Capitulo 8

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  — ¿Por qué me había preguntado eso? ¿Que él se sentía presionado? Yo desde un inicio le dije que buscaría un lugar para vivir y el mismo fue el que no me dejo irme. Y ¿Ahora se arrepiente?

Entre al baño y abrí la regadera permitiéndole el paso a las gotas de agua, en segundos estaba lleno de vapor. Deje caer la sabana en el piso y entre. Me estremecí un poco al sentir el agua tan caliente, así que comencé a regularla abriendo de poco el agua fría.

Las gotas tibias se llevaban cualquier rastro del sudor producido anoche. ¿Porque siempre teníamos que estar peleando? Era imposible pasar un día completo sin discutir.

—Ábreme— la voz y dos golpes en la puerta del baño me sacaron de mis pensamientos ¿Cómo había entrado a la habitación?

—Já— grite irónicamente —Por favor salte y cuando termine hablamos— utilice un tono más cortante.

—No me hagas entrar— amenazó —Cierra la llave ya mismo, te espero abajo, tenemos que hablar— mi corazón se detuvo por un par de segundos. No pude responder nada ya que el nudo en mi garganta no me lo permitía. Hice caso omiso a su orden y seguí duchándome con tranquilidad.

Baje las escaleras entre saltos como siempre lo hacía.
— ¿Gianluca? — pregunte entrando a la sala pero no estaba.
—...En la cocina— escuche su voz y camine hacia allá.
— ¿Qué quieres? — pregunté seria cuando entre
—Que hablemos— dijo con la boca llena —Sin que terminemos gritándonos.
—No hables con la boca llena— rodé los ojos. Puso su mano en su boca y vacío lo que tenía dentro de esta. — ¡No hagas eso!— grité entre risas dándome la vuelta para no ver las galletas molidas en su mano.
—Quiero que hablemos sin que terminemos gritando.
—Sí, pero...— me gire nuevamente — ¡No, no, no!— volví a darme la media vuelta cuando regreso las 'galletas' a su boca. Carcajeo.
— ¿Querías?— seguía riendo, solo me dedique a mirarlo con reprobación. — ¿A dónde ibas?— preguntó cambiando su mirada.
—A casa de mi madre.
— ¿A?— se acercó a mí
— ¿De qué quieres que hablemos?— cambie de tema
— ¿A qué vas allá?— preguntó una vez más
—Necesito unas cosas— relajo su ceño
—Bien— suspiró —No me contestaste la pregunta que te hice hace rato...
—No Gianluca...— me incomodaba esa pregunta, tal vez yo lo estaba presionando demasiado. —Yo no me siento así, pero si tú sientes que es muy... rápido y si te molesta que yo viva aquí, dímelo. Yo no...
—Hey, Hey— alargo riendo. Simplemente no lo comprendo! —Eso es lo que quería escuchar— me deslumbro con su sonrisa —Para mí es más que perfecto que vivas aquí, solo quería saber si tú no te sentías presionada— lo golpeé en el brazo y abrió sus ojos a tope — ¿Y eso?
—Pudiste haber dicho eso desde el principio— ahora yo fruncí el ceño —Nos pudimos haber evitado la discusión— sonrió
—Pero luego no habría una reconciliación— paso sus brazos rápidamente por mi cintura y me apego a su cuerpo y sin dejarme emitir palabra o sonido alguno capturo mis labios en un profundo beso.
— ¿Te puedo acompañar?— preguntó acariciando mi mejilla
—Si— sonreí —Pero pensaba ir de ahí al centro comercial— mordí su labio inferior provocándolo.
— ¿Y?
— ¿Crees resistir?— levantó una ceja
—Tengo que acostumbrarme ¿no?
—Buena respuesta— junte nuestros labios nuevamente.

Si por él fuera, nos hubiéramos quedado en casa. Pero ¡ya no tenía ropa! Así que tenía que ir por unas cuantas prendas más a casa de mi madre, y después a comprar otras más. Ya que la mayoría eran vestidos y digamos que ya me estaba esforzando un poco más en cambiar mí forma de vestir.

Todas las trabajadoras se sorprendieron al verme, afortunadamente mi madre no estaba. Si me interesaba verla, saber cómo estaba. Después de todo es mi madre. Pero al parecer, bueno con lo que me contaron... no parecía afectarle mi ausencia. Ambas estábamos mejor asi.


Narra Gian

Vi a Lanna salir de la casa con una maleta llena, a penas y podía con ella. Rápido baje y le quite la maleta.
— ¿De verdad necesitas ropa nueva?— pregunté al sentir el peso de la maleta
—Si— sonrió y arrugo la nariz —Esa solo trae zapatos y bolsos— por suerte la habitación que le había asignado en casa tenía un gran armario.

Cargado con cerca de diez bolsas estaba sentado frente a los vestidores de una tienda. Agradecí no ser el único ya que unos tipos más estaban igual que yo, unos fuera de la tienda esperando, otros sentados en los pequeños sillones esparcidos por el lugar.
Enfoque mi mirada al vestidor número tres, donde estaba Lanna. Solo podía ver de un poco más debajo de las rodillas ya que la puerta blanca no estaba hasta abajo.
Vi como quitaba sus botas, reí por dentro al ver sus calcetines rosas. Jamás había conocido a alguien que le gustara tanto ese color.
Ver su short caer a la altura de sus tobillos, me saco de mis pensamientos. Seguido de esto su blusa cayó al piso. Siendo sincero me moría de ganas por entrar.   

Me, Myself and HimWhere stories live. Discover now