La gente corría y en varias ocasiones Ivane recibía empujones, se había bajado del auto para ir por algunas cosas a un supermercado cercano, en pocas palabras, iría a saquear.
Por otro lado, Natasha iba en dirección a una farmacia, con el mismo objetivo de la peliazul; ambas corrían en direcciones diferentes, para cuando la ojimiel logró llegar al supermercado, se aventuró a entrar sin ver antes si algún peligro se aproximaba. Entró en el enorme lugar, tomó dos mochilas y fue en busca de alimentos, tomó lo que consideraba necesario y cerró ambas mochilas, una se la colocó al hombro y la otra la tomó entre sus brazos.
Mientras, Natasha tomó varias pastillas y un botiquin que encontró en la farmacia, las envolvió con su chaqueta y salió corriendo, evitando a la demás gente.
Ambas corrían hacia el auto que dejaron varado en medio de la calle -ese era su punto de encuentro-; se adentraron al vehículo e Ivane con gran dificultad, comenzó a conducir el auto.
-¿A dónde iremos? Podrían estar en cualquier lugar.
-Iremos a unos almacenes abandonados en el centro de la ciudad, casi nunca hay gente ahí, por lo que es un poco más seguro.- respondió de forma segura la de cabellos castaños.
-Tú dime por donde ir.
El auto azul recorrió varias calles que de a poco estaban menos pobladas; el viento pegaba fuerte contra el rostro de Natasha, algo que la alertó de que pronto comenzaría a llover. Después de 30 minutos, el auto se había detenido frente a un almacén grande de color rojo.
-Entremos, pronto lloverá.
Cada una tomó una mochila y la castaña tomó además el botiquin y las medicinas que aún estaban envueltas con su chaqueta. Entraron rápidamente y cerraron las puertas, trancandolas con un fierro oxidado que encontraron en el lugar.
-Estamos a salvo.- soltó con notable alivio la más alta.
-Aquí está realmente frío.- Ivane se sentó en medio del lugar, en el piso de cemento.
-Si, es por la humedad. Quizás podamos hacer fuego.
Natasha dejó las cosas a un lado de la peliazul, quién con curiosidad desenvolvió la chaqueta.
-Parasetamol, ibuprofeno.- enumeró la más baja mientras su amiga tomaba un tarro de metal y lo colocaba en el centro del almacén -También encontraste un botiquin.
-Sip. No fue tan difícil conseguirlos.
-¿En serio?
Asintió -. La mayoría buscaba en los estantes, pero yo fui directamente a la bodega.
-Eres genial.
-¿Y tú, qué trajiste?- la ojimarrón tomó varios palitos de madera y algunos papeles que se encontraban en un escritorio algo lejano y los echó en el pequeño tarro.
-Tomé varias latas de conserva, algunas de atún, pan, botellas de agua y jugo, una en cada mochila, y también me tomé la molestia de tomar esto.- dijo enseñándole una caja de bombones color carmín.
-Eres realmente impredecible.
La más baja sonrió y abrió la caja, sacando dos chocolates.
-Comeremos uno cada una por día, hay que apreciarlos.- le entregó la golosina.
Natasha miró el chocolate entre sus dedos; tenía la forma de un moño en el centro, luego miró el de Ivane, el cuál solo tenía la forma de una almendra bastante simple.
La mayor fue la que se comió la golosina primero, la castaña esperó unos segundos y luego se lo comió; prontamente, Ivane comenzó a echar algunas hojas en el fuego hecho por Natasha con un encendedor, para así quitar el aburrimiento de su cabeza.
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Vivir entre la muerte
Teen FictionIvane Jones es una chica soñadora y con un futuro decidido, pero ¿qué ocurrirá cuándo se tenga qué enfrentar a una apocalipsis zombi? En ella encontrará peligro, amistad y muertes, pero algo qué además ella se negaba a encontrar.