2:00 a.m.
¿Qué piensas cuando alguien dice la palabra "cementerio"?
Muchas personas dirían que es un lugar espantoso, que no les gusta estar más de dos horas ahí y, probablemente, que nunca entrarían en uno pasada las seis de la tarde.Pero yo diría que es el lugar más tranquilo para estar. Que es un lugar espantosamente hermoso iluminado con la luz de la luna.
– ¿Tabata, ya podemos irnos? – preguntó Bryce Meraz, mi mejor amiga.
– Un rato más – respiré profundo y puse mi espalda contra el árbol.
– ¿Qué tiene de divertido ir a un cementerio pasada las doce? – se queja removiéndose de un lado a otro.
– No es divertido – acepté. – Es relajador ver la luna, nadie grita, nadie te juzga y nadie puede hacerte daño.
– Cariño, sabes que puedes ir a mi casa, no tienes que buscar abrigo en un cementerio – se lanzó al suelo para darme un abrazo que correspondí gustosamente.
– Lo sé. Pero por alguna extraña razón en un cementerio me siento en casa – me levanté del suelo y le di la mano a Bryce para que ella también se pusiera de pie. – Vámonos.
De camino a la camioneta siento que me observan. Algo que a veces me espanta. Pero muchas veces es una mirada tranquilizadora.
Ya dentro Bryce enciende la camioneta y marchamos a mi casa.
– Oye, Tabata, ¿sentiste eso?
– ¿Sentir qué? ¿Qué nos observaban? – ella asintió. – Siempre me pasa. Sea quién sea que me observa en las noches cuando salgo del cementerio no quiere hacerme daño. Si fuera así, lo hubiera hecho hace mucho.
– Yo que tú, tengo cuidado – aparcó en el estacionamiento de nuestro apartamento y bajamos a la misma vez.
Entramos y saludamos a Jorge, el portero. Subimos a nuestro piso. Resulta que Bryce y yo somos vecinas desde pequeñas. Nos convertimos en mejores amigas un verano en que todos los niños del edificio fueron a tocar el timbre de la señora Rathbone y salir corriendo. La señora lo consideró una falta de respeto y dijo que si no se nos castigaba se iría del edificio sin pagar la renta. Nos castigaron todo el verano. Tuvimos que limpiar el edificio todos los días, todo el verano.
La señora Rathbone era muy misteriosa. Muchos dicen que es una bruja, nunca se le a visto salir de su apartamento, ni siquiera a hacer las compras. Nunca le he visto el rostro y si lo he hecho no me acuerdo.
-Buenas madrugadas, Tabata.-Bryce me dio un abrazo y entró a su apartamento.
Entré, me quite las botas llenas de lodo en la puerta y el abrigo lo colgué en el perchero. Fui caminando en puntas hasta mi habitación, cerré la puerta y me dormí.
~*~
– ¡Tabata, despierta! – entró mamá, gritando.
– Ya voy, ya voy – me senté y frote mis manos contra mi cara.
– Hay muchas cosas que hacer. Hoy tú y Bryce van a buscar al nieto de la señora Rathbone al tren subterráneo. Los demás aquí vamos a ayudar a la señora Rathbone a limpiar su apartamento y los alrededores del edificio.
– ¿El chico es el hijo de la reina Isabel? – pregunté, molesta.
¿Cómo rayos se le ocurre? No voy a ir a buscar un desconocido. ¿Qué tal y es un violador o algo? Sé que Bryce con lo miedosa que es, se va a negar, no me preocupa.
– No, cariño. No es el hijo de la reina Isabel. Pero hay que ser solidarios y ayudar. Rathbone ya es anciana. No puede hacer las cosas solas. Él viene a ayudarla, pero no tiene como llegar. Y, ya que tú tienes auto y Bryce esa vieja camioneta, supuse que podían ponerse de acuerdo y buscarlo en alguno de los dos autos.
– Mamá, sabes cómo es Bryce. Ella no va querer ir a recoger un desconocido. Que el chico venga a pie. Para eso tiene piernas, ¿no?
– Bryce esta al tanto. Él debe estar cansado del viaje – se sentó junto a mi. – Habrá recompensa. Si lo traes hasta aquí...
– ¿Podre vivir sola? – la interrumpí.
– No. Podrás conocerlo. Es muy guapo – me guiñó un ojo y salió de la habitación.
Suspire y tomé mi toalla para entrar al baño. Me duché y lavé el cabello con champú olor a frambuesa. Cuando salí, me puse unos jeans ajustados, una camisa blanca, las botas de la madrugada y recogí el cabello en una trenza.
– Con esas botas no sales a ninguna parte, señorita – mamá sale de la cocina.
– Hoy estas muy contenta, ¿por qué? – me senté en la barra. Mamá preparaba panqueques con arándanos.
– Germán se fue de viaje por un mes – sonrió.
Germán es su marido. Es un maldito grano en el trasero. Le pega a mamá, nos grita, cuando viene borracho, abusa de ella sexualmente. Muchas veces le he dicho a mamá que lo deje y lo denuncie, pero es lo suficientemente estúpida como para no hacerlo. Él es un idiota, se pasa diciéndome cómo tengo que ser, que ropa llevar y que amigos puedo tener. No lo soporto. Si alguna vez tuviera la oportunidad de matarlo, lo haría.
– Te he dicho millones de veces...
– Que lo denuncie. Lo sé. Pero necesitamos el dinero y lo sabes.
– Mamá, podríamos salir adelante tú y yo.
– Se acabó el tema. Desayuna, y ve a buscar a Bryce. Dentro de una hora llega el nuevo vecino.
Desayune, tomé un vaso de leche y, cuando estaba a punto de salir, mamá me llama.
– Dije algo de las botas. Y ponte el abrigo, hace frío afuera.
– Quiero quedarme con las botas. Sino, me voy descalza – mamá me dio una mirada de no me importa. – Bien – me quité las botas quedando en medias –, me voy descalza.
Me puse el abrigo, tomé las llaves de mi coche y salí a buscar a Bryce.
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Esta es mi primera novela, chicxs. Espero que les guste. Todavía no empieza la acción. Y reconozco que el capítulo es algo forzado pero tenganme paciencia.
Hasta el próximo capítulo.
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Sombras Del Pasado.
VampireSi algo me han dicho siempre es que no debería temer a algo que no puedo ver. Hay cierto toque de estupidez en eso pero igual no importa. Lo que importa es, que ahora que sí puedo ver el mundo a través de unos nuevos ojos, no tengo el valor de decid...