Como aborrezco esos malditos ojos, tu personalidad tan seria y repugnante; ¡ah odio todo de ti!, pero también te amo. Esto es demasiado confuso, no sabría cómo explicarlo, me siento tan idiota. Ok, está demás decir que entre tú y yo jamás habrá nada, tenemos pensamientos totalmente distintos, además ni siquiera aprecias mi arte; serás imbécil.
A veces me pregunto cuándo fue que te metiste a mi mente y la desordenaste de esa manera; un intruso, eso es lo que eres. Me enferma el sólo pensar que me gustas, si no me hubieras humillado como lo hiciste aquel día, tal vez no sintiera este odio que siento desde hace mucho tiempo. Igual pienso que si no te hubiera conocido, quizás no habría conocido el amor; rayos, todo esto me atormenta demasiado.
—Ahí está meditando, supuestamente —susurré entre dientes mientras fruncía el ceño y le lanzaba una mirada de odio.
—¿De nuevo estás deseando que me parta una pierna o que me aplaste un gorila gigante? —le preguntaba sarcásticamente mientras abría sus ojos, que por alguna extraña razón ya no eran rojos.
—Umh —fue lo único que dijo para luego voltear la cara, no le gustaba cruzar su mirada con la de él.
—Ju —sonrió de medio lado. En menos de un segundo Itachi lo estaba acorralando contra el árbol, esto tomó por sorpresa al chico de las explosiones, quien tenía los ojos abiertos a más no poder— pienso que algún día le encontrarás respuesta a esa confusión que tanto te atormenta.
—¿Ahora lees la mente de los demás? —preguntó con molestia al notar que el otro había acerca.
—Sólo no pienses en voz alta —le contestó para luego desaparecer.
Fin
