Ivane caminaba lentamente por los pasillos de la universidad, su cabello azul oscuro se movía de acuerdo a cada paso que la chica daba; eran las 12 de la mañana y el profesor había enviado a Ivane a buscar parlantes para así poder continuar su clase, pero claro, la chica estaba dispuesta a demorar toda la hora si fuese posible.
Una suave vibración hizo detener la caminata a la peliazul y con su mano derecha sacó su celular del bolsillo izquierdo, al desbloquearlo, leyó el mensaje de su amiga y retomó lo que hacía, pero esta vez con más rapidez; al llegar a la sala, entregó los parlantes a su profesor y fue a su puesto para sentarse y dar un suspiro.-Demoraste siglos.- escuchó decir a su amiga, quién antes había enviado aquel mensaje en el que advertía que si no se apresuraba, el profesor iría por ella.
-Lo siento, me distraje en el camino.
Natasha solo volvió su vista al pizarrón y sonrió ante la actitud de su amiga.
Pero estaba bien, Ivane Jones a sus 24 era una chica sumamente creativa y nunca paraba de imaginar cosas, tanto así que sus ojos color miel siempre tenían un brillo singular al momento de tener nuevas ideas o incluso a veces eso ocurría en medio de las clases; otra característica notable de la mayor, era su cabello azul, y que su razón de haberlo teñido así, era una razón más para llamarla soñadora: «Simplemente quería que pareciera el cielo nocturno», esa fue su justificación y a varios les causó mucha gracia. Pero Natasha compartía esos pensamientos tan imaginativos, Natasha Schmidt era una chica de 23 años, ojos marrón, un color común, pero sus ojos eran realmente llamativos y nadie sabía la razón; su cabello castaño era suave y varias veces al año cambiaba de color, pero a pesar de eso, Nat podía ser tan soñadora como su amiga, solo que a pesar de no verse como tal, era la castaña quién expresaba más.
Ellas eran las típicas mejores amigas, conocían sus defectos y secretos, no siempre estaban en contacto, pero eso era lo que las hacía ver que su amistad era verdadera.
Un nuevo suspiro por parte de la ojimiel llamó la atención de la menor.
-¿Qué pasa?- preguntó Natasha con un tono de voz normal, puesto que el profesor aún estaba instalando los parlantes y el data.
-Olvidé hacer la tarea.
La hora pasó rápido; aún tenían clases después de la hora de almuerzo, por lo que no podían relajarse del todo. Cuando el más largo de los recesos llegó a su fin, todos los estudiantes fueron a sus respectivas clases, Ivane y Natasha fueron a la misma, se sentaron y esperaron la llegada del profesor, pero mientras la peliazul copiaba la tarea del cuaderno de la menor, un estruendo les hizo dar un salto en las sillas.
Ambas miraron a su alrededor, la puerta estaba cerrada y apenas habían tres alumnos en la sala -aparte de ellas-. Ivane lentamente se levantó y caminó hacía las ventanas las cuales estaban tapadas por cortinas color vino; fuera de la sala de clases se podían oír gritos y llantos que tenían a los chicos realmente alterados, pero ninguno además de Jones se atrevía a dejar su puesto.
Lentamente la peliazul corrió la cortina, solo un poco y con eso bastó para poder ver lo que ocurría ahí fuera. Rápidamente dió pasos hacia atrás, su mentón temblaba y su corazón golpeaba fuertemente en su pecho.
-¿Y bien, qué viste?- preguntó un chico de cabellos rubios.
Pero antes de poder contestar, la puerta se abrió de golpe y más de cinco «muertos vivientes» habían entrado a la sala, uno de estos atacó al chico rubio; Natasha se levantó rápidamente e Ivane sin pensarlo dos veces la tomó de la muñeca y la empujó hasta un estante, la metió y antes de cerrar las puertas, habló:
-Voy a volver, quédate aquí y no salgas hasta que yo vuelva o todo esté calmado.
Y sin decir más, se fue cerrando la puerta.
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Vivir entre la muerte
Novela JuvenilIvane Jones es una chica soñadora y con un futuro decidido, pero ¿qué ocurrirá cuándo se tenga qué enfrentar a una apocalipsis zombi? En ella encontrará peligro, amistad y muertes, pero algo qué además ella se negaba a encontrar.