I.- Un viaje con olor a mar.

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La campana que indica el término de la jornada escolar resuena por todo el colegio. Pronto, los alumnos salen de sus respectivas aulas con destino a sus hogares o a algún lugar de entretenimiento para pasar un rato con los amigos. Unos caminando más a prisa que otros, y entre los que caminan a prisa hasta casi correr, se encuentra un alegre azabache, con destino al gimnasio.

—¡Shin-chaaan! —gritó a penas estuvo frente a la puerta de dicho edificio.

—Maldición... ¡No grites! —le reclama Miyaji, quien junto con Midorima se encuentran ordenando balones y de más.

—¡Usted está gritando, senpai! —responde burlón adentrándose al lugar, dando brinquitos hasta llegar a su Shin-chan, quien no parece lucir nada contento. Pero, pensándolo bien, ¿Cuándo ha lucido así?

—¡Sólo cállate! —algo molesto, abandona el lugar. Bien sabe que Takao se pegará a su otro kouhai y no lo dejará en un buen rato— les dejó el resto a ustedes —se despide elevando una mano, un tanto más tranquilo por librarse de sus deberes.

—¡¿Eh?! No quiero~ no es mi turno, senpai. —hace pucheros mientras ve al mayor alejarse.

—Simplemente le estoy dando algo que hacer a los holgazanes como tú —ríe— nos vemos luego.

Maldiciendo en voz baja, se dirige a ayudarle a su compañero, quien no había dicho ni "pío", aunque, realmente no le importaban las conversaciones sin sentido entre Takao y otras personas. Ambos chicos fueron directo al almacén donde sólo faltaba ordenar un par de cosas.
Un extraño silencio -demasiado extraño, para estar Takao presente- se siente abrumador en la atmósfera, donde reinan los minúsculos sonidos que causan algunos objetos siendo reacomodados de aquí para allá; tal vez Midorima esperaba que el otro le contase alguna tontería para romper el hielo, pero, ese momento no llegaba. Ahora mismo debe hablar, el azabache quiere algo, pues, aunque no lo parezca, conoce algunas de sus actitudes:
"Quedarse un largo tiempo en silencio, sin molestar, ni mencionar palabra hasta que yo lo haga = quiere un favor"
Terminaron breves minutos después de la partida de su senpai, saliendo algo exhaustos del almacén.

—¿Y bien? ¿Qué quieres ahora? —por fin decide hablar, cerrando tras de sí la puerta del sitio que acaban de abandonar. Camina hacia los vestidores como destino, detrás de él, Takao le sigue cual cachorro obediente.

—Pues verás, Shin-chan, sé que es algo repentino pero olvidé por completo decírtelo antes —rasca su nuca, esbozando una sonrisa, mientras van saliendo del gimnasio— ¿Querrías ir de viaje conmigo mañana? Sólo será un fin de semana, ¡Dí que sí! Iré con mis padres a N... —deja de hablar al percatarse que Midorima se había detenido justo antes de entrar a los vestidores, volteándole a ver fríamente, una mirada simple pero aterradora.

—De ninguna manera —responde sin tanto interés— mañana me es imposible —entra al lugar dejando al de menor estatura atrás.

"Aunque en realidad, mañana no tengo nada que hacer..."

—Vamos, Shin-chan...

—He dicho —se gira hacia Takao por última vez— de ninguna manera.

Y así, se alejó de su compañero, quien lucía notoriamente triste ante la frialdad de Midorima. Aunque, ciertamente nunca le había gritado de tal manera, ¿Había dicho algo que no debía? Sólo era un viaje entre amigos... ¿No?
Sin nada que hacer al respecto -pues ante un tsundere es mejor no insistir- Takao se dirigió a casa sin los mismos ánimos que hace unos minutos le invadían de pies a cabeza.
Al llegar a su hogar, éste se encontraba solo, lo cual le daba totalmente igual, pues extraños sentimientos de decepción se apoderaron de él y no le dejaban pensar con claridad. ¿Por qué Midorima no podía abrirse un poco más ante sus compañeros? ¿Por qué no aunque sea a él, su "amigo"? Pero, ¿Realmente lo eran?

En un fin de semana. *MidoTaka* [Two-shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora