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Houston, actualidad.

—Señorita Clare, es hora de despertar. — escucho la voz de Albert, rasposa y cansada, como siempre.

Abro los ojos y me siento. Levantarse de inmediato no es algo que las personas suelen hacer, pero estoy acostumbrada a días de madrugar.

—Gracias Albert, te puedes retirar. — el asiente y sale de mi gran habitación.

Albert lleva mucho tiempo trabajando aquí y podría tenerle cariño si no fuera porque es muy frio, no sé porque mis padres no le dan jubilación, a veces me da lástima verlo andar de un lado para otro al pendiente de mí, ya no tiene edad para estar trabajando. Desde que lo conozco viste un esmoquin para trabajar y con el cabello bañado en gel, nunca lo he visto con barba y siempre está muy derecho, tanto que a veces parece soldado, lo que me hace pensar si no se cansara, normalmente las personas de su edad siempre van encorvadas.

Cuando sale me estiro un poco y me quedo pensando, mirando a la nada, suelo quedarme así por varios minutos, mi mente divaga y me vuelvo muy distraída, es por eso que soy muy torpe y hay veces que ni siquiera recuerdo en que estaba pensando.

Me levanto haciendo a un lado las cobijas, me pongo unas pantuflas que siempre están al lado de mi cama y me dirijo al baño, hago mi rutina de todos los días, me meto a la ducha para deshacerme de la suciedad del día anterior y relajarme un poco. Al terminar me envuelvo en una toalla y me dirijo al armario, busco algo lindo que no haya usado esa semana y me lo pongo, esta vez elegí un vestido que me llega a la rodilla, apretado de la cintura para arriba pero suelto de abajo, con un poco de escote en forma de corazón, el vestido es lindo, tiene algunos detalles en la parte de arriba y un listón rosa pálido con un moño atrás, me pongo unos zapatos de piso del mismo color que el del listón. Cuando termino me veo al espejo, me conformo con eso y me empiezo a cepillar el cabello, mientras se seca para poder peinarme, me maquillo, me pongo crema y me lavo los dientes. Después solo me hago una trenza de lado, dejándome el copete suelto.

¿Porque tanto arreglo?

Es simple.

Para ir a desayunar.

Mi familia siempre querían que todo fuera perfecto, así que tenía que estar arreglada para cualquier ocasión, siempre que veía mi casa recordaba mi triste niñez, David siempre me dijo que yo llevaba una vida demasiado alborotada como para ser una niña, tome clases de todo para llegar a ser la persona que mis padres querían; baile, cocina, dibujo, gimnasia, idioma, esgrima, modelaje, canto, instrumentos, fotografía. En pocas palabras sé hacer de todo, en cuanto al idioma, sé hablar español y francés, desde los ocho años llevo estudiando ambos y técnicamente lo hablo fluidamente. Se tocar el piano, la guitarra y el violín. Pero aunque era "multitarea" mis padres nunca estaban conformes, un día se los puse complicado, me hice pasar por una niña berrinchuda y les deje de hacer caso. Me castigaron y me llevaron a un internado por un año, en todo ese año no los vi, pero se los agradezco, porque aprendí a no extrañarlos. Es por eso que decidieron no tener hijos, por miedo a que sus planes no resulten. Mi padre trabaja en una muy reconocida empresa de hoteles y mi madre es diseñadora. Ambos son demasiado arrogantes e ignorantes, y no sé cómo es que yo no lo soy, nací con muchas comodidades y todo lo que quisiera me lo daban, pero aun así no soy descortés, pienso en los demás y para nada soy una chica fresa que piensa que todos van a hacer lo que quieran, ese es el estereotipo que muchas personas tienen de las personas millonarias y ciertamente tienen razón, pero yo no soy así, y no me gustaría serlo..

Y es uno de mis problemas, frente a mis padres y la gente que me rodea tengo que fingir ser educada y presumida, siempre elegante, pero con la única persona con la que soy yo misma es con Neftaly, mi peligrosa amiga y con David, mi amigo de la infancia y prometido.

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