Capítulo VIII

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Kalea

Castiel me besa (yupiiii), pero yo lo aparto. Me coge de la mano y volvemos con el resto de campistas. Percy se acerca a hablar conmigo, pues más de dos campistas creen que me voy a volver loca de un momento a otro, ya que todo el campamento sabe que un monstruo jamás visto casi nos mata, y que encima creo haber perdido a mi hermana.
-Oye, Kalea, si necesitas ayuda no dudes en decírnoslo, ¿de acuerdo?
-Sí, pero todo esto es tan increíble y a la vez aterrador...
-Ya, eso es lo que pensamos todos el primer día que llegamos.
-¿Por qué tengo un signo de una paloma volando sobre mi cabeza?
-Ave Kalea Trainor, -suelta Quirón, así, a la ligera,- hija de Afrodita, señora de las palomas, diosa del amor.
-¡¿AFRODITA?! -pregunto muy confusa- Pero si yo siempre he sido de las feas. Aquí hay un error.
-No, no lo hay. -una chica de cabello rojo aparece de la nada- lo he visto.
-¿Un oráculo? -pregunto al borde de le histeria.
-¡Un médico, por favor!
De repente, todo empieza a dar vueltas y a oscurecerse.
No veo nada, absolutamente nada. Intento moverme pero no pasa nada.

La Hija de Atenea.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora