Capítulo IV

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Castiel

Escuchamos como el chico y la chica se gritan órdenes e intentan matar al monstruo.
-Vale, ahora que estamos escondidos y el monstruo no sabe donde estamos, ¿podríais explicarnos que narices es eso?
Rose y Jiménez se miran durante unos segundos y Rose toma la palabra.
-Sinceramente no lo sabemos. Es un monstruo desconocido hasta ahora.
De repente, Kalea se levanta de golpe y empieza a caminar de un lado para otro.
-A ver, es un monstruo, ¿no? Pues eso quiere decir que proviene de la mitología griega o romana, ¿me equivoco?
Por enésima vez en el día, Jiménez y Rose se miran y se quedan en silencio.
-Luego os lo contamos todo. Y por favor, vuelve a sentarte, Kalea.
-No. Voy a ayudarles.
Antes de que podamos decirle nada, se oye un alarido de dolor procedente de la chica.
-Kalea, -le empiezo a decir- ni se te ocurra moverte de aquí.
Como siempre, Kalea hace lo que le da la gana y corre a ayudar a la chica. Mientras tanto, el chico intenta cortarle una pierna al monstruo de obsidiana. A la chica le empieza a sangrar mucho la pierna y Kalea le hace un tabique en la herida (¿desde cuando ella sabe de primeros auxilios?). Arrastra a la chica hasta el seto donde estamos escondidos y regresa corriendo hasta donde está el chico. Observamos como Kalea consigue trepar hasta la espalda del monstruo de obsidiana y el chico le lanza un bolígrafo que segundos antes era una espada. Kalea le quita la tapadera y se convierte otra vez en espada. Le clava la espada el la nuca y el monstruo se retuerce de dolor. Kalea se cae de su espalda y se golpea la cabeza con el duro y sólido pavimento. No se mueve.
-¡NO!- no puede ser, veo como mi amor platónico huye de la vida.

La Hija de Atenea.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora