Cap 1: Por alto está el cielo en el mundo, por hondo que sea el mar profundo.

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― ¡Vamos, Pame! ―Gritaba alguien muy por delante de ella.

― Estoy cansada. Aguarda ―Dijo ella mientras se sentaba debajo de la vid.

― Nunca podemos tener una carrera bien, siempre te cansas ―Dijo su compañero mientras se sentaba delante de ella, se cruzaba de brazos y hacía puchero.

― Hace frío, sabes que soy de pulmones débiles ―Decía ella abrazándose.

― ¿Tienes frío? ―Preguntó acercándose. Ella asintió y el pequeño le dio su suéter.

― Gracias, B....

El tono desesperante del despertador la levantó inmediatamente.

― Ya voy, ya voy ―Apagó el tono y se sentó en la orilla de su cama. Observó su pantufla por treinta minutos y decidió ponérselas ―De nuevo ese sueño... ¿Pasará algo con el abuelo?

Caminó a su cocina, y encendió la cafetera. Mientras el café se hacía, tomó su celular que se estaba cargando en la cocina, y revisó los mensajes. Tenía tres, uno de Brian, su compañero de trabajo, otro de su socio y otro de su madre. Eso la extrañó ya que la comunicación con ella era bastante corta y solo hablaba con ella en los días festivos.

Abrió el de Brian y solo le mencionaba unos inconvenientes con las modelos, pero que solo despidió a una debido a mal comportamiento. 

Pam trabajaba junto con su padre en un negocio de barritas de proteínas. Negocio familiar... Y como Pam era la única hija, ella entró como socia de él. Brian era supervisor de planta pero a veces, era el secretario, por mandato, de ella. A el no le molestaba, le pagan esos encargos como si fueran horas extras.

Abrió el mensaje de su padre y era para desearle los buenos días y que ya estaba dos horas atrasada.

―Eso es amor paternal ―Dijo mientras se volteaba a tomar una taza y tomarse un poco del café que estaba en la cafetera. Le puso leche y mucho azúcar. Se dirigió a su habitación, dejó el café en la mesita de noche y se dirigió al baño. Tomó un baño con agua helada ya que estaba en mantenimiento el calentador del edificio. Salió en bata y se vistió. Se dejó el cabello húmedo, se maquilló, tomó sus cosas y salió del departamento. Bajó por las escaleras, ya que no le gustaba los ascensores, y al salir, tuvo la suerte de ver un taxi. Se subió a él y pidió que la llevaran a la fabrica de proteínas Leyva. 

Al llegar, la bajaron en el portón de entrada, le pagó al taxista y el guardia la dejó pasar. Mientras caminaba, revisó la hora en su reloj de muñeca y se dió cuenta que iba muy tarde, corrió a la puerta principal y saludó a la recepcionista. Corrió a la oficina de ella y se sintió aliviada de haber llegado, ya que a las 11:00, su papá hacía chequeo del personal. Eran las 10:24 y ella había salido de su casa a las 10 en punto. 

― Llegaste a tiempo para el toque de queda ―Dijo Brian riéndose de ella en el marco de la puerta.

― Me levanté temprano según yo ―Dijo ella mientras se sentaba en la silla del escritorio.

― ¿A que hora? ―Preguntó él acercándose.

― 9.

― Pero entramos a las 7, cabeza dura ―Carcajeó.

― Tengo pase V.I.P.

― Claro, si. Bueno, me voy si no, me matan, hasta más tarde ―Dijo Brian y se fue.

Ella acomodaba sus cosas y mientras lo hacía, notó que su celular no estaba. Lo había dejado en la mesa de la cocina... 

― Y no leí el mensaje de mi madre... ¡Argh! ―Suspiró profundo. Le pediría a Brian que fuera después del chequeo.

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