Capítulo 1

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Es el 14 de febrero, a esa hora en la mañana en que todos los niños ya han sido llevados a la escuela y todos los maridos han tomado el transporte público ó el coche para ir a trabajar, con vapor en el aliento y bien abrigados, cuando yo clave mi corazón en la puerta de Missy.
El corazón es de un rojo intenso y oscuro, casi marrón; el color del hígado, poco a poco clavo el alfiler.
Entonces llamo con fuerza a la puerta, ¡Pum, pum, pum!, y agarro bien mi varita, mi bastón, y mi muy manejable y engalanada lanza, y me desvanezco como vapor que se enfría con él aire helado...
Missy abre la puerta, parece cansada, "Mi columbina" suspiro, pero ella no oye nada. Mueve la cabeza para poder ver de un extremo al otro de la calle, pero no hay ningún movimiento, un camión gruñe a lo lejos, y Missy azota la puerta, vuelve a la cocina y yo bailo, silencioso como una brisa, como un ratón, un sueño, vuelo junto a ella, hasta la cocina.
Missy agarra una bolsa de plástico para bocadillos de una caja de cartón de la cocina y un frasco de limpiador de debajo del fregadero, arranca dos secciones de papel de cocina del rollo que hay sobre la repisa. Y entonces vuelve a la puerta, desclava el alfiler de la madera pintada... Era mi alfiler de sombrero, con el que tropecé en... ¿dónde? Le doy vueltas a la cuestión en mi cabeza: ¿en Gascuña, quizá? ¿O en Twickenham? ¿O en Praga?. La cara en el extremo del alfiler de sombrerero es la un pálido guasón, saca el alfiler del corazón, y mete el corazón en la bolsa de plástico para bocadillos. Limpia la sangre de la puerta con un chorrito de limpiador y un trozo de papel de cocina e insertar la aguja en el bolso de su chamarra de cuero, donde la pequeña cara de el guasón contempla el mundo frío con sus ojos ciegos y sus graves labios de plata.

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