Capítulo I

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¡Me llamo Eren Jeäger!

Mi nombre es Eren Jaëger. Tengo quince años. He decidido que mataré a todos los titanes existentes en este planeta, para poder salir de las murallas que nos privan del mundo exterior, de aquella belleza natural que no puede ser apreciada con goce por el ser humano. Se podría decir que estos seres sin capacidad de razonamiento alguno, tienen la virtud injusta de vivir en esa área tan desconocida para el habitante común, pues mientras ignoran el paraíso, nosotros lo ansiamos. Todo esto es importante para mi, asesinar a todos y cada uno de los malditos gigantes. ¡Juro que no moriré hasta que la humanidad entera sea libre!

[Marzo 15, 6:26 pm]

Luego de descubrir que tenía la capacidad de formar el cuerpo de un titán y manipularlo cual títere, me convertí en objeto de experimentos de muchos. Aunque sea molesto, debo aguantar, pues estas personas salvaron mi vida en aquel juicio, y quizá descubran algo con las investigaciones y exámenes de mi cuerpo. La capitán Hange Zoe, es la más destacada en ello. Su enorme fascinación hacia los titanes le impulsa diariamente a emocionarse conmigo, cosa que siento bastante incómodo. En fin, todos son amables conmigo, a excepción de ese hombre. Le tengo terror, miedo, cada vez que lo tengo cerca. Me hace sentir intimidado con solo mirarme: esa mirada fría que nunca se borraba de su cara, se dirigía constantemente hacia mi, pues él tenía el deber de protegerme -Para mi mala suerte- y asesinarme si me salía de control. Su nombre es Levi Ackerman. Aún no comprendo si tiene alguna conexión con Mikasa, pero el mundo dentro de las murallas es bastante pequeño, asumo que algo deberán tener en común. Desde aquel día del juicio, siento que mi vida cuelga de un hilo todo el tiempo, pues ese hombre demostró lo fuerte y peligroso que puede ser, y desgraciadamente, lo viví en carne propia. Fue un sentimiento de muerte que despertó en mi una fobia, a la vez que respeto, hacia él.

Salí de la última habitación que me tocaba limpiar del castillo, -Puesto que el Capitán Levi declaró día de limpieza- y fui directo a algún baño para cambiarme. Esperando que no hubiese nadie cerca, me comencé a desnudar de la cadera hacia arriba, poniendo la prenda hacia un lado. Repetí la acción con mi zona contraria; de la cadera hacia abajo. Iba a retirar mi ropa interior de entre mis pies, hasta que escuché mi nombre. Volteé rápidamente, con molestia. ¿Quién se atreve a husmear en esa situación? Rápidamente tomé una toalla y la hice abrazar mi cintura, cubriéndome. Volteé, listo para protestar, hasta que vi que la figura que posaba delante de mi, que había pronunciado mi nombre; era el mismo Capitán Levi. Rápidamente, me puse firme y presenté el saludo.

-¡Señor! -Exclamé.

-Sabes que las horas de alimentación son exactas. Ni más, ni menos. Si no llegas a tiempo, morirás sin comer. -Comentó, regañándome.

-Si, señor, iré apenas termine. -Respondí.

-No te tardes, niño. -Agregó, y se fue. Suspiré, y me alivié de su ida.

Debo confesar, que detesto que me diga así. "Niño, madura", ó "Mocoso, deja eso". Odio esas frases, ¿Qué tengo de niño? Quince años no son pocos, así como mi actitud es madura. Mientras pensaba todo esto, me intenté vestir lo más rápido posible, y una vez hecho, fui al comedor, donde estaban todos mis compañeros. Busqué con la mirada a Armin y Mikasa, hasta que me topé por coincidencia con la del Capitán Levi, que justamente estaba clavada en mi. Me asusté, era la misma que tenía aquella vez que destrozó mi cara... Y aunque luego se arregló rápidamente, me había dolido como si de la muerte se tratara. Intenté separar mis ojos de los del mayor, que se clavaron en mi como un pincho en la piel, y más adelante, conseguí la de Mikasa. No la había visto en todo el día, por lo que fui corriendo y la saludé cálidamente. Con su mirada me devolvió el cariño. Saludé igualmente a Armin, deseándoles buen provecho a ambos. Me dispuse a recibir mi cena, y sentarme con ellos. Una vez con ella en mano y bandeja, la coloqué sobre la mesa, y me senté al lado de Mikasa.

La chica de hermosos cabellos negros y cortos me preguntó, preocupada como siempre, cómo me había ido, y si aquél hombre había atentado contra mi otra vez, respuesta que di negando con la cabeza.

-¡Mikasa! ¡Ya para! Te lo he dicho miles de veces. No necesito de tu protección. -Dije, molesto. Ella solo asintió.

Durante todo el momento, Armin me contaba con entusiasmo tantas cosas, yo cuestionaba con curiosidad, y Mikasa solo escuchaba, aunque pareciera que no le interesaba, escuchaba todas y cada una de nuestras palabras.

-Mentira. Nunca seré tan fuerte como tú, o Mikasa. -Alegó el rubio.

-¡Lo serás! Solo debes destacarte en todo lo que hagas, y quizá mejores tu físico. -Contradije.

-Eres demasiado positivo. Tanto, que eres idiota. -Comentó Jean al fondo. Otra raya más para el tigre.

-¿¡Quién pidió tu opinión, caballo!? -Exclamé, con furia.

-Ya van estos dos otra vez. -Decía Connie al fondo, con fastidio. Jean y yo comenzamos a pelear. Agarré con fuerza su camisa, listo para deformar su rostro con mis nudillos, hasta que la puerta del lugar se abrió con fuerza, soltando un golpe de furia contra la pared causando que esta rebotara sobre ella. Paré en seco mi acción, mientras todos dirigimos la mirada a tal repentina aparición. Solté rápidamente a mi contrario al ver de quién se trataba. Si, era el Capitán. Pensé que estaba dentro del comedor, pero salió sin siquiera notarlo.

-Explicación. -Ordenó, viéndome directamente. ¿Por qué siempre era yo el que pagaba los platos rotos? Jean es el que vive buscando problemas. Tragué en seco, sin poder dar respuesta. Esto, obviamente, causó molestia en él mayor y me tomó a la fuerza. Mikasa se dispuso a enfrentarlo, pero Armin le salvó el pescuezo a la chica.

-¡Ca-Capitán! -Exclamé con fuerza y nervios, ¿Qué iría a hacerme?

-¿Me puedes explicar cuál es el maldito problema entre ese chico y tu? -Preguntó, aunque parecía más bien una orden.

-Señor, es él quién me busca siempre para pelear. -Recibí un golpe por parte del hombre.

-No culpes a los demás, es un acto de cobardía. -Ordenó claramente, de alguna forma sentí que me quería educar.

-... ¿Y eso le importa? El que yo actúe correctamente. -Pregunté, arriesgando todo.

-Obviamente. ¿No estoy encargado yo de ti? -Dijo, como intentando ocultar algo.

-Si... Pero de mi vida, no de mi formación. Usted no tendrá problema en matarme si es necesario. -Agregué.

-... Esta conversación termina ahora mismo. Ve al sótano. -Habló, obligándome con la voz y mirada. Me molestó, puesto que quería saber qué ocultó realmente el Capitán, y también me invulvó el hecho de ser castigado cómo un menor. Intenté ocultar mi molestia en una expresión de seriedad, acompañada del saludo.

-¡Sí, señor! -Exclamé. Él solo se fue.

Me retiré del lugar, y fui caminando por el oscuro pasillo. Noté un pequeño hilo de luz que se dibujaba en todo el piso, techo y pared. Venía de una puerta: de la habitación del mismo hombre que recién me había regañado. Estaba con el rubio, el Líder Erwin. Estaban hablando de algo, y por instinto humano, me acerqué un poco para escuchar, escondiéndome.

-¿Por qué lo maltratas tanto?

-Porque es un mocoso, y debe aprender. -Ahí estaba yo, siempre soy el núcleo de discusión.

-Pareciera otra cosa. -Dijo, con un tono algo celoso. ¿Qué está insinuando?

-¿Qué insinúas? -No pude evitar reírme a la coincidencia.

-Tu deber es protegerlo y matarlo. Estás comenzando a valorarlo, como tu compañero... O más bien, tu amigo, así cómo Hange y yo. ¿No?

-Sea cómo sea, no es tu problema lo que sienta.

-¿Quién dice eso? -Se notó molesto.

-Lo digo yo. Y aunque seas de mi confianza, no quiero andar de amigo con todos sin siquiera conocerlos bien. Compañero de todos, amigo de pocos. -Aclaró, firme.

-Pero a él lo conoces bien. -Se levantó apenas terminar sus palabras.- y él te teme. Vas mal, Levi. Trátalo mejor, y consigue mejor amistad. Una persona que confía en otra, y esta le teme, es mala señal.

-Tsk. Quizá sea más que eso.

Me sorprendí al escuchar esas últimas palabras del mayor, ¿Acaso soy más importante para él? ¿Qué tipo de sentimiento será ese? Quizá... Deba hablar más con él.

Contigo, Mi Castigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora