XXVIII: Voces mentales

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—¡Sólo díselo, coño!

—¿Que no entiendes? ¡No puedo, ella está acabándome como una maldita bacteria!

—¿No ves que nunca te ha valorado? ¿No ves que sólo te llama cuando te necesita? ¡Deja de creer que debes ayudarla en todo! ¡Ella no es nada tuyo!

—Pero... la necesito

—Deja de obsesionarte, eso es muy enfermizo. No seas imbécil. Mira que patético eres, me acuerdo que al principio estabas presumiendo de tu autoestima y mírate ahora.

—Lo sé... no crees en el amor.

—Y yo tampoco hasta que la conocí...

—¿Ves? Deja de ser tan ingénuo.

—De verdad ayúdame.

—No te voy a ayudar un coño, madura de una maldita vez.

—¡¿A que te refieres con madurar?! He pasado decenas de humillaciones de mis propios "amigos" sólo por estar con ella. ¿Por qué no entiendes?, siento que he perdido amigos que creía fieles. Todo fué en vano...

—Coño pero tu siempre lo has dicho, y lo sabes, no dejes que los demás te definan. No has pasado por mucho, no eres único.

—¿No he pasado por mucho? He soportado trasnochos por hablar con ella, he estudiado estupideces sólo para tener la excusa de trabajar con ella y hasta me ha hecho escribir un maldito libro que deja claro que no soy más que otro loco sin remedio.

—Solo vete, desaparece. Si ella sabe que existes te llamará. Si no, no vuelvas, deja de ser tan malditamente iluso. Y prométeme algo por el amor de dios: cuando te vea con sus "perfectos ojos" no reflejes nada de emoción, vuelve a ponerte esa crisálida. No dejes que tu mirada te delate, desvíala, cierra los ojos o desaparece de una vez. Pero por favor, deja de dar pena. Créeme... falta que te pase eso muchas veces más en la vida para que aprendas a despreciar el amor.

—¿Estás diciendo que tal vez lo mejor sea no dejar rastro?

—Sí.

—No puede ser.

—Claro que puede ser. ¿Sabes?, y no te hagas el loco que no lo notas, ella los prefiere mejor que a tí. Las reglas del amor siempre serán:

- Que seas un patán descarado.
- O que no demuestres mínimo interés en ella; sólo así es que te notan y llegan a enamorarse de tí.

—¿Quieres decir que todo fué en vano?

—Sí.

—Maldición.

—Amén... tienes que callarte, no hagas nada, no seas nada. Deja que todo suceda, no seas cómplice ni autor, sólo espectador. Madura de una maldita vez y estudia. ¿No ves que andas como un tarado preocupándote de que ella estudie y arriesgas los tuyos. Ve y consíguete un psiquiatra.

—Ella es mi psiquiatra...

—¡Entonces busca otra¡, que te aprecie. A veces el mayor acto de "amor" consiste en desaparecer de su vida.

—No quiero desaparecer... pareceré cobarde.

—Un cobarde no escribiría sobre ella...

—Da igual, esto es sólo para desahogar por dentro.

—Y no puedes recurrir al suicidio, sólo cuando la hayas ignorado, olvidado, y borrado de tus recuerdos te daré mi permiso para morir.

—Eres un jodido.

—Claro que sí querido, soy tu mente.

—Igual, me volverás un depresivo...

—¡A la mierda los depresivos, tú no eres depresivo! Tú amigo mío, eres un tripolar sin remedio.

—¿Quieres decir que tengo un trastorno?

—Posiblemente, pero, esto sólo queda entre nosotros...

—No lo creo.

—Deja el libro y quémalo, pero no te degrades emocionalmente.

—Gracias por la ayuda, Rabia.

—De nada...

-José

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