quiero decir, en realidad no tengo opción en este momento, ¿cierto?
Miro a mi mejor amigo durmiendo en el asiento junto al mío y estoy irritado.
Alex ha dormido la mayor parte del vuelo, dejándome para entretenerme yo solo. Me ofreció compartir su Valium, pero lo rechacé, seguro que no lo necesitaría. Me equivoqué.
Brinco sobre Alex y camino por el pasillo para estirar mis piernas, lo cual ayuda a sentirme mejor. En cuanto regreso a mi asiento, decido que leer me ayudará a pasar el tiempo, así que agarro mi tablet y sigo donde me detuve en el romanticismo-de-putos que había comenzado a leer anteriormente. Solo en el capítulo seis, por supuesto, el chico protagonista está enamorado del tipo caliente, pero está en negación. Qué típico.
El capítulo veinte está perdiendo potencia cuando el piloto anuncia que estaremos aterrizando en Madrid en diez minutos. Alex se mueve, así que guardo mi historia obscena y le doy un codazo a él, sabiendo que tomará los siguientes diez minutos para sacarlo de su hibernación inducida-por-drogas.
—Despierta, Alex. Casi estamos en Madrid.
Apenas se mueve, así que le doy otro codazo.
—Alex. Levántate chaval. Estamos en Madrid. Necesitas ponerte el cinturón de seguridad para aterrizar.
Levanta su cabeza y se me queda mirando con ojos desenfocados. Se estira en su asiento y toma otro momento para orientarse.
—Guau, eso fue más rápido de lo que esperé.
—Supongo ya que estabas en un maldito coma. Fueron las trece horas más largas de mi vida. No pegué un ojo en todo el vuelo porque estaba muy ocupado preguntándome si iba a terminar siendo comida de tiburón.
Eso salió un poco más cabreado de lo que tenía previsto.
—Bueno, no hay razón para estar triste cuando no tienes que estarlo. Deberías de haber tomado una pastilla feliz y tal vez no estarías tan enfadado ahora mismo tío. —No tendrá que ofrecérmelo dos veces en el vuelo de regreso a L.A. en tres meses desde ahora. Lección aprendida.
Con el cinturón de seguridad puesto en mi asiento, aprieto mis ojos mientras las llantas del avión chirrían contra el pavimento. Nuestros compañeros pasajeros estallan en júbilo y aplausos cuando estamos sin peligro en tierra. No soy el único alegre por estar saliendo de este avión.
Recogemos nuestro equipaje de tres meses y tomamos asiento en la terminal para esperar por nuestro último vuelo a Canarias. Con una hora de escala, decido visitar el bar del aeropuerto.
—Voy a conseguir un muy-necesitado y muy-merecido ponche.
El teléfono de Alex suena y reconozco el ringtone de su amigo Carlos. Antes de que él conteste, me da una advertencia.
—Regresa en treinta minutos o voy a enviar a seguridad por ti. —No contesto con palabras, pero me aseguro que vea el gesto con la mano que tengo para él.
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Desconocidos / Fanfic Wigetta
FanfictionEstuvieron de acuerdo que fueran tres meses... pero su amor no conoció límites. Guillermo Diaz es un magnate de la produccion de café y fácilmente uno de los solteros más codiciados de España. Su éxito y la riqueza no lo hacen ajeno a las complicaci...